Parte I
Henos aquí, querido diario: a punto de realizar aquello que años atrás juré nunca más volver a intentar. Después de tanto, por fin estoy dispuesta a activar mi medallón con la confianza de que un error no puede cometerse dos veces cuando se han comprendido los motivos del primer fallo.
Tenía muy claro cómo proceder a continuación: tres días y ocho horas era exactamente el rango de tiempo que necesitaba retroceder, pues sabía de antemano que el 6 de mayo se trataba de la fecha decisiva que habría de marcar la diferencia entre presente, pasado y futuro. Estaba obligada a ser rápida; había aprendido por experiencia que a menor tiempo concedido en épocas impropias, mejores serían los resultados. Por eso me aseguraría de llevar un cronometraje controlado para la ocasión: solo tres horas habrían de bastarme para dar cumplimiento al objetivo.
Con Lukas enfrente de mí, la reliquia entre mis manos y un panorama de bosque que colindaba directamente con la frontera, solo quedaba sincronizar mi reloj de muñeca con el tiempo acordado y, por supuesto, hacerme el ánimo de retomar el oficio de viajera en el tiempo.
—¿Yvonne?
Giré el rostro hacia mi compañero.
—¿Sí, Lukas?
—Te amo.
Me reí, aunque ciertamente observándolo con cariño.
—Oh, vamos. —Recorté la poca distancia que todavía nos separaba—. No va a pasarme nada malo, en serio.
—¿Estás segura?
—Completamente —garanticé—. No tienes ni un solo motivo por qué angustiarte.
Él asintió a la par que dejaba escapar un suspiro nervioso.
—Ni un solo motivo por qué angustiarme —repitió para sí mismo.
—Incluso regresaré más rápido de lo que podrías llegar a imaginar —prometí.
—¿Qué tan rápido?
—En cuestión de segundos, quizá. —Me limité a acariciarle la mejilla a modo de consuelo—. Ni siquiera habrás notado que me fui.
—Oh —se apresuró en negar con la cabeza—, lo habré notado, créeme.
—Me refiero a que estaré de vuelta muy pronto..., increíblemente pronto.
Regresé la mirada hacia el medallón. Tenía en mente tanto la combinación de números que debía elegir como la cantidad de veces que habría de presionarlos.
—Y, por cierto —levanté el rostro hacia él, no sin que las manos me hubiesen temblado un poco al concederme el permiso de tocar los interruptores—, yo también te amo.
La última escena que mis ojos alcanzaron a percibir fue el instante en que su boca se curvó en una leve sonrisa.
Después de eso, todo se esfumó.
Me tomó algunos parpadeos volver a enfocar la vista con claridad, lo suficiente para darme cuenta de que mi compañero había desaparecido junto con la oscuridad de la noche, ambos reemplazados por un río en quietud y un cielo resplandeciente previo al atardecer.
«Bienvenida a los viejos tiempos»
Miré mi reloj de muñeca para dar inicio al cronómetro: dos horas con cincuenta y nueve minutos y contando.
* * * * * * *
Digamos que contaba con un par de pistas de carácter determinante, señales que me daban a entender qué debía hacer primero y qué cosas debía dejar para el final. ¿Recuerdas cuando, hace algunos días, te mencioné que cierto cambio de circunstancias me había impulsado a tomar la decisión de cancelar mi boda así sin más? En aquel momento me pareció que omitir los detalles sería lo más prudente, aunque solo porque estaba convencida de que tal evento llegaría a repetirse en algún otro punto de la historia.
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Su pasado es inmortal
Roman d'amour[Libro 4] Las semanas pasan y los secretos siguen creciendo. Los lazos son más fuertes que nunca, pero con el amor formando parte de la historia, es más fácil que los aliados se conviertan en traidores. No se puede alterar el tiempo y eso Yvonne lo...