Ezra
La capilla se hace nada ante las dos presencias que tengo. Fue muy difícil dejar a Trea detrás y seguro que cuando se entere querrá venganza por mentirle y llevarme a su preciado padre. Bueno, estoy listo para recibir su venganza, sea cual sea.
Tengo que ganar la bendición de mi suegro de algún modo y viendo lo idéntico que es a Trea, seguro que llevarle la contraría le fascinaría y le enojaría en la misma medida.
Aunque si lo ponemos en balanza, no le mentí realmente, le deje una nota en nuestro cuarto que espero que encuentre a tiempo donde le explique la situación y para asegurarme de que no llegue a tiempo lo he cambiado de sitio. En un nuevo convento que de la misma forma es cerrado al público y las monjas de aquí han cumplido con un voto de silencio.
¿Esta mal que piense en cómo Trea podría castigarme y me excite demasiado?
Mierda, llevo demasiado tiempo sin ella y bueno, esta su padre aquí así que no sé que tan buena idea sea ceder a mis instintos primitivos que desean poseerla en cuerpo y alma. Después de todo es mi reina.
—Has vuelto —es la voz demoniaca de Lucifer.
Continua en su estado demoniaco para mantener su energía todo lo que pueda, está guardándose para el momento en que sea necesaria su presencia. El momento en que su hija de verdad lo necesite, mientras dejará que todos juguemos su juego. Que seamos sus malditos peones.
Su cuerpo ya no tiene forma, es una sombra que se hace y deshace, pero que no lo muestra en realidad, es un torrente de arena negra con intensos ojos rojos. Lucifer en persona, el rey de demonios, el ángel caído en todo su esplendor. En su verdadera forma.
—¿No esperabas que me quedará de brazos cruzados mientras hacías lo que querías con mi niña?, ¿o sí? —el padre de Chantrea comenta en un tono neutral.
Esta sentado en una de las bancas de madera, tiene sus brazos extendidos sobre el respaldo de la banca. Tiene las piernas cruzadas. Parece desinteresado. Aunque si él pidió venir aquí es porque tiene piezas que mover.
No dudo que, aunque estuvo en las sombras, haya sabido que hilos jalar y que información obtener para meter en aprietos a Lucifer.
—Tu niña ha hecho lo suyo para meterse solita en toda esa mierda —sisea con cierto desprecio al mencionarla.
Chantrea no es la niña sumisa que todos esperaban, ella se ha caído y se ha levantado cuantas veces sean necesarias, se ha levantado más cínica, más poderosa... menos temerosa.
Soy yo el que teme por su actitud temeraria, soy yo quien teme por su vida. Soy yo quien se desvena los sesos cuando no esta conmigo pensando en que maldita mierda le estará haciendo ese sujeto, en sí de verdad podrá escapar de él, si no será otro cadáver en ese armario del que ella habla.
No, no, nunca dejaría que ella fuera una más.
Su padre ríe orgulloso y me regresa a la realidad.
—¿Te ha dado problemas mi criatura? —comenta su padre con sorna.
—Ha querido venir a jugar juegos que no debe y a amenazarme —gruñe Lucifer.
Su padre resopla.
—Vaya, la he criado bien —dice con todo orgullo.
Chantrea fue amada, Trea es así por él, si Trea ha salido adelante ha sido por él.
—Pero no estamos aquí para alabar a mi princesa —su voz se torna más sería.
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Un trato con los ángeles (2da parte) |TERMINADA|
Teen FictionChantrea ha descubierto un armario lleno de los cuerpos que la representaron en años pasados. El culpable esta frente a ella, con esos ojos dorados, sirviendole todos sus deseos en una bandeja de plata. Solo debe morder la manzana y decidir ser de é...