Max
Estoy corriendo con el cuerpo de Chan en mis brazos y ojalá fuera más sencillo, ojalá no estuviera roto en mil pedazos y fuese ese héroe del que todos hablan, pero entre el dolor emocional y las ganas de tomar a Trea y fundirme con su dolor, pedirle que me deje entrar ahí donde quiera que esta, siento que en realidad me estoy muriendo.
Pero alguien nos tiene que sacar de esta situación y por una vez en esta vida me gustaría ser útil para una de las dos personas que mi corazón polvoso y seco ha atesorado.
Corro tan rápido como puedo, ignorando el hecho de que no sé donde estamos y que lo único que sé es que estamos en la boca del lobo, que tengo que salvar a Chan, que tengo que ocultarla.
Aidhen corre conmigo y escucho que me dice un par de cosas como "por ahí no" o "tenemos que salir de aquí"
Y yo quisiera tener el poder suficiente para sacarnos de aquí.
La inutilidad que siento hacia mi crece como hiedra venenosa que me cubre los oídos, la vista, la vida. No pude hacer nada por Halley, no puedo hacer nada por Chan... no puedo.
El piso debajo de nosotros cruje y tiembla a mares, sacudiéndose estrepitosamente, caigo al suelo de rodillas acunando el cuerpo de Trea para que no se haga daño.
Los sonidos de asombro y quejas absurdas se empiezan a escuchar mientras el pasillo por el que corremos se empieza a llenar de gente.
Los dioses y semi dioses que habitan este lugar.
Aidhen se pone de pie con esfuerzos, acercándose a donde estoy, ve a todos los semidioses y dioses que comienzan a gruñir y reunirse entre ellos, me tiende una mano para tomar a Chan en brazos.
Ni de broma se la daré. Si me la quita, me quita lo que resta de mi vida.
Aidhen gruñe cuando no la suelto.
—Escucha niño, tenemos que llegar a la legión y necesitamos salir de aquí, ¿sabes cómo salir? —parece amenazante, pero sé que es la versión de él que tiene que jugar en este momento.
Siseo acercando a Chan más a mí, ignorando el temblor que nos sacude para ponerme de pie. Carajo, no. A Chan no me la van a quitar.
—Tienes que salir de aquí —gruñe cuando ve a su costado—, tienes que sacarla de aquí —sisea dejándonos para ir detrás de donde estamos.
Alcanzo a ver por el rabillo del ojo a un montón de guardias usando una armadura color beige, casi como si estuviera hecha de hueso puro y tal vez lo esté.
—Ve a la legión, busca el fuego eterno, ahí los veré —dice por encima de su hombro mientras sus alas se extienden.
Los dioses y semi dioses nos observan, a la mierda ellos. Comienzo por intentar correr sin lograrlo en realidad, aunque el temblor a aminorado en potencia, continúa imposibilitando el colocarse derecho, así que opto por caminar con más rapidez de la necesaria, golpeándome de repente con las paredes de las que estoy muy cerca. Ignoro las miradas curiosas que en realidad no hacen nada más que observar con curiosidad.
Entro a una de las habitaciones que esta abierta, no me importa en realidad si estoy interrumpiendo, me deslizo por el pequeño pasillo que da a la habitación, dejando entre ver una cama destendida de sabanas azul cielo que brillan ante la luz nocturna, los doseles de la cama son de oro y no sé ve nada más en realidad, es como si esta habitación fuese solo eso, una cama y ya, justo al medio del sitio.
Todo es demasiado oscuro, siento la brisa venir de algún lado que busco de inmediato dando con el balcón colocado tras la cama unos metros más atrás. Camino hasta ahí no teniendo muy claro si la idea que se gesta en mi cabeza va a funcionar, pero sabiendo que es mi única oportunidad de sacarnos de aquí.
ESTÁS LEYENDO
Un trato con los ángeles (2da parte) |TERMINADA|
Ficção AdolescenteChantrea ha descubierto un armario lleno de los cuerpos que la representaron en años pasados. El culpable esta frente a ella, con esos ojos dorados, sirviendole todos sus deseos en una bandeja de plata. Solo debe morder la manzana y decidir ser de é...