capítulo 6: Un modesto regalo para Carol

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_ ¿Hoy también vas a dormir conmigo?_ Preguntó Serena notando la angustia a flor de piel en Francesca.
_ Es lo único que me calma. Rezarle a Xion para que proteja mis sueños es en vano y bueno... Maximiliano ronca mucho, Ben babea, Brian tiene el sueño muy pesado y me da vergüenza dormir al lado de Jacobo._ Respondió Francesca notándose ciertemante rojiza.
_ Está bien, pero no podes seguir con todo esto. Tendrías que hablar con tus papis así te sentís mejor._ Respondió Serena acomdando el alborotado cabello de Fran en su lugar.
_ Lo prometo pero mientras tanto voy a ayudar a las chicas con la decoración y las compras, estoy segura que va a ser muy divertido._ Respondió Francesca volviendo nuevamente a su estado habitual de alegría.
_ Así me gusta._ Respondió Serena abrazando cariñosamente a su amiga.
Sin embargo Serena seguía notando aquella bruma pesada que tanto atormentaba a su mejor amiga.
Sus brazos rápidamente rodearon el temerario cuerpo de la princesa.
Cabeza con cabeza chocaron. Sus malestares parecían coordinar.
_ No lo recuerdo muy bien. Lo único que pude oír fue el ruido de la pistola. Luego el grito de mis hermanos y los llantos de mi mamá. A veces dudo de que yo estuve allí.... jamás me atreví a preguntarlo en familia. Tampoco quiero preguntárselo a Maddie o Román o a Joel, tengo miedo que ellos también sientan lo mismo que yo._ Contestó Francesca. Aquella huella que su mente intentaba ignorar parecía seguir allí lastimando la agotada sensación de un trauma lejano.
_ ¿Cuántos años tenías?_ preguntó Serena.
_ Era casi una bebé... mis hermanos mayores eran unos niños y mis papás todavía se veían jóvenes._ Respondió la niña.
_ Entonces es obvio que no lo recuerdas a la perfección pero no te tortures con eso Fran, pasó hace mucho tiempo y no se puede cambiar el pasado. Sé que es duro pero es la realidad. No quiero que te enfermes Fran._ Respondió Serena aferrándose frenéticamente a su amiga largando las pocas lágrimas que podía permitirse.
Sin embargo una pequeña lamparita parecía relucir feroz en la mente de Francesca. Rápidamente aquella queja de dolor parecía desvanecerse ante su astuta imaginación.
_ Tengo una idea... a lo mejor hay alguien que sí sabe lo que pasó._ Francesca volteó secando rápidamente las lágrimas de su amiga.
_ ¿No estarás hablando de?
_ Por supuesto que sí, ese viejo debe ser un chismoso licenciado, de seguro que sabe mucho._ Respondió la chica rápidamente apuntando a Greenwich como esencial mira en su nueva jugada.
_ No estoy segura Fran... después de lo de la colmena él te tiene en la mira.
_ No me importa._ Francesca seguía negada ante los problemas que podrían suceder.
_ ¡No quiero que por eso te regresen al palacio real Fran, sería lo más bajo que podría pasarte!_ Serena rápidamente tomó a su amiga de los hombros tratando de conectar sus preocupaciones con ella.
_ Tranquila, sé cómo persuadir a los adultos con mi ternura diabólica, yo sé qué tengo que hacer._ Luego de su sensata propuesta la chica dio media vuelta tomando aquella manija redonda.
Del otro lado un enorme soldado polar de mirada brillante sorprendió a las chicas con un enorme ramo de flores.
_ ¿Para mí? Te lo agradezco mucho pero soy alergica al polen, mi última recaída fue muy grave._ Respondió Francesca rebotando aquellas petunias rosadas que el soldado traía acompañada de una integra sonrisa.
_ No son para usted princesa, son para la diosa del amor... espero que no seas alérgica también._ El soldado extendió aquel bello ramo de petunias espectaculares.
Serena intentó buscar ayuda en la mirada casi estallante de su mejor amiga.
_ ¡Muchas gracias... son muy... bonitas!_ Respondió la chica tomando levemente aquel ramo pesado de flores.
_ Es un pequeño detalle, de todas las diosas usted es mi favorita... por cierto, me enviaron para informarles del nuevo protocolo.
Sin embargo la situación cobró rápidamente la seriedad de la cual era imperceptible.
_ A pedido de la gran ex emperatriz Polaris se han puesto un gran número de soldados polares en las ubicación más cercanas del pan de azúcar y su colegio es uno de ellos, es para constatar la huida de un preso, pero no han de temer señoritas, yo y unos cuantos más estaremos allí para su instantánea salvación._ El soldado jamás perdía su sonrisa, incluso cuando las noticias eran letales.
_ Oh no... ¿esto tiene que ver con?
_ Para nada, vamos a buscarle un bonito florero a estas petunias, me daría mucho pesar sí llegasen a morir._ Serena tomó rápidamente a Francesca del brazo ignorando por completo la presencia del soldado.
_ ¿Por qué hiciste eso? Era la clave perfecta para el misterio._ Francesca regañó rápidamente a su amiga impregnado una mirada triste en ella.
_ ¿No viste como me miraba? ¡Es obvio que estas flores son una conquista!_ Respondió Serena.
_ No es la gran cosa Serena... ¡Mi amiga conoce el amor a primera vista, estoy orgullosa de mi bebé!_ Francesca emocionada de la emoción comenzó a danzar un extraño valtz de la mano de un imaginario galán.
_ ¡Ese hombre me dobla la edad... es un pervertido!_ Renegó Serena y sin darse cuenta aquella respuesta dejó a un par de petunias regadas por el suelo.
_ Las petunias._ Respondió Fran notando el sufrimiento de aquel ramo.
_ ¿Sabes una cosa? Ahora creo que es mucho mejor lo que tenías en mente._ Respondió Serena recogiendo aquellas maltratadas petunias.
_ ¡Gracias por darme la razón! Ahora espérame acá, voy a ser lo más rápida posible.
Francesca dejó a su suerte a la joven diosa del amor acompañada claro de aquel enorme ramo de exquisito aroma.
_ ¡Ahí estás! Espero no ser de su desagrado señorita.
Serena volteó temeraria encontrándose con la incómoda presencia del soldado polar.
_ No me presenté. Soy Alfonso, miembro de los soldados polares y me encuentro a su servicio. Puedo ser su escudero real sí así lo desea su majestad._ El hombre extendió su enorme mano. Serena simplemente lo saludó de la forma más cordial que cabía en la posibilidad.
_ Parece que no estas entereda de lo que sucede por estos alrededores.
_ Así es pero de seguro todo estará bajo control._ Mintió Serena viéndose completamente negada con aquella conversación.
_ En todo caso de que usted vea tal vez a... bueno, a una mujer de prendas deshuesadas debe de avisarnos a los soldados de inmediato.
_ La reina asesina._ Serena recordó rápidamente en voz alta aquella promesa que con tanto secreto había guardado.
_ ¡Así es, aunque ese es un nombre que los medios y las estrellas más asustadas le han dado, jamás ha sido una reina como tal!
_ Muchas gracias señor, ya he escuchado demasiado y gracias por su regalo._ Serena no dudó en ir rápidamente tras Francesca luego de aquella información tan favorable.

Aprendiz De Emperatriz III: El pecado de una inocente| Brenda Perez Miranda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora