12.- Electra

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KIMBERLY

08 de abril del 2020

No siempre se es fuerte,
no siempre brillas,
incluso hay estrellas
que no siempre brillan
con la misma intensidad.

Mi mirada se encontraba perdida.

Me encontraba confundida, hace unos días, las calles estaban repletas de gente, y hoy… hoy ya no había nadie.

A estas horas todos los estudiantes de preescolar, primaria y secundaria, se veían en las calles, grupos de alumnos que reían de camino a la escuela, algunos que tenían los cascos puestos, con las manos en los bolsillos mientras pateaban el balón de fútbol.

Hoy ni siquiera se veía una silueta humana, es como si después de un gran día, hubiera llegado la noche, la hora de ir a dormir.

No le encontraba sentido, yo incluso tenía puesto el uniforme, lista para ir a la escuela, pero no había señal de clases.

Mi móvil sonó con una llamada de un desconocido.

—Hola —saludo el Profesor desde el otro lado de la línea.

—Hola Profe —salude confundida por qué él nunca hacía llamadas.

—Kim, solo te llamo para avisarte que a partir de hoy, las clases serán en línea, los casos de COVID-19 han aumentado estos últimos días, así que por el bien de todos seguiremos con las clases, pero está vez de manera virtual.

—Si, está bien —fue lo único que pude pronunciar.

El profe me dio los horarios y las modalidades en las que trabajaríamos, los proyectos pendientes, los horarios de examen y entrega de documentos.

Después de haber terminado la llamada, fui a mi habitación, me quite el uniforme y opte por unos jeans, un jersey color gris.

Tomé asiento en mi cama, la historia que desde hace años se había formado en mi cabeza, decidió aparecer para seguir su curso, decidí tomar mi móvil y me puse a dibujar.

Los días pasaban de la peor lentitud del mundo, cada día sentía que una parte de mi se moría, por expresarlo de esa manera.

Entre los estudios y exámenes, me aburría de una manera que jamás había sentido.

Ale no me había dicho nada, ni siquiera un mensaje de como estaba.

Aunque eso sí, la gente del pueblo moría de una manera impresionante, me quedaba perpleja, cuando papá llegaba del trabajo y nos decía que en esa semana habían muerto 7 personas.

Mi padre era él único que por el momento trabajaba con el equipo adecuado para evitar los contagios.

Kevin se había quedado en Monterrey por qué las vías de viaje se cerraron al notar que los contagios habían aumentado.

No hablamos mucho, es como si nosotros también después de un tiempo de grandes actividades, era hora de ir a descansar.

Y pues yo me sentía sola, quería plasmar esa historia en algo, pero no sabía si sería buena idea.

La libreta y una pluma reposaban en la mesa de estudio, un cosquilleo hizo un recorrido por mis dedos.

¿Y si lo plasmaba en la libreta?

Muchas veces había pensado plasmarlo ahí, pero no estaba segura de que sería buena idea.

Me acerqué a la mesa y tomé asiento en la silla que estaba ahí, tome la pluma, la estudié con suma claridad, pensando si soportaría las más de 200 mil palabras que serían plasmadas.

Tomé la libreta e hice lo mismo ¿Las hojas alcanzarían para plasmarlo todo? ¿O me harían falta?

Presione el botón de la pluma y la punta apareció, abrí la libreta en la segunda hoja que se encontraba en blanco.

Acerqué la punta de la pluma, cuando él objeto toco la hoja, un pensamiento cruzó mi mente.

«Jamas llegarás a conseguir lo que tanto deseas».

Cerré la libreta de golpe y salí de mi habitación.

NO DEJES QUE APAGUEN TUS SUEÑOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora