Presa.

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Había pasado más de un mes desde que le había prestado cincuenta dólares a Stacy, no la conocía muy bien, pero en ese momento parecía desesperada, así que no pude negarme ante su petición. Hace un mes no necesitaba dinero, pero últimamente mi madre había dejado de comprar comida y todo en mi casa era un desastre, no quería pedirle más favores a Thomas, quien parecía demasiado inmerso ya en sus propios problemas de desamor, así que decidí que le cobraría el dinero a Stacy, aunque esta misma ya no iba a clases.

Le pregunte a George y me comentó que la había visto reunirse con sus amigos en la parte trasera de la cancha de futbol, así que esta tarde iría a verla.

Me recosté sobre la cama mirando hacia el techo y suspiré. Había pasado un tiempo dándole vueltas a la misma pregunta, ¿Qué era lo que deseaba de mi vida? Pronto entraría a la Universidad y no estaba seguro de lo que deseaba hacer. Toda mi vida, lo único que quise fue ir con Thomas a la universidad, podía imaginarnos ahí, recorriendo los pasillos, tomando ciencias juntos, realizando experimentos de química, riendo en el jardín. Pero todo ello eran imágenes sin rumbo, sin sentido real, nunca había pensado en lo que deseaba hacer de mi vida, ¿En quién deseaba convertirme? ¿Qué modelo de persona tenía que ser?

Las preguntas daban vueltas en mi cabeza como mosquitos por la noche, intenté ahuyentarlas, pensar en eso era tan asfixiante, ¿Por qué tenía que decidir ser alguien? ¿Qué cualidades...? Oh, ¿Puedes verlo ahora? Cualidades, adjetivos, palabras y más palabras.

Eithan, una palabra en blanco, sin un contenido.

Entonces podía comenzar a llenarla de significados: Eithan, el caballero, Eithan, el vagabundo, Eithan, el castaño con pecas de luna, de cráteres de luna. Eithan, el romántico, Eithan, el anarquista, Eithan el perfeccionista, el modelo de hijo, el inteligente o el no muy sabio... todo esto seguía dando vueltas en mi cabeza, me dolía pensar.

¿Quién era Eithan?

E-I-T-H-A-N

De pronto algo me sacó de mis pensamientos, era mi madre, acababa de entrar, estaba ebria otra vez, no puedo soportarlo, un dolor se acumula en mi pecho y no logra salir.

- ¿Qué hay de comer? – pregunta, me tapo con la almohada - No hiciste nada, niño malcriado – Se exaspera, una puerta se azota y su voz desaparece en el vacío... Cierro los ojos, me siento en paz.

A la mañana siguiente me levanto muy temprano, tomo mi mochila y todas las cosas del día, un cuaderno gris, creo que era de Geografía... uno amarillo, y uno verde, este tiene un dibujo de rana en la portada, oh, debe ser de ciencias.

Nada que comer, una botella de agua. Salgo.

El cielo se ve gris pálido, se encuentra nublado, el viento es algo fuerte y golpea los árboles, olvide mi campera, camino en línea recta, paso todas las calles, encuentro el estadio de futbol; ahí a lo lejos puedo verla, una figura femenina con cabello rubio ceniza, ella es bonita, tiene unos grandes ojos azules muy claros, labios rojos pintados aún más rojos, y un impermeable verde, a su lado puedo visualizar más caras, todas borrosas, dos o tres, no importa, sólo quiero mi dinero y marcharme.

Me acerco y ahí está ella, no parece estar en sus cinco sentidos, hay algo en sus ojos...

- ¿Quién eres? – pregunta una voz masculina, no volteo

- Vengo por mi dinero – me dirijo a Stacy intentando sonar firme

- ¿Tu dinero? No lo tengo – Su voz se escucha ida

- En verdad lo necesito... yo...

- Pregunte tu nombre – la voz se intensifica, volteo y ahí está, frente a mí, un rostro totalmente pálido, parece salido de ultratumba, su cabello es blanco, su mirada es penetrante, su voz es muy profunda... No puedo moverme, me siento atrapado, ¿Atrapado por qué? ¿Por qué no puedo? Es como si me encontrara congelado

- ¿No me dirás tu nombre? – Repite, y puedo ver media sonrisa formarse en su rostro pálido

- Soy, Ei- Eithan – titubeo, camino sobre arenas movedizas

- ¿Quieres uno? – extiende la mano y entre los dedos blancos se asoma un cigarrillo

- No fumo, gracias – Logro recuperar la voz

- Vamos, sólo uno – insiste, pero realmente deseo irme, hay una sensación en mi cuerpo, lo recorre por completo, es como una advertencia. Había visto esos programas de animales, donde el león observa al venado, se mueve lentamente hacía el para atraparlo, momentos antes el cérvido lo sabe, se queda congelado, hay algo en su cuerpo, una señal, momentos previos al desastre. Está preparado, tomará toda la energía para huir, es lo que siento en este instante.

El león se acerca, una sonrisa burlona en su rostro, su postura es firme, su personalidad elocuente, llena de vida, desbordando seducción. Puedo oler la marihuana desprendiéndose de su ropa, todo se congela, miro sus manos, los dedos son tan largos, miro su cuello, observo sus labios, estoy atrapado.

- ¿Qué pasa, estás nervioso? – inclina su cuerpo hacia mí, no puedo responder, todos comienzan a reír a mi alrededor, me siento tan mareado

- Ya- Ya debo irme

- ¿Tienes novio? – su mano se dirige hacia mí, intento escapar con el cuerpo, me alejo

- No, no me gustan los hombres – digo firmemente, intento recobrar la fuerza

- ¿De verdad? – se ríe

- Pero tú sí tienes novio – advierte Stacy – Y esto no le gustaría – Siento un choque eléctrico recorrerme, me duele el estómago, es como si hubiera bichos dentro, intentando devorar mis carnes

- A la mierda mi novio – afirma, se acerca, sus ojos son tan azules, me pierdo dentro de ellos - ¿De verdad no te gustan los hombres? – se inclina mucho más, puedo oler su perfume, una sensación recorre mi cuerpo. Es el león, tiene a la gacela atrapada, en un momento puedo sentir sus labios, se funden con los míos y no puedo escaparme, cuando se aparta estoy temblando por dentro. – Ya veo que no te gustan – se mofa y todos comienzan a reírse

- No, es que me tomaste desprevenido – Contesto, intentando defenderme. Puedo sentir mis mejillas sonrojarse, estoy ardiendo, de ira y de... otro sentimiento que aún no identifico

- ¿En serio? – se acerca nuevamente, comienza a besarme, me toma entre sus manos con fuerza, mi cuerpo se estremece, puedo sentir la sangre subir a mi cerebro, hay una fuerza que me empuja a su cuerpo, es como beber agua después de haber ocultado una sed insaciable. Siento sus manos ir debajo de mi camisa, mis mejillas arden, sujeto su cuerpo contra el mío con firmeza, siento que tengo hambre y él es la carne al rojo vivo con la sangre. De pronto, se aparta y comienza a reír, mis músculos están tensos, mis mejillas rojas y mi cuerpo caliente, me siento avergonzado, todos me miran mientras ríen.

- ¿También estabas desprevenido ahora? – pregunta, y no puedo defenderme

- ¿Quieres? – me ofrece un cigarrillo nuevamente. Ya es muy tarde, ya no puedo huir, el león atrapó al ciervo. 


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