Confieso.

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Pov. Bosco.

La calidez de las cobijas que cubrían mi cuerpo me envolvía, impidiendo que quiera levantarme. El día era frío, el cielo estaba oscuro amenazando con una lluvia torrencial y mi solitaria habitación me ahogaba en recuerdos abrumadores. Suelo escuchar voces de aquel día, en el que mi vida se volvió un completo caos.

Pero luego, en medio de esa oscuridad, una pequeña luz, que se iba intensificando, iluminó mi camino.

Su sonrisa, su cabello, su forma de vestir y su arte iluminan mis días, sintiendo que todo lo malo que estaba a mi alrededor se desvanecía lentamente para darme la felicidad que necesitaba.

Él me da felicidad con su presencia, su apoyo y su amabilidad. Me toca el hombro con delicadeza y confianza, una confianza que he sido capaz de aceptar gustoso, apreciando esa sonrisa que siempre se asoma en su rostro para dedicármela.

Seguía siendo frío, oscuro y solitario, pero pensar en Pedro Pablo era un alivio para mi dolorosa existencia.

Eran las 8:30 de la mañana cuando desperté, y, al mirar mi teléfono, me levanto de mi cama rápidamente.

Faltaban cinco minutos para las 9:00 de la mañana, y en unas horas me reuniría con Pedro Pablo en la casa Roble.

—¡Llegas tarde! —Mis ganas de abrazarlo se intensifican al verlo abrir la puerta, pero sería algo atrevido de mi parte.

—Perdón, mi alarma no sonó a tiempo —Claramente era una mentira, pero tampoco le podía confesar que me la pasé pensando en él ese tiempo.

—En fin, vamos rápido.

La emoción se refleja perfectamente en su rostro. Sus ojos brillantes y su sonrisa radiante me hacen sonreír de igual forma. Me toma de la mano, algo que no se lo habría permitido a nadie más que a él, y salimos de la casa. Él no me suelta y me siento cómodo con su tacto.

Finalmente, después de tomar el transporte público, llegamos al cine. Para nuestra fortuna, estuvimos a tiempo, y tomamos asiento juntos en nuestros asientos asignados.

La película comienza, con introducciones épicas y luego el título de misma. Sin embargo, mi atención estaba centrada en Pedro Pablo, quien miraba con detenimiento y alegría el inicio de la película. No puedo evitar sonreír, e incluso, de tocar su mano.

—¿Todo está bien? —Él parecía sorprendido por mi toque repentino, y los nervios me invaden de forma descontrolada.

—S-si. N-no te preocupes —mis palabras salen en balbuceos, y mi rostro se pone rojo ante la situación. Había sido imprudente, pero no pude evitarlo.

No dejaba de pensar en la posibilidad de que yo le guste tanto como él a mi. Confieso que no te dejo de pensar ni un segundo, Pedro Pablo.

Me gustaría poner todo lo que siento por ti en palabras sinceras.

Después del fin de la película, nos dirigimos a la casa Roble, donde nos esperaba la familia con un gran almuerzo. Me sentía feliz, envuelto en una calidez que me era imposible de explicar.

La tarde se fue tan rápido hablando con Pedro Pablo sobre nuestros sueños, unos más grandes y ambiciosos que otros. Sobre nuestro futuro, el cómo nos veíamos de aquí en 10 años, y sobre nuestras familias, del cómo seríamos capaces de darlo todo por ellos. Confieso que nunca había perdido la noción del tiempo antes de conocerte.

—Te imagino en Europa presentando tus obras, siendo un orgullo para tu familia y para el país.

—Algún día sucederá.

Estábamos acostados en la azotea sobre una manta, mirando las estrellas y hablando sin parar.

—Estoy haciendo otro mural.

—¿En serio? Es fantástico. ¿Puedo verlo?

—Pues, si quieres. No creo que lo entiendas por ahora, pero vamos.

El se levanta y extiende su mano para ayudarme. Tomo su mano, quedo de pie a su lado sin soltarlo, muy cerca de él para mi raciocinio.

