_ ¡¿Dónde se encuentra esa habitación?!_ Jadeó Maximiliano haciendo la mayor fuerza en sostener a la embarazada en brazos, acompañado a su vez por su grupo de amigos.
_ ¡Ya están cerca, sigan corriendo!_ Protestó la anfitriona principal señalando un recorrido plenamente oscuro recubierto por una severa capa de polvo y humedad.
_ ¡¡¡ALTOOOO!!!_ Vociferó Carol deteniendo con adrenalina aquella carrera contra el tiempo. Al escuchar aquel grito los chicos a cargo de la difícil tarea detuvieron su andar dejando en medio camino una ardua tarea.
_ ¡Tenemos que llegar antes que el bebé nos gane!_ Imploró Ben notándose sorpresivamente diferente a la mayoría de aquellos entusiasmados adolescentes sin estribos en concluir con un trabajo de parto (que dicho sea de paso no era ni de cerca un dolor que experimentarían en su vida exceptuando a las chicas)
_ ¡Si Martha no está presente en el parto entonces me niego a parir a este bebé!
Tras la tajante respuesta de la futura madre una horda de muchachos agotados por el peso que les conllevaba sostener a la embarazada en pie exhalaron un profundo hervor de pesadez.
_ ¡Pero mi amor, eso es difícil, tu dilatación ha de estar lista y la ciudad se encuentra lejos de Miriapolis!_ Replicó la anfitriona acabando con toda expectativa idealización.
_ ¿Cómo sabes que yo soy de Miriapolis?_ Preguntó Carol.
_ Tenías pinta de vivir a metros de la playa y bueno, Miriapolis es el departamento más famoso, lo mencioné por mencionar.
_ Ah.... ¡¡¡PERO NO PIENSO PUJAR A ESTE BEBÉ DE MI VAGINA HASTA QUE MI ESPOSA NO ESTÉ ACÁ PRESENTE!!!
Nuevamente la discusión volvió a escalar niveles impensados, incluso la incomodidad de Ben era perceptible desde la distancia de Amelie quien intentaba despegarse de aquella aura de completa locura.
_ ¡¡¡No se puede y no se puede, es así la cosa, no se puede hacer nada, ahora vas ya mismo a mi cama, te recostas y pujas aunque te duela porque si no yo te voy a sacar al bebé y tengo experiencia en este rubro!!!
La voz punzante y kilométrica de Florencia dejó a toda una sala en completo silencio dejando a su paso a una embarazada rebelde lista para el trabajo de parto.
_ ¡Ay Mamá!...¿De donde sabes todo eso?_ Preguntó Amelie desde su debida distancia siendo la única en darle la cara a una mujer como su calibre.
_ Antes de tenerte a vos hice unos cursos avanzados de neonatología y otras cositas más, después cuando tu tía quedó embarazada yo le ayudé con el parto y así con otras mamis más... ¡Pero ese tango es para otro rato, manos a la obra!
Y como si el tiempo su hubiera detenido en aquel segundo exacto todo volvió a la normalidad.
Los chicos, con una velocidad precisa y una docilidad ágil acarrearon a la embarazada nuevamente en brazos corriendo a contra reloj.
Tras penetrar aquella habitación alejada de todo tipo de antigüedades el labor de parto en aquel abdomen atestado volvió a funcionar dándole a Carol verdaderos razones para quejarse.
_ Muchas gracias caballeros, les prometo que les voy a dar un regalo especial por colaborar._ Dijo Florencia recibiendo con cariño la amable respuesta de los chicos.
_ ¡¡¡AAAAHH, BUENO!!!_ Respondieron al unísono las chicas quienes seguían desde lo lejano la ardua tarea de parto.
_ ¡Y para ustedes también, damitas!
_ ¿Damas? Yo no veo a ninguna dama._ Replicó Maximiliano siendo únicamente enfrentado por Amelie. Con aquella punzante mirada supo entonces dejar de lado las bromas de mal gusto.
_ ¡Ahora sí, con mi asistente de lado voy a...!
_ ¡DIJE QUE NO Y NO!
