Ezra
Griar y Driar se ponen de pie en cuanto la bruma comienza a tomar forma humana, dejando que la gran oscuridad que le rodea tome forma y mi sorpresa se hace mayor cuando la figura que comienza a forjarse delante de mí, con esos ojos dorados tiene un aspecto tan similar al de Lucifer; el mismo cabello rizado rubio, los mismos rasgos faciales, pero un poco más maduro, más fuerte y claro, en vez de esos ojos verdes, están los dorados que representan a los dioses.
—Pueden retirarse —su voz madura resuena en la habitación.
Me quedo en donde estoy en cuanto veo desfilar a los chicos detrás de mí. Si no me equivoco y mi asociación de rostros no me falla, puedo decir que estoy frente al padre de Erebos y Lucifer.
La puerta se cierra cuando Griar y Driar hacen su sutil retirada.
Escucho los pasos de la deidad que estaba en mi cama, acercarse a donde me encuentro, espero a que llegue para comenzar con la plática que espero que me de más respuestas.
Nyx me había dado algunas respuestas en cuanto al tema de Alexandria y por lo que Trea acababa de averiguar, en realidad no estábamos cerca de acabar con el tema, la verdad era que apenas estábamos comenzando y que frente a nosotros se extendía una gran pared construida a base de mentiras y poder.
Lo que Trea estaba desmantelando, lo que Nyx me había dicho quitaba el velo a algo que es más grande de lo que creíamos.
No solo se trata de Erebos desapareciendo y abusando de las descendientes de Alexandría, había más, muchísimo más que ni siquiera estaba seguro a que nos estábamos enfrentando, pero todo esto mantenía encadenada a Trea y si no lográbamos averiguar "qué", las cadenas del destino de Trea terminarían por arrebatarle la vida. Pero ni en mil y un años permitiría que eso sucediera.
Pero él aquí solo aseguraba nuevas respuestas o preguntas.
Solo estoy seguro de algo. No dejaré que nadie se atreva a tocar a Trea.
Toma el lugar de Griar con una sutileza y gracilidad impresionante.
—Ezra —dice mi nombre como si se tratara de una sentencia y tal vez lo es—, tu mamá esperaba que fueras una niña —esboza una sonrisa que siento que no suele hacer mucho—, así que cuando naciste, Lilith dejo tu nombre tal como lo escogió cuando supo de ti.
Toma la jarra de sueño de los dioses para comenzar a beber directamente de ella.
—Dime, Ezra, ¿dónde esta mi hijo? —continua con esa sonrisa casual como si realmente no le importará el tema.
—Descansando —y no miento, simplemente omití los detalles que lo llevaron a descansar.
Él suelta una risita corta, bebé más de la jarra clavando sus ojos dorados en mí.
—Oh —sonríe a medias con la jarra en la boca—, tu nombre significa "el que ayuda a Dios", muy servil para alguien que ataco al semi dios que lo corono a causa de una chica —sus ojos se vuelven rendijas sin dejar de observarme—, chica que esta orquestando una venganza por la que su raza espero siglos... —deja la jarra en la mesa sin dejar de verme—, ¿sabrá ella que los dioses no somos material para jugar?
La amenaza esta implícita, pero hay algo más. Esto solo me hace entender que él lo sabe todo, sabe donde esta Lucifer, sabe lo que le paso y, sobre todo, sabe quien es Trea, de donde viene.
¿Todos lo sabrán?
—¿Sabrá ella que esta a punto de descubrir lo que pasa cuando te intentas meter con los dioses?
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Un trato con los ángeles (2da parte)
Novela JuvenilChantrea ha descubierto un armario lleno de los cuerpos que la representaron en años pasados. El culpable esta frente a ella, con esos ojos dorados, sirviendole todos sus deseos en una bandeja de plata. Solo debe morder la manzana y decidir ser de é...