𝙽𝚊𝚛𝚛𝚊 𝙻𝚞𝚗𝚊:
Salgo del aula en mí última hora de facu, por fin, tenía alto sueño. No había dormido nada a la noche por culpa de alguien que conozco.
Me rasqué los ojos mientras caminaba hacia la puerta de la salida. Se suponía que hoy me buscaba Blas, así que lo esperé abajo del árbol de siempre mientras miraba a la calle esperandolo.
Al estar en enero y en España, me estaba cagando de frío. Pero en Argentina estaría al sol, comiendo helado y cagandome de calor en la heladería. Que ganas de verano por dios.
La facu se empezaba a vaciar, todos se estaban yendo y yo seguía esperando al pelotudo de Blas. Siempre es re puntual cuando se trata de buscarme y después ir a comer, pero parece que hoy se le perdió el reloj al muchacho.
Miré otra vez a la calle y suspiré estresada. Ahí lo vi, el auto negro de Blas estaba estacionando en un lugar. Mientras caminaba hacia allí, preparaba mí mejor cagada a pedo en mí mente.
Abro la puerta y entro sin ver a la persona que se encontraba al volante. Dejo mí mochi en mis pies y cuándo volteo, veo a la última persona con la que quería estar sentada en el mimos auto con quince minutos de viaje.
—¿Qué mierda haces acá Agustín?— digo agarrando para bajarme del auto, pero él fue más rápido y cerró el auto.
—Dejame que te explique.
—¿Qué verga me vas a explicar? ¿Qué sos un gato de mierda y que solo me usaste como trapo de piso?— digo mientras lo humos se me subían de solo verlo a la cara—. Además, ¿Qué haces con el auto de Blas? Me buscaba él, no vos.
—Se lo pedí prestado, pero el boludito se te hacía el guardaespaldas diciendo que no me ibas a querer ver.
—¡Obvio que no te iba a querer ver, pedazo de pelotudo!— exploté de enojo ante la idiotez que había dicho—. Abrime el auto— dije perdiendo la paciencia, él negó con la cabeza—. Agustín, abrime la puerta ahora mismo o llamo a Blas.
—Blas, Blas, Blas. Te encanta eh— dijo riendo como un loco y yo lo miré con asco—. Andate con él entonces— tocó el botón en el que podía abrir el auto.
—Antes que con vos— y me bajé del auto para empezar a caminar devuelta al departamento.
Pero como si de una ola inmensa se tratara, por cada paso que daba, una lágrima se desbordaba de mis ojos. Intentaba contenerlas y no parecer débil para los ojos de cualquiera, pero se me era imposible.
Tantos pensamientos y tantas palabras que no lograba decir. Nunca tendría el valor de poder enfrentar aquello que me hace mal. Nunca pude.
Siempre era un paso adelante, y tres para atrás.
☪
Mientras el sol se escondía, yo lo miraba en busca de alguna señal que pudiera darme. Por lo menos una para saber que hacer.
Él, simplemente, siguió escondiéndose dejando el cielo naranja por completo, mientras que yo miraba todo sentada en el balcón del departamento.
Tal vez la luna tendría las respuestas correctas. Siempre fui de entenderme con ella.
—Hola rulos— al escuchar la voz de Blas pude sentir como algo dentro de mí garganta pudo aflojarse.
Lo miré sin intención de asustarlo, pero con la cara que tenía podía matarlo de miedo.
—Yo intenté que el boludo de Agustín no te vaya a buscar, pero no me hizo caso— empieza a decir mientras se sienta en la silla de al lado—. Agarró las llaves y apenas lo vi con el auto, supe que no vendrías ni en pedo con él.
Miré para enfrente mientras escuchaba todo su relato.
—¡Y así pasó! Apareciste más tarde de lo normal porque decidiste caminar. Sos rara eh.
—No tenía plata para un taxi— dije con un hilo de voz y Blas volteó a mirarme.
Pasamos unos segundos de silencio, cada uno pensando en lo suyo. Disfrutando de la brisa tranquila que recorría nuestros rostros.
—No te hagas mala sangre con él— lo miré intentando no derramar las lágrimas que salían por mis ojos que se habían ocasionado por el silencio y mis pensamientos—. Así es la vida, a veces te da cosas buena y a veces no— dice de lo más normal mientras mira hacia adelante y levanta los hombros con simpleza.
—Pero a mí nunca me da cosas buenas. Siempre es lo malo.
—No creo que sea así— ambos nos miramos en busca de respuestas—. Mira donde estas. España, estudiando la carrera de tu vida. Yo creo que eso es algo bueno que te logró dar la vida.
Razón le sobraba. ¿Por qué e tiene las palabras indicadas en el momento indicado? que pibe del bien.
—No sirvió de nada igual. En dos meses me vuelvo, Blas— él se acomodó en su silla con las cejas levantadas.
—¿Está confirmado?
Yo asiento con la cabeza, más triste que antes.
—La beca no tuvo lugar para mí, y en marzo ya vuelvo para Argentina— él bajó la cabeza y pensó por unos segundos.
—Bueno, mínimo no vas a ver a Agustín ni en figurita.
—Que no, ese pibe está por todos lados. Hasta cuando vea un gato me voy a acordar de él.
Blas rió por lo bajo y yo sonreí. Se mantuvo en mí rostro unos segundos, el ruludo pareció notarlo y quedó hipnotizado sin razón.
—No te hace mal sonreír de vez en cuando— dijo y yo me puse sería—. ¡Vez! Sos una amargada.
Yo reí devuelta mientras una molestia aparecía en mí panza, como un tipo de revoloteo dentro.
—Aprendiste a amar con la persona equivocada, rulos— yo lo miré confundida—. El otro día me dijiste que nunca habías podido sentir el amor de verdad, y creías que con Agustín lo sentías, pero le erraste feo.
Yo golpeé su hombro mientras mordía mí labio inferior.
—Y bueno che, fue como comer los tallarines con cuchara y no con tenedor.
Que molesto con la pasta que es este pibe.
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𝚁𝚞𝚕𝚘𝚜 || 𝙱𝚕𝚊𝚜 𝙿𝚘𝚕𝚒𝚍𝚘𝚛𝚒
Romance-Tus rulos combinan con los míos. -Pero los míos siempre serán más lindos. ☪ Lenguaje Argentino. Inicio: 14/05/24. Final: 26/06/24.