Tras la apabullante queja de Carol un nuevo acto de berrinche comenzó a colmar la paciencia de todos en la espera.
_ ¿Por qué no tomas este calmante? Epidural no hay pero esto te va a calmar los nervios._ Con una paciencia formidable, Malaquita le ofreció a la futura mamá una buena dosis de un medicamento en cuchara.
_ ¡¿DÓNDE SE ME VE NERVIOSA!?
Tras su nueva queja Carol arrojó aquel medicamento empapando a la partera con un aroma a rosa mosqueta y lirios naturales.
_ ¡Ya me harté, si vos, mamá, no podes hacer algo yo lo voy a hacer. Dame tu celular Francesca!
Amelie se interpuso entre la agotadora tarea de tranquilizar a la embarazada arrebatando de las manos de su amiga aquel celular.
_ ¡Ya mismo marcas el número telefónico de tu mujer y lo pones en video llamada!
La tajante acción de la adolescente descolocó la rebeldía de la futura madre devolviéndola rápidamente a su papel sumiso de parto.
El teléfono comenzó a marcar la llamada. Aquel sonido monosílabo dejaba a cualquiera con los pelos de punta e instauraba en la adolescente más respeto que en otras ocasiones.
_ ¿Hola, sí....?
_ Tu mujer está a punto de dar a la luz pero hace berrinchitos porque quiere que usted lo vea todo. ¿Vieron que fácil que era?_ Tras su alternativa todo volvió a funcionar como debió ser desde un principio dándole todos un fuerte abrazo a la adolescente.
_ Antes del parto. Necesito a un boluntario que sostenga el celular para que Martha pueda verlo todo... ¿Alguien?
Nuevamente aquel parto se puso a la espera dejando a su paso un sendero en completo silencio.
Sin embargo en medio de aquel silencio incómodo una mano bien en alto se hizo presente dejando a todas perplejas por su desición.
_ ¡Yo, me encantaría ayudar! ¿Venís, Ben?
Tras su pregunta Leila quedó en silencio con su bonita sonrisa de espera.
El rubio, escondiéndose detrás de Jacobo, trataba pasar de inadvertido ante una situación tan específica.
_ ¡¿No ves que tu novia te hizo una pregunta?! !Andá, haceté hombre!
Amelie tomó los estribos de la secuencia tomando al chico por la espalda empujándolo de lleno a la habitación de partos.
_ ¡¡¡No, no, por favor, me da impresión, no!!!
Sin embargo ninguna plegaria fue escuchada. Ben ya se encontraba dentro y con una visual panorámica perpleja ante sus ojos vírgenes.
_ ¿No me digas qué nunca viste un parto natural?_ Preguntó Leila mantiendo aún consigo aquella sonrisa genuina que tanto la caracterizaba.
_ ¡Jamás!... ¿vos sí?
_ Sí Ben, es por lo que algún día yo y muchas mujeres vamos a pasar, es natural, cambiá esa cara.
Replicó la chica mientras en sus manos sostenían la improvisada vídeollamada.
_ Ahora que estamos todos presentes y las puertas cerradas podemos empezar, tomá todo el aire que puedas y ¡puja, que de eso depende el futuro del bebé!
Tras las motivadoras palabras de la partera gritos desgarradores comenzaron a copar la fría e inmensa recámara matrimonial.
Ben expresaba desde su incómoda postura aquel dolor agonizante que la mujer sentía cada que sus músculos se estremecían con el labor de expulsar aquel bebé de su cuerpo.
Con una sonrisa comprensiva Leila tomó la mano sudorosa del chico sujetándolo con fuerza.
Tras toparse con aquella mirada cautivadora Ben supo que todo tipo de riesgo se encontraba en la lejanía y tras eso se dispuso a observar con admiración el labor de parto.
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Aprendiz De Emperatriz III: El pecado de una inocente| Brenda Perez Miranda
Подростковая литератураEl tercer año para Francesca y sus amigos da comienzo de manera perfecta pero al inciar el nuevo año lectivo se percatan que nuevamente las cosas no saldrán como ellos esperaban. Una nueva amenaza invade al imperio y este inseparable grupo de amig...