Vuela hacia mi

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Tk despertó con los primeros rayos del sol entrando por la ventana. No se encontraba en su cuarto, y haca meses que no dormía tan bien y se despertaba sin ningún dolor de espalda o sin los músculos agarrotados. Cogió aire intentando retener aquella sensación de calma y miró a su lado. Kari descansaba totalmente dormida. La luz naranja que entraba por la ventana le iluminaba la cara y el pelo, dándole un aspecto casi celestial. Su respiración era lenta, rítmica, profunda. Seguramente, también hacia muchísimo tiempo que no dormía así de bien y no quiso despertarla.

El castillo aguardaba en silencio, no se oía nadie en los pisos inferiores, ni nadie caminar por el pasillo. Tk volvió a tumbarse sin dejar de observarla, y relajó nuevamente los hombros acomodándose en la cama. Se preguntó por qué su vida orbitaba en torno a alejarse de ella, por qué siempre buscaba en los recovecos de su corazón con la misma distancia con la que lees las noticias, para no enfrentarse a lo que sentía. Pero ayer había despertado, y por fin se había atrevido a ponerle nombre. Estaba enamorado. Tenía nuevamente esa sensación de plenitud y sosiego, y poco a poco entrecerró los ojos, casi sin dejar de sonreír, hasta volver a quedarse dormido.

De repente despertó cubierto de sombras. Tenia un dolor punzante en el abdomen y se llevó la mano instintivamente, notando un reguero de sangre que emanaba de sus costillas. Notaba como cada movimiento era una aguja afilada clavándose en su costado:

-No debiste seguir -aulló una voz cercana, y oyó una risa revotar por todo el paisaje, una larga y ancha playa azotada por el viento y el ruido del océano.

A duras penas ignorando el dolor consiguió ponerse de pie, intentando buscar de donde venia esa voz. Y la vio, alta, desafiante.

Kari estaba a unos pasos a su lado, volvía a tener esa mirada encendida en un amarillo eléctrico y portaba una vara dorada en su mano derecha. También parecía herida. Enfrente de ella, vio a un hombre, de aspecto siniestro, algo encorvado que no dejaba de reírse. Parecía que ella estaba a medio camino de aquella figura y él, protegiendo sus últimos suspiros.

Había una luna que TK nunca había visto en aquella playa, iluminándolo todo en un azul brillante, incluido su charco de sangre, que resplandecía en tonos negros.

Intentó tragar saliva para hablar, pero no era capaz. El miedo se apoderaba de todo.

Es

el

FIN.

-Vas a morir niña -dijo aquella sombra, llena de júbilo. Y Tk hizo un esfuerzo sobrehumano, porque reconocía esa voz...- En cuanto él muera, tú por fin reinaras la sombra conmigo.

Acto seguido, el hombre agarró del cuello a la castaña.

Tk intentó decir o hacer algo, pero solo sintió un dolor punzante en la garganta, como si su alma intentara vomitar. Su pulso se fue debilitando poco a poco, haciéndose lento, pausado, y le obligó a ponerse de rodillas, con las manos en el costado. Miró su abdomen, tres desgarros cruzándolo de lado a lado, y entiendió, que no era posible sobrevivir a eso...

Todo se volvió oscuridad. Y muerte.

 Y muerte

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