Rivalidad.

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La mañana fría y nublada era deprimente. Los alumnos del colegio entran al edificio, unos con paraguas, con carpas sobre ellos o sin ningún objeto que pueda cubrirlos, corriendo a toda prisa hasta encontrar refugio. Pedro Pablo era uno de esos últimos.

Con los zapatos empapados y el buzo mojado y frío, corre por los pasillos tratando de llegar a tiempo a su primera clase del día. Finalmente, llega, evidenciando a los demás compañeros conversando entre ellos debido a la ausencia de la maestra.

Se dirige a su asiento rápidamente, dejando su mochila mojada en el suelo y recostando su espalda en la silla. Trata de regular su respiración, ignorando una mirada desagradable sobre él.

—Hola, Pepa —saluda una de sus amigas, Abigaíl, o también Abby—. Estás súper mojado, ¿aguantas así toda la mañana?

—Toca. No pude tomar el autobús a tiempo y corrí todo lo que pude —responde Pepa con una sonrisa, tratando de mostrarse tranquilo y no preocupar más a su amiga.

—¡Pepa! —llega a su lado derecho Daniel, otro amigo cercano—. Pobre de ti, debí pasar por tu casa y venir juntos.

—Te habrías mojado conmigo, así que mejor no —Pepa ríe, y sus amigos rieron también.

Siente algo ligero golpear la parte trasera de su cabeza, y la voltea, encontrando a la persona menos deseada, así que frunce su ceño y hace un puchero.

—¿Muy mojado, Pedro Toño?

—Déjame en paz, Mosco.

Regresa su mirada al frente. No estaba de humor para aguantar a Bosco Villa de Cortés, su eterno rival desde hace un año. Era un clasista, engreído y egoísta; ser amigos no estaba dentro de sus planes. Regresa su mirada al frente, dispuesto a seguir ignorando sus provocaciones.

—¡Ey, cabeza de trapeador! —exclama Bosco en tono de burla, llamando la atención del resto del salón, pero Pedro Pablo mantuvo su mirada al frente—. No te olvides de secar el piso.

—No le prestes atención, Pepa. Es un estúpido —susurra Abby a su oído, mirando a Bosco con el ceño fruncido.

—Si, es un idiota —dice Daniel en voz alta, mirando a Pepa.

Bosco logra escuchar a Daniel, se levanta del pupitre y se acerca al segundo.

—¿Qué dijiste, naco? —pregunta con una sonrisa, esperando paciente por una respuesta.

—Que eres un idiota —recalca con determinación, plantándose ante el Villa de Cortés—. No sabes nada de Pedro Pablo y aún así te tomas el tiempo de molestarlo, ¿algo que decir al respecto, Mosco?

—¿Qué insinúas?

—¿Te gusta o qué?

Pregunta sin pelos en la lengua, causando que Bosco ensanche sus ojos, incapaz de responder al momento. Daniel sonríe, satisfecho.

—Así que te gusta —Suelta una carcajada y abraza su estómago. Limpia una lágrima con su mano derecha y vuelve a fruncir su ceño hacia Bosco—. Eres un tarado, nadie te va a prestar atención si tienes esa actitud tan infantil.

—¿Quién te dijo que me gusta el Pedro Toño? Deja de inventar cosas.

—El silencio otorga. Y no hay otra explicación. Es muy evidente.

Bosco agarra el cuello de la camisa de Daniel con brusquedad, provocando una pelea de miradas que, si las miradas mataran, todo sería un caos. Ambos eran de la misma altura, por lo que su aura imponente era incómoda y tenebrosa.

—Vuelves a decir esa estupidez y no sabes lo que te espera.

Pedro Pablo se levanta de su pupitre. Su mano izquierda toma la muñeca del brazo de Bosco que sostenía a Daniel, quien no pudo emitir palabra alguna. Una mirada de ira se dirige a Bosco, quien ensancha sus ojos hacia el de cabello rizado.

One-shots || BospaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora