Capítulo 10: El báculo de Malaquita

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Los primeros rayos de sol en su punto máximo iluminaban como reflectores una habitación en completo silencio.
Allí entre el húmedo suelo de una mañana calurosa se encontraba una adolescente más que consternada por lo poco y nada que su mente podía recordar de lo que había sido una noche de éxitos pero problemas insólitos.
Su celular yacía entre sus manos pero un miedo atroz la aferraba a no ver lo que allí, en la galería de fotos, se ocultaba de su verdadera vela de celebración.
Voces alternas de una discusión se colaban de vez en cuando en su memoria difusa. Recordaba el timbre de voz de su primo aunado a los susurros de Iaan, pero todo podría ser simple imaginación de una mente con miedo.
"Te prohíbo que le vuelvas a hablar a ese drogadicto de cuarta"
Fue lo único que logró recordar como factible de aquella noche frenética.
Fue ese mismo impulso de energía la que tomó a Amelie entre las riendas del recuerdo a través de fotos desconocidas hasta el momento.
Notó entonces su galería repleta de fotos suyas junto a Iaan.
Bebidas, frituras, parlantes, maquillaje sucio, brillitos oscuros y drogas las protagonistas principales de aquella previa a la locura agotadora.
No fue hasta toparse con la delatadora imagen de una Amelie sonriente ante una cámara que captaba el minuto exacto en el que una pastilla de éxtasis se colaba en su lengua ocasionando lo que sería más tarde una de las mayores lagunas mentales jamás antes experimentadas por aquella cabeza confusa.
Incluso notó cierto forcejeo en lo que recordaba como una pelea acalorada con su primo ya que una rajadura importante se imponía en la pantalla de su celular.
Amelie soltó aquel celular más que aterrorizada. Tomó fuerzas para levantar su cuerpo de aquel suelo pegajoso producto de su propio sudor.
Caminó por la alborotada habitación encontrándose a milímetros de una cama en las mismas condiciones que el chico que la habitaba al responsable de aquella madrugada catastrófica para Amelie.
_ ¿Qué me hiciste... qué me diste anoche?_ Mientras Amelie sacudía al chico lágrimas brotaban de sus ojos. Lo agobiante de aquellos recuerdos amargos emitían en la chica un dolor jamás antes experimentado.
Iaan abrió lentamente sus ojos. El hedor de su boca delataba una resaca acompañado de un alto estado en sustancias.
_ Medicinas recetadas por mi... psiquiatra._ Replicó el chico notándose sorpresivamente conciente como para afrontar la terrible secuencia.
_ ¡Esas no eran medicinas, me diste alucinógenos, droga, me drogaste!_ Amelie destruyó la atmósfera onírica encontrándose con un Iaan bastante perdido.
_ Medicinas para el alma... aparte vos fuiste la que Insistió. Tiempo atrás fumabas tanto como yo.
_ ¡¡¡Pero no es la misma mierda que el faso, no tengo ningún puto recuerdo de que eso haya pasado!!!_ Amelie intentaba descolocar de todas las maneras posibles al chico pero simplemente era imposible.
Era aquella actitud tan pasiva con los golpes de la vida lo que traían a Amelie en completa cólera.
_ Estás haciendo mucho escándalo donde no lo hay pelotuda. Mejor relajaté y disfrutá.
Tras sus mal escogidas palabras Iaan recibió una fuerte cachetada capaz de dejar impreganada en su piel blanca una marca roja imborrable.
_ ¡¡¡La droga te va a consumir, vas a terminar tirado ahogado por tu propio vómito y lo más doloroso es que nadie se va a acordar de vos, PORQUE NO ES NORMAL TOMARSE ESTAS COSAS A LA LIGERA PEDAZO DE ANIMAL!
Tras sus determinantes palabras Amelie dejó a Iaan con las palabras en la boca marchándose lo más pronto posible.

Tras abandonar aquella fosa común de habitación la mirada quebradiza de Amelie se cruzó con los ojos acechadores de un Maximiliano en la espera similar a un puma, listo para la caza.
Pero no fue así.
_ ¡Maxi yo...! ¿Qué haces?_ Amelie no logró encontrar algo posible en aquel abrazo contenedor que Maximiliano desprendió tras encontrar a su prima en buen estado.
_ Por los gritos lo supe. Te diste cuenta y lo entendiste todo, con eso me basta._ Replicó el chico abrazado con aun más fuerzas a su prima.
_ ¿Pero qué fue lo qué pasó a noche... qué?
_ No importa, es cosa del pasado. Pero ahora necesitas saber la verdad.
Tras el silencio de ambos una escena lista para el contexto se generó a la espera de ambos primos.
Maximiliano tomó asiento en el sofá de aquella habitación iluminado por la lámpara de pie a su costado.
_ Iaan es un pibe de veintipico de años, se egresó hace bastante de la secundaria pero desde muy pibe tuvo problemas con la falopa. Mi mamá intentó hacer todo lo posible para ayudarlo porque para colmo no tenía familia presente. Un día la policía lo encontró en las calles y ahí mi mamá decidió darle techo acá mismo. Es un tipo completamente perdido en la vida, no se ama, el odio que hay en él lo hace permanecer día y noche dopado por las drogas y el alcohol que consume. Y si decidias quedarte todo el domingo con él...
_ ¡Pero eso jamás me va a pasar a mi. No, me niego, yo no estoy como para cargar con toda esta oscuridad, te lo juro con una mano en mi estrella Maximiliano, en mi vida voy a volver a probar una droga!_ Tras aquellas honestas palabras ambos primos callaron aquella decisión nuevamente con un abrazo conclusivo.
_ Vámonos, nunca más vamos a volver a tocar en este lugar. Vamos a encontrar un lugar mejor para toda la banda._ Tras su promesa el chico condujo a Amelie por un camino que parecía por afuera de completa tranquilidad.
Sin embargo en los adentros de la chica todavía rondaba aquel fantasma del olvido que la tenía aterrada. Intentaba tocar su vientre tratando se recordar algo no debido e incluso ilegal en lo que fue de aquella noche. Pero aquella mente confusa no le daba la respuesta adecuada. Tal vez la única solución a aquel terrible pensamiento sería comprobarlo con un rápido test únicamente a sabiendas propias guardando todo con una sonrisa de tranquilidad y olvido.

Aprendiz De Emperatriz III: El pecado de una inocente| Brenda Perez Miranda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora