Había un toque de locura en su amor. Tenía los bordes carbonizados por aquel fuego siempre ardiente, y los dos sabían cómo mantenerlo con vida. ~Camilla Läckberg.
———————James caminaba nerviosamente por el pasillo oscuro y silencioso de una antigua propiedad. Era muy probable que estuviera cometiendo una estupidez, un acto sin sentido y en contra de todo lo correcto, pero cómo define lo que es correcto si su corazón es quien decide. Una carta llegó a sus manos hace algunas horas, intentó negarse a ceder, siendo incapaz de hacerlo, por eso ahora se encuentra en algún lugar de Londres para enfrentarse a Lord Voldemort. A final de cuentas Voldemort era la persona de cuál estaba demorado.
La mansión, aunque imponente y lúgubre, tenía una sala que parecía haber sido preservada del tiempo. Entró en el salón principal, donde una figura alta esperaba junto a una chimenea encendida. James sintió un escalofrío recorrerle la espalda al reconocer la figura inconfundible de Voldemort.
—James —la voz de Tom resonó, más suave y vulnerable de lo hubiera esperado—. Gracias por venir.
Al girarse James pudo observarlo de mejor forma, ya no portada el glamour, aunque es innegable que incluso así sigue siendo guapo, su piel es más pálida de lo considerado normal, las facciones en su rostro son más afiladas, bordes que lo hacen parecer menos humano, lo más extraño son sus ojos, que pasaron de verde a rojo sangre, su mirada transmitía terror.
Cuando Tom se mueve lo hace con la agilidad de una serpiente, si James no lo estuviera mirando fijamente no se percataría de la acción.
—Tom, tu apariencia... —dijo James, su voz curiosa—. ¿Qué te pasado? —es diferente a la última vez que lo vio sin el glamour.
Tom sonrió, la sonrisa lo hizo parecer tenebroso, más como una criatura dispuesta a matar, el gesto no concordaba con su apariencia. El mayor lo miró a los ojos, en un segundo pasaron nuevamente al verde, pero más helado, más profundo, allí también vio duda, y si lo pensaba bien, temor.
— ¿Te doy miedo?
El menor tragó saliva, considerando su respuesta, no sentía miedo, no en realidad.
—No.
—Deberías James.
— ¿Me llamaste aquí para tratar de asustarme?
—No —sentenció soltando un suspiro—, James me cuesta aceptar lo que estoy por decirte —el menor se mantuvo en silencio, queriendo evitar cualquier acción que provocará que Tom dejase de hablar—. No muchos conocen mi vida, mi madre era una bruja que se enamoró de un muggle, el hombre que debía hacer la labor de un padre para mí, la dejo a ella incluso sabiendo que estaba en camino, para hacerlo peor ella murió cuando nací.
Supone James que esa es la parte de las historias que no cuentan de un villano, las razones que lo llevaron a cometer actos atroces, no es que lo justifique, pero al observarlo no veía solo al señor tenebroso que todos conocían, sino a un ser humano dañado por sus circunstancias, luchando contra los propios demonios que él mismo había creado.
—Crecí en un orfanato —continuó Tom, su voz cargada de recuerdos amargos—. Los niños me molestaban constantemente, así que decidí hacer que me temieran. Esa misma estrategia apliqué cuando Dumbledore me encontró. Es mejor ser temido que ser considerado alguien débil, alguien que pueden destruir fácilmente.
—Tom...
—Ese es el nombre de mi padre —respondió con una risa seca—. Si mi madre no hubiera estado tan enamorada de él, mi historia habría sido completamente diferente. Por eso siempre he considerado el amor un acto de debilidad, algo que te hace perder el enfoque y te coloca en una posición vulnerable. Aun así...
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El amor de la Serpiente
Fanfic*Precuela de la Oscuridad del León* James desde que entró a Hogwarts tuvo todo planeado, unirse a la orden del fénix y enamorarse de la chica de sus sueños, pero en su último año la vida toma un giro inesperado cuando no sólo se une a los mortifagos...