Lukas: 23 de marzo de 2012

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Hacía años que no le echaba un vistazo de cerca a la reliquia familiar de los Fellner. Era un accesorio que ciertamente tenía su encanto; las tonalidades rojizas enmarcaban el brillo de la joya, haciéndola evocar una sensación de misterio que, siendo sincero, no podía describirse con ninguna otra palabra que no fuera "hermoso".

Dejando de lado su naturaleza cautivadora, resultaba un hecho que aquel medallón del tiempo no podía ser más que la copia barata del poder de un hechicero. Papá me lo había repetido varias veces: no hacía falta saber mucho de teoría para estar seguro de que un artefacto como ese carecía de las propiedades genuinas de un mago. En otras palabras, una fuente artificial de magia negra que habría de ser destruida al llegar el momento oportuno.

—Lo artificial es enemigo nato de nuestra especie —me repetí a mí mismo—, es una burla para el verdadero equilibrio natural.

Me descolgué la mochila del hombro y, tomando asiento sobre la base despejada de una farola, no tardé en extraer del interior la carpeta de archivos correspondientes. Hojeé los documentos hasta dar con la sección que buscaba, aquella que Thomas había denominado como Anatomía básica del medallón y que, por fortuna, explicaba a detalle cada de una de sus peculiaridades a modo de un manual de uso.

—Cambio de modalidad, cambio de modalidad... ¡Cambio de modalidad! —Identifiqué el apartado indicado en cuestión de segundos, permitiéndome posar la vista en el primer párrafo—: "La palanca de modalidad del medallón (localizada al reverso) hace referencia al tipo de experiencia empírica que el portador desea activar durante su periodo como guardián".

Dar la vuelta a la reliquia bastó para encontrarme tanto con un botón alternativo como con el tornillo que Thomas mencionaba renglones más adelante. No lo pensé dos veces antes de sacar el desarmador de mi mochila y disponerme a hacer lo posible por quitar aquella tuerca. Un par de minutos de giros minuciosos hicieron todo el trabajo. La solapa cayó al césped momentos más tarde, solo para dejar al descubierto un interruptor diminuto cuya función radicaba en seleccionar la modalidad de preferencia.

La experiencia "Convencional", de acuerdo con las anotaciones, consistía en el modo más básico de uso: el medallón dotaba al portador de visiones sensoriales y le confería protección guiada, auxilio y manipulación condicional de la línea temporal. Por su parte, la experiencia "Inmersiva" posibilitaba al portador hacerse uno mismo con la reliquia. No solo le proporcionaba las ventajas anteriores, sino que también le permitía adentrarse hacia el propio núcleo del medallón. Con eso le proveía de un manejo espacial y temporal ilimitado, es decir, la capacidad de generar portales de salto o supervisar cualquier época del pasado sin la necesidad de intervenir de manera presencial.

—Inmersiva será. —Me tomé la libertad de cambiar la palanca, trabando de nuevo la solapa para después colocar el tornillo en su lugar.

Hacer aquel ajuste se trataba de una simple medida de seguridad. Papá tenía la certeza de que la infiltrada desconocía de la existencia de tal interruptor, de allí que cumpliera con la función de un escudo preventivo en casos de emergencia. Si ella llegaba a convertirse en un obstáculo para la realización del plan, bastaba con activar al medallón para dejarla atrapada en el interior del núcleo.

A punto de regresar los documentos a la mochila, mis ojos se posaron sobre el encabezado de la penúltima página: Manual de instrucciones para una manipulación efectiva de los sueños.

—Transmitir mensajes a través del plano de los sueños... —pensé en voz alta—. Interesante.

Tenía prohibido todo contacto con la infiltrada que no se encontrara dentro del marco de las ocho reuniones programadas. Por eso estaba consciente de que haber pretendido ser "Horst" durante semanas enteras había consistido en una equivocación de carácter impensable. Por ningún motivo intencionaba seguir sumando errores a la lista, pero al mismo tiempo, me daba la impresión de que despedirme de Yvonne sería una parte fundamental del modo en que estaban por cambiar las circunstancias. Hacerle saber que ni de cerca podría tratarme como la misma persona de antes sería la forma más honesta de iniciar con la tercera fase del plan.

Su pasado es inmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora