Capítulo 24- Romeo

496 84 26
                                    

A pesar de que Tae no quisiera reconocerlo, estaba emocionado y algo nervioso por quedar con Namjoon para cenar. Aunque la relación entre ellos fuese de profesor y alumno, lo cual le ponía en una relación de poder en teoría, lo cierto era que sentía que era lo opuesto: Desde que le conoció un par de años atrás, la personalidad reflexiva y la inteligencia del hombre le resultaban admirables, como si fuese el sabio de lo alto de una montaña que almas perdidas iban a ver en busca de su infinita sabiduría. Pero es que, además, con el tiempo había descubierto que también era divertido, y su torpeza crónica no hacía más que sumar a aquella imagen de genio incomprendido.

Cuando llegó a la puerta del restaurante, Namjoon ya estaba allí, vestido con una camisa de lino de manga corta de color verde esmeralda y unos pantalones cortos de color crema. Al verle, se subió las gafas de pasta con una mano mientras que levantaba la otra para saludarle.

— ¡Ya estás aquí! Ya pensaba que me había equivocado de restaurante—dijo Namjoon, abrazándole brevemente.

— Lo siento, perdí el autobús y a esta hora tardan una eternidad.

— Oh, lo sé, es odioso—respondió Namjoon, abriendo la puerta del restaurante—Llevo queriendo venir a comer a este restaurante desde mucho tiempo, pero nunca encuentro la ocasión.

— Es gracioso, porque conozco al dueño y chef principal porque es familia de Jungkook. Te aseguro que te va a encantar todo.

— ¡No me digas! Si conoces al dueño a lo mejor nos regalan los entrantes...—dijo Namjoon con voz jocosa, su mano dramáticamente en su barbilla como si pensase sobre ello.

— Oh, solo me quieres como amigo por comida gratis—respondió Taehyung poniendo el dorso de su mano sobre su frente dramáticamente.

— Por supuesto, me ha llevado mucho tiempo conseguir esos aros de cebolla—dijo Namjoon riéndose sinceramente mientras caminaban hacia la mesa que les habían asignado.

En la cocina, Jungkook estaba sentado en la mesa con Jun, jugando con él a un extraño juego con papel y bolígrafos de colores que se habían inventado hacía tiempo para matar las horas muertas. No era especialmente divertido, pero al menos les mantenía entretenidos. A su alrededor, la cocina entera estaba en ebullición por la actividad. Cómo cada sábado, el salón principal estaba lleno de comensales, y a pesar de que Seokjin tenía buen cuidado en contar con el suficiente staff, aquel día habían surgido varios imprevistos que les mantenían a todos con más estrés del habitual.

— Señor, tenemos un problema—dijo la voz de uno de los camareros al entrar en la cocina.

— ¿Qué pasa ahora? —dijo Seokjin con un suspiro, haciendo todo lo posible por no perder los nervios.

— Sarah acaba de llamar diciendo que no puede venir a ayudar, ha pinchado una rueda de camino a aquí y hasta que llegue la grúa pueden pasar horas.

— Maldita sea...—dijo Seokjin entre dientes— ¿Podéis gestionar la sala vosotros solos?

— Podemos, pero... a duras penas—respondió el chico.

Escuchando la conversación, Jungkook se levantó de la silla y se acercó a ellos, agarrando un mandil de la estantería de la cocina.

— Yo os echo una mano, no os preocupéis—dijo Jungkook.

— No, no, cielo, quédate con Jun, ya bastante que tiene que estar aquí porque sus abuelos están fuera.

— ¡Papi, no pasa nada! —dijo Jun— Me he traído la consola para jugar.

— Y odiarías tener que estar toda la noche jugando, ¿verdad? —dijo Seokjin con tono de ironía en la voz.

— Uy, sí, papá. Pero haré el esfuerzo—respondió el niño.

Entre notas [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora