—Escúchame un momento, ¿sí? —me pidió ella con voz temblorosa—. ¿No crees que sería muy arriesgado sacarme de aquí?
—Sería muy arriesgado no sacarte de aquí —objeté.
—Me refiero a... —Se llevó una mano a la frente—. Cielos, no quiero que algo malo te suceda por culpa mía.
¿Por culpa suya? Ciertamente improbable.
—No te preocupes por eso, Yvonne. —Ella lucía angustiada por algún motivo que escapaba de mi comprensión, pero aún con eso, hice el mejor de mis esfuerzos por transmitirle algo de calma—. Estaré bien, lo prometo.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Los conozco mejor de lo que imaginas —garanticé—. Son capaces de cualquier cosa menos de estar en posición de lastimarme.
—Es difícil creerte. Ellos son parte del ejército y tú... no tienes un puesto de alto mando, ¿o sí?
—El puesto es lo de menos —traté de que el tema pasara desapercibido.
—No confío en los demás, Horst. —Se cruzó de brazos—. Ese es el punto.
—Pero confías en mí, ¿no?
Hubo un momento de silencio antes de que la viera formar una pequeña sonrisa.
—Bastante —afirmó.
—Vale, entonces no tienes nada que temer —le aseguré a modo de consuelo—. Regresarás a casa y luego todo volverá a la normalidad.
—A la normalidad, claro —reiteró entre asentimientos de cabeza—. ¿Realmente piensas que tener mi antigua vida devuelta es lo quiero?
—Eso supongo, sí. —Me parecía que sería lo más lógico.
—¿Aun cuando todos allá tengan intenciones de hacerme a un lado?
—¿Por qué lo harían? —dudé.
—En mi colonia está mal visto mantener relaciones estrechas con el mundo exterior —argumentó—. Crecer en una ciudad como Frankfurt... Bueno, ellos creen que un historial de contacto humano me hace diferente a los otros hyzcanos.
—Sí que lo hace...
—¿Perdona?
—..., desde luego, eso no significa que sea algo malo —me di prisa en añadir.
Mirarla a la cara hacía que un estremecimiento extraño se apoderara de mí, una sensación difícil de explicar... ¿Era tristeza, acaso? ¿Impotencia? Sus cicatrices no eran fáciles de soportar, pese a que la poca luz de la celda ni siquiera me permitiera ver su rostro con la suficiente nitidez. ¿Lástima, tal vez? No lo sé, pero fuera lo que fuese, se convirtió en la razón por la que no dudé en acercarme un poco, alargando el brazo hacia ella para tocarle parte del cabello.
—Lo es, Horst —se aclaró la garganta y tomó una bocanada de aire—, sí es algo malo para ellos.
—¿Y qué hay con eso? —minimicé—. Está bien no agradarle a todo el mundo, ¿sabes? No complacer a todos no tiene nada de malo.
—Pero en la colonia...
—Sí, tal vez van a hablar mal de ti, y... Vale, es probable que también vayan a ignorarte. —Me encogí de hombros—. ¿Cuál es el problema con eso?
No dijo nada.
—Yo también pensaba que había que ser igual a todos los demás para evitarme problemas —confesé, todavía sin dejar de acariciarle el cabello. No por otro motivo que no fuera el de hacerla sentir mejor, por supuesto—. Cuando me instalé en la comunidad, me di cuenta de que alguien como yo jamás podría encajar en un sitio como este. Así que intenté cambiar, hacerles creer que yo no era tan diferente a ellos.
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Su pasado es inmortal
Romance[Libro 4] Las semanas pasan y los secretos siguen creciendo. Los lazos son más fuertes que nunca, pero con el amor formando parte de la historia, es más fácil que los aliados se conviertan en traidores. No se puede alterar el tiempo y eso Yvonne lo...