¿Si quiera debía pensar en la posibilidad de confesar mis sentimientos?

Esos ojos color miel bajo la luz de los bombillos y la luna en el cielo me hipnotizan. Me llevan a un camino de alegría que, sin él, habría sido imposible de construir. El corazón me está ganando. Quería hablarle de mis sentimientos.

—¡Ya está la cena!

La voz de Salomón Roble en el primer piso me interrumpe, sintiendo la tensión subir por mi espalda hasta llegar a mi cabeza. Algún día me vengaría de esa interrupción tan precisa.

—Tenemos que ir —dice con un tono amable, soltando mi mano lentamente e invitando con sus gestos a responder al llamado.

No quería soltar su mano.

La cena transcurrió con tranquilidad y algo intensa, como solía ser la familia Roble. Hablaban de tantas cosas al mismo tiempo que me volvían loco, pero mi mirada se centra en Pedro Pablo, y la tranquilidad regresa a mi, permitiendo que pueda terminar la cena que me fue dada.

Y así como él me brindaba tranquilidad en momentos como este, estuvo presente en mi peor momento. Cuando me sentía destruído y desmotivado, él encontró la forma de guiarme a un rumbo más pacífico y alentador, donde todo terminó saliendo a la luz para hacer justicia.

Se volvió de pronto tan importante en mi vida.

Era tarde y debía irme a casa, pero, sinceramente, quería quedarme para no alejarme de Pedro Pablo. Hoy casi consigo que mi valentía resalte, pero fui interrumpido vilmente.

Estoy en la puerta de la casa Roble, a punto de irme, y el último en despedirme es él.

—Descansa, Bos. Fue un día increíble.

Me muestra su sonrisa radiante de nuevo, y sonrío de forma instintiva. El cubre mi mano entre las suyas y me mira a los ojos.

—Cuídate, por favor. Llama cuando llegues a casa.

Me siento enternecido por sus palabras, y, nuevamente, tenerlo tan cerca de mi hace a mi emoción florecer sin control.

Esta vez no voy a soltarte.

—Pedro Pablo.

Lo llamo por su nombre y él me mira confundido sin soltar mi mano.

—Yo... no sé que hacer con estos sentimientos que tengo por ti —comienzo a decir, aún algo nervioso por su reacción—. Solo tú me haces sentir que estoy completo, que mis dias se vuelven cada vez mejores y que las lágrimas, que antes derramaba de tristeza, ahora caen por la alegría que me genera estar a tu lado.

Él parecía confundido, pero yo estaba más seguro que nunca de lo que tenía por decir. Me mira con sus hermosos ojos color miel, y de mi boca solo pueden salir halagos de su indiscutible belleza interior y exterior.

—Espero tenerte siempre a mi lado. Te quiero, Pedro Pablo.

Noto que él suelta un suspiro, algo que me preocupa enormemente.

¿Acaso había dicho algo mal?

Sin embargo, toda duda se desvaneció cuando bajó su mirada y tapó su rostro con sus manos.

De repente, me mira a los ojos de nuevo, y, con una determinación impresionante, sonríe hacia mi.

—También te quiero, Bos. Más de lo que imaginas.

En un impulso, acaricio su mejilla con mi mano derecha, conteniendo mis deseos de besarlo. Él sube su mano hasta la mía. Se acerca un poco a mi, causando un revuelo de emociones.

—¿Puedo besarte?

Y la respuesta no se hizo esperar.

Me acerqué rápidamente y logro posicionar mis labios sobre los suyos con delicadeza. Él me corresponde con una sonrisa, mientras yo me enfoco en transmitir mis sentimientos en el beso.

Esos labios que tanto soñé, finalmente estaban sobre los míos.

...

Viva Humbe!
No hay mucho que decir, me enfoqué en Bosco y me gustó mucho abordar su perspectiva. Voy a hacer más así.

Muchas gracias por leer, por todo el apoyo, se les quiere 💞

One-shots || BospaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora