No sé tú.

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Pov. Bosco.

Extrañarte iba a convertirse en algo doloroso para mi vida.

Son las 11 de la noche de un sábado, en el cual mis ojos no podían despegarse del techo. Mis párpados bajaban, pero simplemente no podía conciliar el sueño como normalmente lo hacía.

No podía dejar de pensar en tí.

Hoy, en la mañana, con lágrimas en los ojos y una promesa, te dije que te amaba y me dijiste que también lo hacías, prometiendo que me esperarías. Añoro estar a tu lado, pero todavía tengo que esperar un poco.

Dirijo mis manos a mi rostro, molesto por no poder conciliar el sueño, por no poder dormir y soñar contigo. Tomo mi teléfono y entro a la galería, admirando con nostalgia algunas fotos que tenía a tu lado.

No sé tú, pero yo te he comenzado a extrañar.

Tu sonrisa, tu talento y tu forma de ser me cautivaron tanto, que ahora espero con ansias la oportunidad de estar contigo. Cada sonrisa en cada foto me hace rememorar esos momentos tan especiales para nosotros.

¡Aquí lo tengo!

¿Por qué lo tienes tú?

La sonrisa de Pedro Pablo ilumina el lugar, y Bosco no podía dejar de sonreír, evitando que el contrario logre alcanzar el pincel. Agradecía ser alto.

¡Dámelo! —exclama Pepa riendo.

Si lo alcanzas.

Sin más remedio, Pedro Pablo da un salto, tratando de alcanzar su pincel. Sin embargo, al aterrizar al suelo, pisa el pie de Bosco, y ambos caen al suelo, uno encima del otro.

¿Estás bien, Bos? —pregunta Pepa preocupado arriba del susodicho, dejando su mano en la parte trasera de la cabeza de este.

Si, gracias —dice, tratando de ignorar el hecho de que el rizado estaba sobre él.

Sus rostros estaban muy cerca. Bosco podía admirar con mayor detalle los ojos de Pepa, que eran de un hermoso color miel que lo enloquecían con solo verlos. Mira los labios ajenos sin disimulo bajo la mirada de Pepa, quien sonríe al notarlo.

¿Qué tanto miras? —pregunta juguetón, tratando de poner nervioso al contrario.

¿Puedo besarte? —pregunta sin miedo alguno, sorprendiendo a Pedro Pablo. No esperaba esa pregunta, pero luego sonríe, asintiendo con determinación.

Bosco posiciona una mano en la mejilla del rizado, y la otra acomoda un mechón detrás de la oreja ajena. Sonríe, y lo atrae lentamente hacia él, sintiendo la respiración del contrario mucho más cálida conforme se acercaba.

Finalmente, funden sus labios en un beso lento y delicado, dejándose llevar por el momento íntimo que estaban viviendo.

La foto es de aquel día en el que fue nuestro primer beso. Ya éramos novios, pero no nos habíamos atrevido a besarnos. Ese día fue tan especial y mágico, que recordarlo trae una sonrisa a mi rostro y una sensación de calma a mi cuerpo.

Adoro tu presencia, porque trae paz y tranquilidad a mi vida.

Estábamos sonriendo a la cámara, y detrás de nosotros, se veía el mural que estábamos retocando en esos momentos.

Paso a la siguiente foto, con un contexto triste detrás.

Pensé que lo lograría —expresa Pedro Pablo con lágrimas en sus ojos, sintiendo una ola de tristeza golpearlo.

One-shots || BospaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora