Capítulo 3

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Gremorian

—No —digo tajante de nueva cuenta.

¿Cuántas veces he dicho no, ya?

—Bueno, es contigo o sin ti —dice Ezra y solo obtiene de mí una exhalación desesperada.

Llevamos más de media hora teniendo esta conversación. No sabía que podía ser tan desesperante. Me está enloqueciendo. Él se vuelve a dejar caer en mi cama.

¿Cómo llego aquí? No lo sé. Pero supo dónde meterse, sabe que nadie puede venir aquí, que el acceso es restringido para todos, incluso para mi tío. En parte, gracias a la cortesía de Ezra y Dantia que han utilizado un encantamiento para ocultar el lugar y si eso falla, bueno, cuenta con una barrera capaz de desintegrar a quien osé pasar; aun así, él está aquí. Tumbado en mi cama, arruinando mis sabanas, arruinando un sitio que para mí es muy personal.

—Solo lárgate, maldita sea, estoy haciendo un trabajo increíble al no pedir que vengan por ti. —Gruño. No puede estar aquí y no puedo ayudarlo... pero se lo debo.

—Me iré en cuanto me ayudes —se sienta en la orilla de la cama.

—Te diré por qué no te voy a ayudar, tengo muy buenas razones —él enarca una ceja, esperando a que diga mis razones. Está atento.

Paseo de un lado a otro, comienzo después de soltar un suspiro fuerte.

—Tus jodidos ojos son reconocidos por todos, ahí ya tienes una desventaja, —él sonríe como si eso le generara cierto tipo de orgullo—, la segunda es que, si alguien descubre que te he ayudado, perdería todo... hasta mi vida —lo veo con seriedad y él asiente. Niego con la cabeza. Bufo—, la tercera es que esa chica está loca, está malditamente loca y no te la puedes llevar, si te la llevas, él.

—No me la pienso llevar, solo necesito hablar con ella. —me interrumpe con toda la tranquilidad.

—¿Tú o tu maldito pene? —gruño. ¿Acaso cree que no sé lo que tienen?

—Ambas —asiente. Suelta un suspiro—, no tienes que ayudarme —se hunde de hombros—, solo dame los medios, algo como dejar una puerta abierta, una lámpara que me indique el camino.

Gruño con frustración. Mis manos van a mi cabello, lo alboroto con frustración. Tomo una de las vasijas que me han llevado con agua, lo estrello contra el piso.

—Si me matan, te llevo conmigo —advierto gruñendo.

Él suelta una risita.

—No espero menos, mi guerrera —me regala un guiño de ojo.

—Hay una armadura en el guardarropa, posiblemente te quede. Su habitación se encuentra en la torre oeste, la más alejada y está vigilada a todas horas, pero saldrá a caminar en menos de media hora. —doy la información en voz baja.

—¿Por qué dices que Trea está loca? —pregunta cuando lo veo caminar al guardarropa.

¿Cómo que por qué?

—Vela por ti mismo —gruño encaminándome a la salida.

—Créeme, la he visto lo suficiente.

Mi boca se abre, niego con la cabeza. ¿La ha visto así y aun así la elige?

Chantrea

Dejo que las chicas a las que ahora sé que llaman Vametry, aten el cordón del insulso vestido de gasa rosa que deja mi cuerpo visible. No sé cuál es el chiste de usar esta ropa si, a fin de cuentas, el cuerpo se ve. Acomodan las mangas que caen en mis brazos, ocultan mi pecho entre el enorme escote en 'v' del vestido. Suspiro con suavidad.

Un trato con los ángeles (2da parte) |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora