Verguenza.

560 102 19
                                    

Aquella tarde salí de la Van, totalmente drogado, caminé por la acera sin rumbo y no podía pensar, las ideas se acumulaban en mi mente como nudos y se perdían una dentro de otra, tomé mis audífonos y me puse a escuchar una canción. Era hermoso, y es lo único tan hermoso, que sé que siempre extrañare de estar drogado, la forma en que la música te hace sentir, la forma en la que se hunde entre las circunvalaciones, dentro de los recovecos. Creo que nada puede igualar a la sensación de escuchar música mientras se está drogado.

El mundo se sentía suave, y una brisa me llevaba con soltura, hasta que tropecé. Abrí los ojos y frente a mí vi a Tom, sentí que el corazón se me escapaba del pecho. Mis ojos se abrieron llenos de miedo, y quise volver en mí, pero una fuerza más grande arrastraba todos mis sentidos.

- ¿Eithan? - escuché su voz recorrer el aire, me sentí caer

- Tom - hablé, y sentí que mi voz se sofocaba en un susurro

- ¿Estás bien? - me miro consternado, sentí que sus ojos eran dos flechas que me atravesaban

- Sí, debo irme - dije intentando huir, pero él me detuvo 

- ¿Por qué no has respondido a mis llamadas?

No dije nada, lo mire y sentí que la cabeza me pesaba

- ¿Por qué no has entrado a clases? ¿Y quién es Maximilian? - preguntó certero, no sé cómo lo sabía pero ahora mi estomago estaba hecho un nudo, no dije nada

- Eithan, dime algo, por Dios

- Debo irme - arrastré las palabras. Frunció el ceño

- ¿Estás? - se acercó a mi rostro y sujeto mi barbilla con una mano - ¿Estás drogado? - cuestionó con dolor 

- No - afirme intentando salvarme, salvarnos de esta situación

- Eithan. ¿Estás drogado?

- Debo irme

- Eithan, ¿Qué te metiste? - su voz comenzaba a sonar cada vez más preocupada

- Debo irme - me sentí tan mareado, y el corazón me iba a mil por hora, entonces sentí un sabor metálico en la boca, la gomita de marihuana comenzaba a pegar mucho más

- Vamos a mi casa

- No

- Tenemos que hablar

- No

Tom me jalo del brazo y yo comencé a sentir que la tierra se hundía, no podía caminar bien, los sonidos de los automóviles me dejaban aletargado, y una ansiedad enorme me invadió, mire a Tom y de pronto pareció un extraño, comencé a pensar que quería raptarme y debía huir de ahí, sentí que se burlaba de mí, pensé que me odiaba.

- ¡Déjame, déjame! - comencé a gritar mientras intentaba zafarme

- Eithan 

- ¡Quieres hacerme daño, déjame!

- Eithan basta - sus ojos se llenaron de lágrimas

- No, no, no - me liberé y llevé mis manos hasta mi cara, la gente giro a mirarme, sentí que se reían de mí - Necesito estar solo - comencé a respirar agitado

- Eithan, ¿Qué te sucede?

- No, vete, váyanse, déjame - comencé a temblar

- Eithan, me preocupas - intentó tocarme

- ¡Ya déjame! - grité y eche a correr, crucé la calle acelerado y sentí que moriría, caminé muchas cuadras y no podía calmarme, nunca me había sentido tan mal. Caminé hasta la casa de Charlie y toque a la puerta, él abrió y al verme en ese estado me hizo pasar de inmediato. 

- Eith, mi amor. ¿Qué te pasa?

- Necesito agua, comida, agua - titubee, estaba demasiado drogado. 

Él me llevó agua y yo la tome con angustia, pero incluso el pensamiento de tomarla me hacía pensar que me ahogaría, la comida se sentía horrible en mi boca y tenía miedo de asfixiarme. Comencé a llorar de la ansiedad. Charlie trajo una botella de CBD que le daba a su perro porque padecía ansiedad, y me hizo tragar unas gotas. Poco a poco fui sintiendo que mi pulso regresaba a su normalidad y deje de temblar.

Charlie me abrazo y me sentí a salvo, lo sujete con fuerza y no lo quería soltar. 

- Ya pasó, todo está bien ahora - dijo mientras acariciaba mi cabello con dulzura 

- Santo cielo - respiré profundo, mire mi celular y Tom había dejado demasiados mensajes 

Tom: Eith, tenemos que hablar, esto es muy serio

Tom: Por favor dime donde estás, estoy muy preocupado

Tom: Eithan, ¿Por qué te pusiste tan mal? ¿Te has drogado con algo más que marihuana?

Tom: Eith, por favor, no te juzgaré, sólo quiero ayudarte

Tom: Por favor contesta

Tom: ¿Estás bien?

Tom: Por favor, dime algo

Entonces decidí responder, para calmar su angustia.

Eithan: Estoy bien, no me mandes más mensajes

Pero Thomas tenía razón, no podía seguir así, no podía seguir perdiéndome en la droga de esa manera, aún me hacía esa pregunta. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué seguía? ¿Qué es lo que pasaba?

Lo decidí entonces, lo iba a dejar, incluso si no podía encontrar la respuesta de la raíz de mi adicción. 

Cigarrillos usadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora