Dolor.

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Los días siguientes se volvió mucho más cercano, un día me preparó lasaña, y otro día incluso cocinamos hamburguesas juntos. Comencé a notar que un nuevo sentimiento crecía en mi pecho, ya no era deseo egoísta o necesidad, ahora era un sentimiento dulce el que me recorría. Me estaba enamorando.

- Quiero confesarte algo – me dijo un día

- ¿Qué ocurre?

- Creo que tienes razón, creo que en el fondo me siento... débil. Pero no quiero sentirlo, no puedo... yo... - pronunció con nerviosismo

- Está bien, a veces ser débil es bueno - dije mientras tocaba su espalda

- No podría, si permito que ese sentimiento salga, se apoderaría de mí

- ¿Por qué te sientes débil? – pregunte entonces

- Yo... no estoy seguro. Creo que, es... mi familia. Mi madre, está muy enferma, y yo, hay noches que estoy aquí, me siento tan solo. Siempre que hablas de eso, de esa... fuente de calor y vida, del amor... yo pienso que.... Debe ser algo hermoso... no sé si soy capaz de conservar algo tan bello sin romperlo, Eithan...

- ¿A qué te refieres?

- Cuando era un adolescente, una amiga me regaló una mariposa, era tan pequeña y hermosa, estaba encerrada en un frasco, sólo tenía que alimentarla y darle agua, siempre estaría ahí para mí... tenía unos colores exorbitantes, azul y verde, con manchas oscuras... Pero un día... olvidé alimentarla, fueron varios días, tal vez tres... mi madre y mi padre se habían peleado, así que me sentía muy enojado. Salí de casa y no volví. Fui con unos amigos y nos drogamos... Cuando regrese la mariposa estaba muerta... en el frasco – su voz tembló – estaba muerta, Eithan, por mi culpa – sus ojos se llenaron de lágrimas – Yo la quería, juro por dios que la quería... - Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas – Mierda – intento limpiarse las lágrimas

- Está bien, está bien – lo abracé, y entonces no pudo contenerse, comenzó a llorar de verdad, gimoteaba y se encorvo entre mis brazos, creo que después de un tiempo ya no lloraba sólo por la mariposa, creo que lloraba por todo lo que no había llorado antes.

- Me siento tan solo, Eithan – decía entre lágrimas – Tengo tanto miedo de que alguien más me lastime

- Nadie más te lastimará, todo estará bien, lo prometo, lo juro – dije mientras acariciaba su cabello entre mis dedos

- No está bien

- Shhh

- No quiero

- Todo está bien, tranquilo

Siguió llorando por alrededor de quince minutos, hasta que sus gemidos se volvieron murmuros, y se quedó dormido. Fue la única vez que lo vi llorar.

Al siguiente día nos encontrábamos recostados en su cama, él me abrazaba con ternura, después de haber tenido sexo, yo lo contemplaba con amor y él no decía nada, creo que intentaba conectarse emocionalmente de alguna forma, aunque todavía algo dentro suyo lo impedía.

- ¿Si pudieras ser un animal, cuál serías? - me preguntó entonces, mientras acariciaba un rizo de mi cabello con su dedo

- Un dientes de sable - afirmé - ¿Y tú?

- Un albatros

- ¿Por qué? - lo mire fijamente 

- Son aves hermosas - afirmó - Cuando era niño, era muy cercano a mi abuela... ella me llevó al mar por primera vez - pronunció entonces, tomando una fotografía que estaba a un lado de su buró y ya había visto con anterioridad, pero a la cual jamás le presté tanta atención - En esa costa había cientos de albatroces, entonces me prometí a mi mismo que un día yo también me iría, volaría más allá del mar, a las tierras inexploradas - me tendió el retrato y pude ver a su abuela de espaldas, y un montón de albatroces volando sobre el mar, el cual era de un azul oscuro tan profundo que parecía ser la misma oscuridad.

- Es una fotografía hermosa - afirmé - Y un sueño conmovedor - sonrió

- Si pudieras comer una comida durante toda tu vida, ¿Cuál sería? - cuestionó

- Spaguetti - pronuncié - O Pizza, también me gustan las hamburgesas... espera, el pastel de chocolate... mmm, demonios, hay mucho que elegir - Max comenzó a reír 

- Yo comería ramen y sushi, jamás me harto de ellos, podría comer toneladas y todavía querer más 

- Es una gran opción - afirmé - ¿Si pudieras ir a cualquier país del mundo... dónde irías? - pregunté 

- Creo que es muy obvio - dijo - Japón, o China. ¿Y tú?

- Francia - pronuncié casi sin pensar, y entonces sentí que se me hacía un nudo en el estómago, él lo notó

- ¿Está todo bien? - preguntó

- Sí, es sólo que... recordé, algo que deseo olvidar

- Entiendo

- Pero no importa - tome su cara entre mis manos y comencé a besarlo - Eres tan hermoso, tan hermoso como una pintura - afirmé, él pasó sus dedos entre mi cabello y comenzó a besarme. Luego se levantó de la cama y camino dirigiéndose al buró. Saco un poco de polvo blanco y lo inhalo. 

- ¿Quieres un poco? - preguntó

- Bien - dije mientras me levantaba 

Los siguientes días la pase con él en su Van, nos drogamos hasta que perdimos la consciencia, y cuando volvíamos en sí, tomábamos otra dosis. Pude sentir que la vida se me iba entre las manos, era como arena deslizándose, ya no tenía control de mí.

Un día tomamos LSD, y fue como si una revelación llegara hacia mí, todo parecía tan claro entonces, él, yo, el futuro. Lo que yo deseaba y lo que Max podría ser, nuestro futuro juntos, pero no lo íbamos a conseguir así. No si continuábamos en ese ciclo sin fin.

Me pregunté muchas veces por qué lo hacía, sabía que Max lo hacía para evadir la realidad que era demasiado dura para soportarla, pero yo, tenía amigos, mi padre, tenía a Tom... ¿Lo hacía por los mismos motivos que él? Me lo pregunté entonces cuando el mundo se volvía de mil colores y perdía cada uno de mis sentidos.

Me lo pregunté esa noche al volver a casa, cuando al fin estaba sobrio, mientras miraba el pavimento oscuro.

Y me lo pregunté aquel día, en el que casi pierdo a Max.


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