Beso, parte 1

245 38 1
                                    

Había una vez, en un reino muy lejano, un príncipe amable y bondadoso que quería ser libre.

Su familia le había convencido desde pequeño que el mundo exterior era peligroso y egoísta. Él creció creyendo en esas palabras, y, al cumplir 17 años, se negaba a salir del castillo por temor.

Sin embargo, en una noche de luna llena, el mundo entró a su castillo.

Un baile real se celebra. Los príncipes y las princesas de todas partes del mundo asisten y conviven con facilidad. El joven príncipe se sentía nervioso y atemorizado, incapaz de entablar una conversación a alguien ajeno a su familia. Estaba en una esquina del gran salón, con la mirada en el suelo, ignorado por todos los presentes.

—Buenas noches —Sin embargo, una persona se había acercado a él, y levantó la vista para no ser descortés—, joven príncipe. Mi nombre es Bosco Villa de Cortés.

El príncipe siente sus mejillas calientes y el calor invadir su cuerpo. Era muy atractivo.

—Buenas noches. Pedro Pablo —limpia su mano en su pantalón, un poco sudorosa por los nervios. La extiende hacia el contrario, quien corresponde con una sonrisa.

—¿Le gustaría bailar conmigo?

Pedro Pablo ensancha sus ojos. No puede emitir palabra. Siente un poco de temor, incapaz de responder positivamente con confianza. La música comenzó a sonar en una nueva melodía. Bosco puede ver ese temor en sus ojos.

—Lamento haberle indispuesto —Estaba próximo a irse, pero siente un agarre en su muñeca que lo detiene, y dirige su mirada a sus espaldas.

—Si, me gustaría bailar... contigo —dice en voz baja. Su rostro estaba mostrando toda la vergüenza que estaba sintiendo.

Las amistades y los romances en los libros de su biblioteca es lo poco que ha conocido del mundo exterior. Se preguntaba, a pesar del temor, cómo sería tomar la mano de alguien y caminar por los jardines del castillo. ¿Sentiría mariposas en el estómago?

¿Pelearía hasta el cansancio con su amor verdadero? ¿Viviría un romance de vida o muerte?

Ambos se dirigen al centro del salón. Bosco posiciona su mano derecha en la cintura de Pedro Pablo, y este se eriza ante el toque, colocando su mano izquierda en el hombro ajeno. Juntan sus manos libres, y comienzan a bailar al ritmo de la música, la cual es lenta y encantadora.

Bosco le dedica una sonrisa a Pedro Pablo, quien no dudó en corresponder con un sonrojo en su rostro.

¿Acaso el deseo de experimentar el amor no era su manera de ansiar la libertad? Su cabeza estaba llena de dudas, pero sabía que quería vivir este momento todo lo que pueda.

Los presentes observan enternecidos el baile de ambos jóvenes, que parecían estar encerrados en su propia burbuja. Salomón observa todo desde la lejanía detrás de algunas personas, teniendo un presentimiento preocupante.

Esto traerá problemas.
Concluye sin vacilar, reconociendo que lo que se venía, así fuera una simple idea, podía convertirse en una situación muy peligrosa, y que tenían que evitar a toda costa.

La melodía termina, y ambos se quedan de pie, admirando los ojos del otro con ternura. Salomón está a punto de acercarse, pero una nueva melodía suena, y todos los invitados se esparcen para continuar con el baile. El mayor se abre paso entre la gente, pero al llegar, no encuentra nada.

Bosco y Pedro Pablo salen del gran salón, adentrándose a una de las salas de reuniones del gran castillo. Con muebles de bordes y patrones dorados, mesas con floreros alrededor del cuarto y obras de arte colgadas, parecía un lugar sacado de uno de sus libros, y Pedro Pablo amaba ese ambiente. Siempre vivió de esta manera, pero estar con alguien más hacía que todo fuera algo único.

One-shots || BospaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora