Bastián
El olor a oxido golpea fuerte mis sentidos mientras el llanto de Dhalin comienza a tornarse irregular, no ha dejado de temblar ni ha querido moverse de la esquina en donde se refugio con las manos manchadas de sangre.
Necesito encontrar el cuerpo al que pertenece este corazón y necesito someter este nuevo recuerdo a un olvido temporal, tal como lo he estado haciendo cada que tiene este tipo de crisis, que para mí mala suerte, han estado ocurriendo tan seguro que siento que he borrado más de su vida que nada.
La estoy dejando vacía, tragándome su dolor, su pena, su personalidad asesina, la necesidad de sangre.
Alexandría no lo sabía o tal vez sí, pero dio vida a un monstruo, el engendro de Lucifer y Alexandría dio origen a un demonio lleno de magia y necesidad de sangre y no necesariamente humana, pero vamos, ha aprendido a conformarse con lo que tiene.
Dhalin no tiene porque saber que estuvo a punto de acabar con mi vida en una ocasión, que, de no ser por Ezra, posiblemente hubiese sido uno de los muchos ángeles que ella ha matado.
Continúo tallando los pisos llenos de sangre, vigilándola constantemente en sus sollozos irregulares.
—¿Qué he hecho? —murmura y no me gusta verla así.
La estoy perdiendo.
Cuando Alexandría la envío lejos de ella, donde estuviera segura, Dhalin termino en el reino de los muertos donde su vida se pauso, fue un bebé durante mucho tiempo hasta que paso a manos de nosotros, para terminar en la tierra con el fin de cumplir su propósito.
Pero fui yo quien la robo, quien la ha mantenido oculta todos estos años, pero si ella sigue matando de esta manera, nos encontrarán, la encontrarán y se la llevarán para que cumpla su horrible destino.
—Soy un monstruo, ¿no es así? —murmura clavando sus ojos llenos de lagrimas en mí.
Suelto un suspiro lento. Es todo menos un monstruo, pero la sangre pesa más.
Dejo de tallar el piso para ir a donde esta, acomodo unos cuantos mechones mojados de sangre tras su oreja.
—No lo eres —murmuro intentando tranquilizarla.
Debería dormirla ya y borrar sus recuerdos como lo he hecho tantas veces, pero algo me lo impide, es como un leve presentimiento, como si supiera que algo se avecina y que ella debe estar consciente de lo que es y no de lo que intento crear.
—Mate a alguien —tiembla viendo sus manos llenas de sangre—, lo hice —se le acaba la saliva y su voz sale terriblemente ronca.
—No lo hiciste —miento como lo he hecho tantas veces.
—¡Lo sigues diciendo!, ¡cada que esto sucede lo dices! —grita mientras las lagrimas no paran de salir—, e intento creerlo —solloza—, pero ya no puedo... no puedo seguir este juego cuando tengo... —suspira y niega con la cabeza hundiendo su cara en sus rodillas.
Cuando tiene tantas ganas de matarme. No lo dice, pero sé que es lo que piensa.
E intentado mantener a la bestia a raya, al monstruo que quiere sangre dentro de ella, muy profundo, muy oculto, pero ni siquiera había notado que ella lo sabía, que ella había estado participando activamente en mi juego.
—Ya no puedo seguir jugando en esta mentira, Bas —su voz tiembla. Ella tiembla.
Veo como sus uñas crecen, convirtiéndose en garras, son segundos en los que sus ojos se ven inyectados por un líquido sanguinolento lanzándose encima de mío, el ardor me presiona el pecho.
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Un trato con los ángeles (2da parte)
Teen FictionChantrea ha descubierto un armario lleno de los cuerpos que la representaron en años pasados. El culpable esta frente a ella, con esos ojos dorados, sirviendole todos sus deseos en una bandeja de plata. Solo debe morder la manzana y decidir ser de é...