VII

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𝙽𝚊𝚛𝚛𝚊 𝙻𝚞𝚗𝚊:

Acá estamos, un día normal en la heladería haciendo nada, esperando que a alguien le pinte la de comprar helado.

Había estado dibujando garabatos en mí cuaderno desde hace una hora. Benja no quería hablarme porque estaba enojado conmigo y Blas todavía no venía.

Entonces tocaba la de estar en silencio por gran parte del día hasta que Benja me deje explicarle lo que pasó el otro día en el museo. Dice que invité a un tal extraño a acompañarme y que me compré por él para poder entrar al museo.

Que pibe más boludo, él estaba con los amigos, no podía invitarlo. Que llorón que es, dios mio.

Mientras seguía nadando contra la corriente con mis pensamientos, mí mano trazaba líneas de un lado hacia otro dibujando lo que parecía un rostro que se me hacía familiar con solo reconocer los lunares que después logré dibujar en ciertos rincones.

Estaba re encorvada, y cuando empecé a notar el dolor de espalda me puse recta mientras estiraba mis brazos hacia arriba.

Cuando volví a ver mí dibujo se me pusieron los pelos de punta al notar a quien había dibujado. Nunca había echo un dibujo tan real como aquel.

Arranque la hoja del cuaderno y lo doble guardandolo en mí bolsillo. Segundo después alguien entró a la heladería.

—Hola rulos— dijo con la voz ronca de todos los días—. Una bocha de menta por favor.

En silencio, bajé de mí silla y agarré un cucurucho. Le serví la bocha de menta granizada y le cobré.

—¿Cuando me vas a regalar los helados?— levanté las cejas sorprendida—. Y si boluda, además de que el otro día te pague la entrada al museo.

—Si, si, seguí soñando— dije y agarré la plata que me daba guardandola en la cajita.

Él se apoyó en el mostrador y yo agarré mí celular. Cuando mí vista en instagram fue interrumpida por don preguntas.

—¿Qué es eso?

—Mi cuaderno de dibujos.

—¿Puedo verlo?

Asentí con la cabeza y él lo tomo en sus grande manos para observar los dibujos dentro.

—Estan re buenos, ¿Estudias arte?— me preguntó sin sacar la vista de los dibujos.

Yo negué—. Ojalá, dejé la escuela antes de que pudiera graduarme de la secu porque según mis papás tenía que conseguir trabajo.

—¿Sirviendo helado?

—No lo decidí yo. Por mí en estos momentos estaría pintando cuadros y haciendo lo que me gusta en una facultad— dije mientras limpiaba las cucharas de helado.

Blas me volteó a ver chocandose con mí espalda y mis rulos atados en un rodete. Por un instante de segundos hubo un silencio de duda.

—Pero, ¿Por qué tus papás no te dejaron?

Levanté los hombros.

—Lo mismo me pregunto. Ahora están en Italia, mí país natal, haciendo de su vida y no se nada de ellos— me di vuelta secándome las manos.

—Me parecía que tenías un acento medio raro y que no eras de acá— dijo mientras una sonrisita se le escapaba de la comisura de sus labios.

—Intenté adaptarme lo más posible cuando era chica.

Ambos chocamos miradas antes de que alguien entrara a nuestra conversación.

—¿Podemos hablar?— preguntó Benja mientras salía del cuartito.

Giré mí cabeza para verlo.

—Si, obvio.

—A solas.

Miré a Blas quien levantó los brazos en forma de inocencia al entender la indirecta.

Se fue con su cono de helado en la mano como un nene chiquito y en la heladería quedamos Benja y yo.





































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𝚁𝚞𝚕𝚘𝚜 || 𝙱𝚕𝚊𝚜 𝙿𝚘𝚕𝚒𝚍𝚘𝚛𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora