Celos.

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Pasé la noche en la Van de Maximilian, habíamos estado fumando, bebiendo y teniendo sexo, al final se quedó dormido, me sentía culpable todavía por haberme acostado con otro hombre, así que me levanté temprano y comencé a prepararle el desayuno. Haría huevos revueltos con hot cakes y café antes de que despertara. La cocina olía tan bien, de vez en cuando giraba a mirarlo, se veía tan indefenso mientras estaba dormido, ojalá pudiera verlo todo el tiempo así, tan pequeño y delicado, como un niño que acaba de caer rendido en la cama. Sin embargo, aún después de todo esto, aun había algo en su cuerpo que me hacia sentir que su presencia siempre estaba alerta, que no dormía tan profundamente como aparentaba. Terminé el desayuno y lo acerque a la cama, me senté en el borde de esta y comencé a contemplarlo, mire su espalda ancha, que se alargaba hasta la cintura, era como contemplar una de esas esculturas griegas, él era tan hermoso, tan exorbitante. Había algo en su cuerpo, una especie de esencia personal que lo envolvía.

Entonces me di cuenta de las cicatrices por todo su cuerpo, no las había notado antes, ahora que el tiempo transcurría con más armonía y no en un desenfrenado arrebato de pasión podía verlo. Marcas de cinturón por toda su espalda, siendo borradas poco a poco con el tiempo. Sentí una rabia profunda recorrerme, quería matar a quien sea que le hubiera hecho eso, aunque estaba casi seguro de saber quién era. Si él lo supiera, era sólo un niño, no merecía pasar, por tanto. Y estoy seguro de que no me lo había contado todo.

Acerque mi mano a sus cicatrices y las acaricie, quería curarlo, abrazarlo contra mi pecho y decirle que llorara todo lo que quisiera finalmente. Había un enorme deseo de dejarlo romperse en mi pecho, necesitaba ver su vulnerabilidad, y creo que la buscaba incesantemente, inanemente.

De pronto comenzó a despertarse, dio un bostezo y me miró, por un instante olvidó su actitud severa y sonrió, miro el desayuno y se alegro realmente.

- ¡Oh, huele tan bien! – se acomodo en la cama

- Lo hice para ti

- Se ve exquisito, gracias – tomo la cuchara y comenzó a comer, luego volteo a verme y sonrió de nuevo

- ¿Dormiste bien? - pregunté

- Soñé que me peleaba con Garry

- ¿Quién es Garry?

- Oh, un maldito pandillero que se mete conmigo. Creo que me tiene envidia. ¿Quieres un poco? – dijo ofreciéndome un poco de huevo

- No, gracias

- Cocinas bien

- Gracias, me halagas

- Realmente deberías, porque no me gusta cualquier comida. Tengo un sentido muy especial... para eso.

- ¿A qué te refieres?

- Me gusta cocinar, aunque no lo parezca, es mi hobbie favorito

- Oh, que interesante... con razón había tantos sazonadores en la alacena

- Sí, también cocino marihuana – comenzó a reír

- Tal vez un día podrías cocinarme algo

- Lo haré

Una vez que termino de comer nos recostamos juntos, parecía encontrarse más feliz de lo normal. Me daba pequeños besos en la mejilla, me sujetaba con fuerza entre sus brazos y sonreía. Decidimos ver algo en el televisor, una de sus series favoritas, era una caricatura.

Me sentía tan cómodo a su lado, quería unir mi cuerpo con el suyo para siempre, había un calor en él que no había experimentado antes, sentí que ya nada podía salir mal.

Lo abracé con fuerza todo lo que pude. – Te quiero – le susurré al oído, él no dijo nada

- Eres dulce, Eithan – pronunció de repente

- ¿Eso te gusta?

- Creo que es interesante

Lo bese suavemente.

- También eres muy soñador, y creo que es encantador. A veces yo quisiera serlo, pero siento que estoy demasiado arraigado, los sueños son para los poetas

- Podrías ser un poeta, podrías ser lo que quisieras en el mundo

- No estoy seguro. Pero es un poco... encantador verlo en ti

- ¿Qué?

- Esa ensoñación, como de un niño...

Se giro a mirarme y comenzó a besarme, esta vez sus besos se sentían más suaves, me toco con suavidad y me abrazo con fuerza.

- Eres mío – susurró, esto provoco que un escalofrío me recorriera el cuerpo

- Tú...

- No, shh, no es verdad – musitó y volvió a besarme; de pronto, ambos sentimos una vibración que provenía de mis pantalones. Max se alejó un poco y yo saqué el celular, el cual había sido el causante de la vibración. Prendí la pantalla y un mensaje de Tom se asomó. "¿Dónde estás?"

Gire a ver a Max y este se había alejado, intente acercarme, pero se alejó mucho más.

- Contesta – pronunció

- No ahora

- Contesta

- Pero... - intente acercarme, más me miro con una frialdad inquebrantable

- Basta ya

- Max...

- Estás sofocándome – se levanto de inmediato intentando tomar aire – Necesito que te vayas, vete – ordenó con firmeza

- Max... por favor – sentí que las lágrimas se acumulaban en mis ojos

- ¡Dije que fuera!

- Max... no me iré. ¿Qué sucede?

- ¡Con un demonio! ¡Ya sal de aquí!

- No – me aferré

- ¡Mierda! – parecía ansioso, se acercó al buro, pero antes de que pudiera sacar la bolsa la tome y la oculte en mis manos

- No harás eso

- Dame la puta bolsa, Eithan, es una advertencia – parecía realmente molesto

- Necesito que hablemos

- ¡Y yo necesito mi puta bolsa!

- Siempre haces esto, siempre que quieres evadir algo que sientes

- ¡Mierda! Deja de decir esa maldita palabra

- No, sabes que es verdad

- ¡Dame la puta bolsa! – se acercó a mi enojado intentando quitármela, pero me aferré a ella

- ¿Qué sientes? Por favor, hablemos

- ¡Estoy enojado contigo, sal de aquí! – cada vez se enojaba mucho más

- No, dime por qué te enojaste

- ¡Mierda! – tomo una botella de cerveza y la arrojo al suelo - ¡Sal de aquí Eithan, no quiero lastimarte!

- Sé que no lo harías

- No me conoces

- Max

- Eres un testarudo, realmente no te soporto – Se dio la media vuelta y salió por la puerta, intenté perseguirlo, pero ya era demasiado tarde. 

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