Capitulo XXV: El efecto y la maldición

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Selene

¿Será que alguna vez el drama me va a dejar tranquila por un día? No me quejo de que Nate, me haya dicho que quiere ser mi novio, pero lo de Maximilian me tiene con un sin sabor. Siento que algo falta, por eso accedí hablar con él sobre lo nuestro, sé que ese capítulo de mi vida  le falta cerrarse y espero mañana o bueno hoy... en la tarde lograrlo.

Pero por el momento me voy a concentrar en el hombre que me tiene sentada de medio lado en su regazo, que con sus besos me roba el aliento, la razón y enciende las llamas de mi cuerpo con un simple toque, lo cual es embriagador porque nunca me había sentido así. La verdad, no sé cuanto llevamos así, pero se que estamos a nada de arrancarnos la ropa y follar aquí mismo. Podríamos hacerlo, ya que está bastante oscuro y oculto a la vista, pero no quisiera que uno de mis hermanos o amigos me encontrara en esta situación, por no decir que sería el objeto de burlas favorito, ya que yo he hecho lo mismo en ocasiones pasadas.

Simplemente no les daré el gusto, así que con mucho dolor finalizo nuestra sesión de besos candente.

―Deberíamos parar o sino vamos a terminar follando aquí.―Susurro a milímetros de los labios del rey, que me tiene aprisionada en sus fuertes brazos, no sé en que momento cambié de posición, pero me encuentro ahorcajadas sobre él.

―No daríamos mal espectáculo―dice socarrón

―Ya lo sé. ¿Pero te gustaría que a tu hermosa novia la vieran desnuda otros hombres?―me meto un poco con él, me he dado cuenta de que es muy celoso, lo confirmo cuando gruñe y me aprieta más contra su pecho, suelto una leve risita.

―Joder, esa mierda si que no―Me agarra de la parte de atrás de mi cuello y hace que clave la vista en sus hermosos ojos que en este momento están llenos de posesividad―Nadie te puede ver desnuda, más que yo ¿entendiste?

―Mmm. Me lo pensaré.―Aprieta un poco más el agarre y me da una nalgada fuerte con su mano libre que enciende mi sexo.―Si, entendido mi rey.―Me asiente complacido y me suelta, aprovecho para sentarme a su lado y pasar mis piernas por encima de las de él.

―Me gusta más como estábamos antes―Me acaricia las piernas con sus enormes manos y deposita un beso en mi cuello que me eriza la piel, una de sus manos sube por mi muslo izquierdo, generando que mi centro palpite ante la expectativa , pero antes de que empecemos hacer algo más él y yo debemos hablar.

―Oye, quieto lobo lujurioso tú y yo tenemos una conversación pendiente―Le doy una palmadita a su mano inquieta, para de subirla, pero no la quita. Me mira como un cachorrito que le han quitado su dulce.―No me mires así, que contigo soy más fácil que la tabla del cero.―Se ríe mostrándome su perfecta hilera de dientes.

―Está bien hablemos peach.―Me deja un besito pequeño en mis labios.

Empezamos hablar de todo lo que ha pasado y ha dejar las cosas claras, me cuenta como se ha divertido en el pasado y cómo trataba a las mujeres, a decir verdad, bastante mal. Tenía miedo de que, si me enteraba de algo, no iba a querer estar más con él, me explica lo sucedido en el restaurante y me reafirma que no tenía ninguna intención con esa mujer, el miedo a que yo lo viera le ganó, por lo que no supo actuar apropiadamente. Por mi lado le dejo en claro, que lo que haya hecho o dejado se hacer con las mujeres que pasaran en su vida me trae sin cuidado, lo único importante para mí es cómo se comporta estando conmigo, a lo demás no le presto atención, él era libre de hacer y deshacer como le viniera en gana, lo que me importa a mi es el ahora.

―¿cómo es que no te molesta lo que acabo de decir?―Me mira como si tuviera un tercer ojo.

―Tríos, cuartetos, estar con diez mujeres a la vez y desecharlas como si fueran basura, entre otras cosas...me trae sin cuidado.―digo tranquila―Las personas que se molestan por eso, es porque son inseguras y no se siente suficiente para sus parejas.―Lo miro fijamente a los ojos con determinación―Yo no soy insegura, no tengo nada que envidiarle a las demás personas, no hay palabras para describir mi genialidad, las personas que están conmigo son privilegiadas, hay gente muy estúpida para no verlo y los saco de mi vida activando su maldición.

Reina de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora