Lentos Brinquitos [Rirae]

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Ricky se encontraba entre los brazos de Taerae, comenzando a agitarse al tener que contarle sobre su secreto y trauma.

— Y-yo — Taerae acariciaba su espalda.

— Está bien, está bien, de poco a poco — Ricky hizo un puchero, comenzó a sollozar bajito ocultando su rostro en el cuello del más alto.

Tan solo con recordarlo sentía como si estuviera viviendo de nuevo ese momento tan catastrófico, sintiéndose indefenso, comenzó a desahogarse en los brazos de Taerae.

— N-no Ricky, no bebé.

Las primeras lágrimas comenzaron a escurrir por las mejillas de Taerae, su corazón se encogía y se quebraba al momento de escuchar el llanto de Shen, alguien había dañado a su pequeño.

Y el no había podido hacer algo para impedirlo.

— No te sientas presionado ni nada de eso cariño, si no quieres contarlo ahora, o incluso nunca, yo estoy bien con eso — Taerae lo abrazo, posando uno de sus brazos alrededor de su cintura mientras que el otro acariciaba su cabeza, la cual estaba sumergida en su cuello, mientras las manitas del menor se aferraban a su espalda, sintiendolas temblar.

— Te lo prometo Ri, te protegeré con mi vida entera.

— R-rae — los labios de Ricky temblaban mientras levantaba su rostro, encarando a Taerae, quien no dejaba de abrazarlo.

— T-te a-amo.

— Yo también te amo, bonito — el mayor besó su cabeza.

— Tú nunca me harás daño, ¿Verdad? — Taerae negó.

— Nunca te haré daño bebé, nunca — Ricky asintió mientras reposaba su mejilla en el hombro de esté, tratando de calmar su llanto.

— Mi... padrastro, abuso de mi durante mucho tiempo cuando yo tenía 10 años — dijo Ricky, sintiendo como el peso que tenía en su espalda disminuía.

Taerae apretó su mandíbula, sintiendo el enojó e impotencia recorrer por su sangre.

— Bebé.. — Taerae llevó sus manos a las mejillas del menor, limpiando las lágrimas calientes que caían de sus ojos.

— T-tenia miedo Rae.

Ricky hizo un puchero, mientras su llanto volvía a intensificarse

— No merecías eso Ri, no mereces nada malo de este jodido mundo — Taerae beso sus mejillas.

— ¿Aún me quieres?

— Ahora te amo aún más, por ser tan valiente y soportar todo eso durante años — Ricky sonrió un poco, limpiando con las mangas de sus sueter sus ojitos — pero te prometo algo Ricky.

El menor levantó su rostro, atento a las palabras del mayor.

— Nadie, nunca más volverá a dañarte, y si eso pasa, te lo juro que me encargare de hacer su vida una mierda.

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