Ezra
Ella voltea con lentitud hacia mí, tiene esa sonrisa irónica plasmada en los labios. Me ve de arriba a abajo con esos terribles ojos violetas. Veo cómo cruza sus brazos. Aún trae esas malditas rosas blancas en las manos.
Ignora cada palabra que le he dicho. Estoy a punto de convertirme en una maldita bestia con ella.
Tengo que exhalar con fuerza. Ella ladea la cabeza como si no entendiera qué está sucediendo en realidad. ¿No se ha dado cuenta de qué soy yo?
—No creo que un guardia tenga permitido verme del modo en que me está viendo usted —menciona con altivez cuando se da la vuelta.
Camina hasta la pequeña coqueta de madera con el espejo, está cerca de aquella cama con cinceles y una suave tela rosada que cubre el espacio. Demasiado infantil para ella.
—Parece que está muy acostumbrada a que la vean de ese modo —comentó sin moverme de la puerta, pero siguiendo cada maldito paso que da.
La veo levantar una ceja a través del espejo de su coqueta, me observa desde ahí por unos breves instantes.
—¿Le gusta la vista? —pregunta como si estuviera flirteando con cualquiera. Mis manos se vuelven puños y de verdad que tengo que usar mucho autocontrol para no ir directamente a arrancarle el vestido.
—Supongo que no se me permite hablar del asunto —comentó intentando controlar la furia de mi voz, aunque sé que es un caso perdido. La escucho fuertemente.
Ella suelta una risita.
—¿Con asunto se refiere a mi cuerpo? —voltea completamente hacia mí.
¡Carajo como la he extrañado! ¡Cómo he extrañado estar dentro de ella!
He perdido la cabeza y la he perdido por ella.
Esta es una maldita locura, algo que no debería estar haciendo. Soy el rey, pero estoy aquí jugando a ser su maldito guardia. Jugando a trabajar para el maldito cabrón que la tiene cautiva aquí.
—¿Ve su cuerpo como un asunto? —pregunto intentando modular la voz. Siguiendo sus salvajes ojos violetas.
Vuelve a enarcar sus cejas, camina con decisión hacia donde estoy, mueve sus caderas al andar, puedo ver su cuerpo atrás de ese chiste de vestido traslúcido.
—Yo soy un asunto en concreto —me dice cuando está demasiado cerca de mí.
¡¿Por qué carajo está actuando así con un maldito guardia de cuarta?!
—Un asunto interesante —me sale la voz ronca.
Ella sonríe, como si hubiera conseguido lo que deseaba, voltea demasiado cerca de mi cuerpo y su trasero rosa la armadura. Mis manos quieren tocarla con desesperación, es casi como si fueran un ente separado de mi persona. Tengo que redoblar esfuerzos para no atrapar sus caderas en ese momento.
La veo alejarse, volver a tomar las flores blancas en sus manos, embriagarse con el aroma de las flores. ¡Ella no debería recibir otras flores que no sean las que yo le dé!
¡Ella no debería estar con otro hombre en una habitación que no sea yo!
Aunque soy yo, pero ella no lo sabe.
¡Suficiente, a la mierda! ¡Basta del estúpido jueguito!
—Quítate la ropa —gruño quitando el encantamiento de mi voz y de mis ojos para que me escuche, para que me vea. Pero ella no voltea.
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Un trato con los ángeles (2da parte)
Ficção AdolescenteChantrea ha descubierto un armario lleno de los cuerpos que la representaron en años pasados. El culpable esta frente a ella, con esos ojos dorados, sirviendole todos sus deseos en una bandeja de plata. Solo debe morder la manzana y decidir ser de é...