Capítulo 14: Tortuosum Festum in Lilith

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Las celebraciones y cumplidos continuaban resonando con su debido respeto. La madre, más que satisfecha posaba sus ojos ante la pequeña pareja que veía alejada del resto. Ante su llamativa presencia Carol chocó levemente su brazo para llamar la atención de Malaquita. La mujer notó en menos de un instante el mensaje tácito que la mamá le enviaba desde sus relucientes ojos negros.
Solo bastó una pequeña risa juguetona para entender la situación notando en ambos amigos una tensión sin igual.
Por unos segundos aquel mensaje se había extendido por la habitación dejando un silencio palpable.
Pronto la mirada de todos se centraron en ellos. Ben todavía sujetaba fuertemente la mano de Leila mientras ella apuntaba la cámara sin notar ningún otro tacto a su alrededor. Incluso Martha que no estaba físicamente presente notó aquella tensión.
No bastaron los aplausos y los chiflidos en aquel grupo de amigos felices con lo que sus ojos veían. Entre aplausos y felicitaciones ambos adolescentes caían ante la realidad. Fue Ben quien rápidamente soltó la mano de su amiga resfregando la palma de la misma repetidas veces sobre sus pantalones.
Leila solo pudo sonreír tímidamente tratando de ocultar su vergüenza tras un mechón celeste que caía sobre uno de sus ojos.
_ ¡Un aplauso pata esta pareja que está enamorada!
Gritó Brian dándole más leña a aquel fuego que llenó de mucha más adrenalina a la escena.
_ ¿P-pareja... n-no-nosotros?
Balbuceó Ben evitando en todo momento girar su mirada.
_ ¡Miren la cara que puso Leila, que divertidos que son, desearía volver a ser adolescente!
Dijo Carol para luego reírse a carcajadas acompañada de su recién nacido.
_ Bueno, bueno, están haciendo demasiado ruido, podría hacerle daño a los tímpanos del bebé.
Exclamó Florencia deteniendo así todo tipo de muestras ruidosas.
_ ¿Molestar al bebé? ¡Pero si está más chocho que yo, sigan con sus ocurrencias que a Gustavito le encanta!
Dijo Carol dándole a los adolescentes la muestra infalible del pequeño bebé riendo a todo pulmón pese a su pobre conocimiento de su alrededor.
Mientras todos volvían a caer bajo la adorable reacción del recién nacido hubo algo alrededor que llamó poderosamente la atención de Rubí. La niña se había encontrando con la plena ausencia de Serena en la habitación aunque las palabras tranquilizadoras de Daniela no le bastaron para seguir interpelada.
Pese a su gran interés por el recién nacido aquella chica no podía permitirse quedar con la duda y sin perder más tiempo se hizo con la búsqueda.
Solitaria se sumergió bajo los oscuros pasillos de la casona. Pese a tener miedo aquellas voces y risas se seguían proyectando sobre los oscuros recovecos siendo de gran ayuda.
Le era de alguna forma llamativo caminar por aquella casa sin sentirse vigilada. Había algo particular que se escapaba de su conocimiento. Intentaba atribuirselo a la naturaleza de la casa pero incluso eso era demasiado raro como para pertenecer a ella.
Intentaba detenerse pero le era imposible, algo ajena a ella la impulsaba a moverse cada vez más sobre aquellos pasadizos oscuros. Incluso llegó a pensar que aquella no era la casa de Amelie.
Rubí intentó buscar la calma bajo su mochila de perrito frambuesa que la acompañaba a todos lados. Apretando su preciada mochila con fuerzas la chica continuaba su recorrido intentando llegar al final de aquel interminable pasillo.
Fue ahí cuando cayó en su realidad. No habían puertas ni cuadros, aquel lugar donde estaba podría ser cualquier otro lugar menos la casa de su amiga.
Volvió a aferrarse con fuerzas a su mochila evitando cualquier tipo de contacto visual con su alrededor guiándose ciegamente por sus instintos de supervivencia.
Un frío helado comenzó a recorrer por su cuerpo y una respiración ajena a la suya comenzó a evadirla cada paso que daba.
Sus labios comenzaban a fruncirse, parecía estar al punto de quebrarse en llanto sin embargo el miedo paralizante era más fuerte.
Sus ojos estaban listos para enfrentarse con la realidad, entrecerrados lo único que podía ver era el roce de sus largas pestañas evadiendo otro tipo de objeto a su paso. Fue entonces que su cuerpo se chocó contra una masa dura y fría.
Solo bastó abrir un ojo para largar el grito más desgarrador jamás antes escuchado por un oído.

Aquella frecuencia viajó a tan rápido nivel que llegó rápidamente a los oídos de Serena. El pequeño perrito que iba consigo también escuchó aquel grito haciéndose rápidamente a los brazos de Serena sin pensarlo dos veces.
_ ¿Pero qué... esa es?
Preguntó Serena hablándose para sí misma.
Pronto el ambiente volvió a quedar en completo silencio y no bastó tras aparecerse en el living los primeros rastros de extrema curiosidad.
_ ¿Qué fue ese grito?
Preguntó Maximiliano en un estado superior de alerta.
_ No tengo la menor idea.
Respondió Serena quedándose en el mismo estado que el chico.
Tras ese silencio unas pisadas frenéticas colmaron la habitación haciéndose presente allí Daniela.
_ ¡Rubí no está por ningún lado!
Exclamó la adolescente al borde del pánico. Su cuerpo comenzó a tambalearse de tal manera que solo pudo ser sujeta por Brian.
_ ¿Creen qué...?
Preguntó Brian abriéndose ante las posibilidades con una mirada helada.
_ ¡¡¡No, es imposible!!!
Sollozó Daniela abriéndose frenéticamente sobre la discusión.
_ Mejor prevenir que lamentar.
Dijo Serena haciéndose rápidamente con su poderoso látigo de perlas tratando de encontrar la calma en su alborotado grupo de amigos.

Aprendiz De Emperatriz III: El pecado de una inocente| Brenda Perez Miranda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora