Rabia.

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Al día siguiente fui a la escuela e intenté no pensar en Max, por la noche me había sentido enfermo, pero ahora estaba mejor. Cuando Tom llegó parecía encontrarse extremadamente feliz. Comenzó a hablarme sobre su cita con Clarisse, la nueva chica que conoció en el metro. Sentí rabia y celos. Aquello me afectó realmente, cuando terminó la clase desee irme, no podía respirar bien, creo que me estaba dando un ataque de pánico. Sé que amaba a Thomas desde hace mucho tiempo, pero conforme pasaban los días me daba cuenta más y más que él no tenía ningún interés en mí, al menos no uno que fuera amoroso.

Caminé sin rumbo y sentí un dolor en mi pecho, pero ya no era sólo dolor, eran celos mezclados con rabia, ira. Estaba enojado por todo eso, por mi mismo. Por amar tanto a alguien que no me correspondía, por no haberlo eliminado de mi corazón mucho antes. ¿Por qué lo había conservado? ¿Acaso había una esperanza? ¿O algo parecido? Era inane. Tenía que sacarlo de mi. No podía dejar que me siguiera hiriendo de esta manera, y sé que él no tenía la culpa. ¿Qué culpa tiene alguien de ser amado?

Pensé en Max, cuando estaba con él todo era diferente, me sentía vivo y sentía que el mundo se expandía, se creaban nuevos horizontes. Olvidaba a Tom y todo lo que pasaba en mi vida. Quería volver con él.

Ya la nausea había pasado y ahora me guiaba un sentimiento de ira, camine hasta la casa de Max y toque dos veces. Él abrió la puerta, se veía un poco drogado.

- ¿Eithan? ¿Qué haces...? – no lo deje terminar, me arroje a su rostro y comencé a besarlo con fuerza, con ira desapasionada, estaba enojado con el mundo y él era un lugar donde podía purificarme. Liberarme de toda la ira, de todo el dolor. En sus manos, en su cuerpo, en sus labios. Quería entregarle todos mis pecados, toda mi angustia, él podría cargarla por mí, era tan duro como una piedra y tan santo como un tótem. Santo, no en la palabra literal, sino en la imaginaria, un santo para mí, un demonio o un ángel caído, donde podía liberar mi espíritu.

Cerró la puerta con un puntapie, y pronto él tomo el control de la situación, me tiro contra la cama, sacó mi camisa con fuerza y se quitó la suya, comenzó a besarme y tocar todo mi cuerpo, ya no me sentía dueño de mí, desató mi cinturón y bajo mis pantalones en un instante, al siguiente momento ya no tenía los suyos; sentí mi corazón correr con mil caballos de fuerza, él me sujeto con fuerza, se quito los calzoncillos, y al verlo desnudo mis genitales se estimularon más. Con su mano empujo mi cabeza hacia abajo, y no pude negarme, era como si estuviera dentro de mí, el deseo y la necesidad de hacerlo, comencé a realizarle sexo oral, él empujaba mi cabeza con fuerza, no podía resistirme, sentía que me ahogaba.

- Sé un buen niño

Yo seguía intentando, de forma inexperta, hasta que él me dejo libre y me jalo hacía él, dominaba mi cuerpo como si fuera un muñeco de trapo, ni siquiera sentía la necesidad de resistirme, era tan natural. Me giro contra la cama con fuerza y sujeto mis manos. Sentí su genital en mi espalda y en mis glúteos, pero él no realizaba ningún otro movimiento. Me tenía atrapado contra la cama esperando, un deseo infernal se apodero de mí.

- Hazlo – susurré

- ¿Qué? No te escuché

- Por favor, hazlo – musité

Fue entonces que se introdujo en mí, y sentí como golpeaba con fuerza. Un placer exorbitante se apodero de mi cuerpo, ni siquiera soy capaz de explicarlo.

- Sí – gemí, entonces se detuvo - ¿por qué te detienes? Hazlo, por favor, sigue – retomó el ritmo, se detuvo de nuevo – Por favor, no te detengas

Mi cuerpo experimentaba sensaciones que no soy capaz de describir, era tan increíble. Una fuerza se apodero de mí, él era mi dueño en ese instante y a mi me gustaba. Creo que a él le gustaba la sensación de dominarme, de verme sufrir, era sadismo puro.

Una vez que terminamos, él tomó un cigarrillo y lo encendió para llevarlo a su boca. Yo me abrace a su torso y lo sujete con fuerza, no quería soltarlo.

- ¿Te gustó? – preguntó con egocentrismo mezclado

- Sí, fue increíble

- Meh, fue muy normal. Tienes mucho que aprender – esto me hizo sentir tan pequeño, había un deseo creciendo en mí, necesitaba agradarle, quería que estuviera orgulloso de mí

- ¿Puedes enseñarme?

- Lo haré – afirmó – Ten, toma este cigarrillo, quiero que lo fumes – Yo ni siquiera titubee. 

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