Capítulo 21

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Louis

Si hay alguien en la tierra con quien me da miedo tratar... es con nada menos que el papá de Chantrea, después de todo, la manzana no cae tan lejos del árbol.

Imagínate mi sorpresa cuando supe que su padre era nada más y nada menos que uno de los hermanos de mi padre; un poderoso ángel caído y un maldito psicópata si se trata de su pequeña niña.

Lo supe y aprendí a la mala.

Se sienta con su pose de señor dueño de todo en cuanto ve.

—Me has llamado —su voz fuerte retiembla en el salón.

Asiento.

—¿Dónde está? —cruza sus piernas y esa mirada indiferente me barre.

—Viene en camino... —sonrío—, con su esposo.

Él suelta una risa.

—¿Se la llevo mi hermano? —pregunta ignorando lo que le acabo de decir.

—Ella se fue por su propia voluntad y fui yo quien lo invito, como me lo pediste.

Asiente.

—¿Cuál es el asunto? —pregunta con impaciencia.

—Creo que es hora de contarle la verdad —lo suelto sin más.

Veo como su mandíbula se aprieta.

Recuerdo que cuando Chantrea nos presentó, él de inmediato me puso en mi lugar, me pidió que me alejará, que él la mantendría a salvo tal como lo había hecho todos estos años, pero fue un ángel del destino el que intervino, y bueno, todos saben lo que pasa cuando un ángel del destino intervine; solo hay dos, o lo haces por las buenas o lo harás aun sin tu consentimiento. Como era de esperarse de su padre; tan terco como ella, terminaron haciéndolo desaparecer de la escena, al menos hasta que fuera seguro para Chantrea.

Él estuvo en constante contacto conmigo, yo le escribía de ella y él, bueno, me daba órdenes.

¿Tengo que repetir que él y Chantrea son demasiado parecidos o a quedado sobre entendido?

—No estoy de acuerdo —es absolutivo cuando cruza sus piernas y me observa con desprecio.

Suelto un suspiro por la nariz.

—La terquedad no es ninguna virtud —ruedo los ojos.

La puerta se abre y es Ezra quien entra, enarca una ceja cuando ve al hombre sentado frente a mí. Imponente, corpulento, con esos ojos azules como el mismísimo hielo. Tiene una ligera barba de días. Su pulcro traje gris oscuro combina con el gris claro que trae Ezra.

—Te presento a Aidhen De'Ath, el padre de Chantrea. —lo señalo con un gesto con la mano.

La cara de Ezra se vuelve un poema, pasa de la duda, en donde me ve asentir a negar ligeramente con la cabeza para terminar con una cara de póker, indescifrable.

¿Hace cuanto que Chantrea no ve a su padre?

Fácilmente, cuatro años.

—Señor —Ezra hace un asentimiento de cabeza.

El papá de Ezra ni siquiera lo ve, solo toma un sorbo del ron que me pidió.

—¿Fuiste tu él que le hizo eso a la madre de Chantrea? —su voz es fría, toma otro sorbo de su ron.

—Si, soy el autor intelectual —acepta su culpa, pero no parece acongojado por ello.

Aidhen voltea ahora si a verlo, inspecciona a Ezra de los pies a la cabeza y una sonrisa ladina se acomoda en sus labios. Deja el vaso de ron en la mesita circular que descansa al lado del sillón donde esta.

Un trato con los ángeles (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora