Capítulo 8: El lago escondido de los encuentros

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_ ¿Todavía no conseguiste disculparte con Amelie?
Maximiliano absorto por la preocupación de su amigo se acercó a él en medio de su receso.
_ Lo intenté un par de veces, en la cafetería, la clase de educación física y hasta en el fin de semana pero ella sigue igual solo que ya no me insulta... creo que está decepcionada._ Respondió el chico mientras a la par entretenía su mal humor con una pelota antiestres.
_ Yo no podría darte ningún consejo, mi prima es así, es difícil de entender pero yo creo que tendrías que esperar y darle su espacio... Amelie suele ser muy justa y no le gusta para nada las injusticias como estas._ Respondió Maximiliano encontrándose en su repuesta un fuerte silencio.
_ ¿Sigo sin entender cómo es qué Amelie decidió defenderme ante los retos de mi madre?
_ ¿Madre? Pasó algo muy serio ahí._ Reconoció el amigo tras las duras palabras de Brian.
_ Desde que me anunció el divorcio ella está así, atenta y sobre todas las cosas bastante insensible. Ya no me trata como un hijo... ¡me trata como a un empleado!_ Respondió Brian a la par de un fuerte golpe a su almohada.
_ Mi vieja suele ser así, no siempre pero de vez en cuando sí... bueno, a lo mejor sea el carácter de tu familia. Por algo son conocidos como los de la inteligencia y muchos saben que inteligencia es sinónimo de vanidad obvio no lo digo por vos._ Concluyó el adolescente tras el fuerte análisis a la curiosa estructura familiar Deallus.
_ Sinceramente si me dan a elegir me quedo con mi papá miles de veces... pero como soy hijo único tengo que hacerme cargo de mi titulo como cónsul_ Brian ya se avecinaba el futuro que le deparaba de allí en más aceptando de mala gana su carrera.
_ ¿Qué opinas che, chico criado en una familia emocionalmente estable?_ Preguntó Maximiliano luego de notar la leve presencia de Jacobo en la habitación.
El joven con una mirada despreocupada acotó su más sincera opinión.
_ En lo legal podrías hacerte escuchar fácilmente. El juez no te obligaría a firmar en contra de tu papá ni mucho menos a quedarte con tu mamá, al tener casi quince años ya sos considerado ante la ley como un joven responsable así que la desición recae meramente en vos._ Las estrictas palabras de quien parecía tímido cayeron en Brian como un baldazo de agua fría.
_ ¡Es verdad, aunque madre insista el último que tiene la palabra soy yo, entonces voy a esperar hasta el día de la audiencia!_ Respondió Brian cortando allí la tela de conversación.

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La madrugada traía a todos en un profundo sueño encantador, la oscuridad prestaba a cualquiera entregarse a las manos de un buen descanso reparador. Sin embargo Francesca distaba bastante de esta práctica tan habitual en ella, puesto que en su lugar lo único que se le encaminaba por la mente era precisamente arreglar todos los clavos sueltos.
Junto a su cama se encontraba un enorme mapa repleto de puntos específicos, desde turísticos hasta cientos de restaurantes y circuitos para realizar en aventuras desafiantes. Precisamente la adolescente no se encontraba despierta tan temprano para encaminarse a un día de ocio, su plan estaba ya en la mira. Un ciruclo rojo que traspasaba la gruesa lámina del papel de aquel mapa vistazo dejaba ver una ubicación bastante alejada y difícil de llegar sin lss herramientas necesarias.
No obstante en la mente trabajadora de aquella adolescente no cabía espacio para pensar en negativos escenarios. Ni siquiera podía llegar a esperar algo más de lo que ya se imaginaba, todo tendría que salir tal y como planeaba hace una semana atrás.
Su cautela seguía sin despertar a ninguno de sus amigos, de ello dependía el éxito de su cometido. Nadie más podía enterarse de su rápida encubierta por lo tanto tenía que ser lo más rápida posible.
En su mochila escolar se encontraban distintas vestimentas, una soga de protección, zapatos de más y una vistosa linterna. Nada podía escaparse de su meta.
Lo último en su lista era la vestimenta.
Rápidamente de deshizo de su pijama colocando con rapidez una simple musculosa negra, bermuda cómoda y una campera atada a su cintura. No se podía permitir llevar ningún tipo de adorno por más que sus instintos la llevaban a ello.
Después de todo escabullirse por una cascada escondida no era tarea fácil.
Lo último antes de partir fue un reloj de mano oculto entre sus prendas y una gran botella de agua que le sería de gran ayuda.
Intentó hacerse a la aventura sin contar con la gran sorpresa que se llevaría en su camino.
_ ¡¿Son las cinco de la madrugada, qué haces así vestida?!_ Preguntó Brian tomando a la adolescente de sus hombros con ímpetu.
_ No puedo decírtelo ahora, tengo poco tiempo, el primer colectivo se me va_ Respondió ella sin querer escatimar es explicaciones.
_ ¡Si te vas así como así la responsabilidad cae en nosotros que somos tus compañeros de cuarto!_ Respondió rápidamente él sin tomar en cuenta el ruido que hacía.
_ Está bien, venís conmigo pero necesito que sea rápido y dejá de hacer tanto ruido que los chicos duermen_ Respondió Francesca soltándose a la brevedad.
_ ¿Ir a donde?
_ ¡En el camino te explico, dale que no tengo mucho tiempo, yo llevo todo lo necesario!_ Añadió Francesca empujando repetidas veces al chico.
Brian se vio en vista de una situación sin salida aparente optando por alistarse en la brevedad del poco tiempo que quedaba restante.

Aprendiz De Emperatriz III: El pecado de una inocente| Brenda Perez Miranda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora