Capítulo 27 - Silencio

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Si Taehyung tuviese que poner un nombre a lo que sentía en su corazón, sin duda optaría por la palabra "calor". Pero no el calor ardiente que te consume del fuego, sino la tibieza confortable de una chimenea en un día de invierno, de una manta de sofá, de una sopa cuando nieva fuera de la ventana. Y no estaba acostumbrado a sentirse así, lo cual le hacía feliz pero también le entristecía por todo lo que había perdido por querer satisfacer los deseos de aquella mujer manipuladora y narcisista que era su propia madre. Hacía casi un mes que Jungkook y él encontraron su camino hacia el otro, y su vida se sentía tan llena de belleza que no comprendía cómo había podido vivir de espaldas a aquello durante tanto tiempo.

Y ni siquiera era por el amor que sentía por él, o sentirse querido por Jungkook. Era mucho más. Hasta hacía unos meses, su vida era en blanco y negro: Tenía todo lo necesario para poder decir que estaba ahí. Solo la música y el violín conseguían colorear su mundo. Pero era como si la vida fuese una caja de lápices de colores y la música solo fuese el color verde. Claro que hacía que su mundo se llenase de esperanza, pero le faltaba vitalidad, chispa.

Pero algo cambió cuando Jungkook entró en su vida. De pronto, llegó el color amarillo para darle felicidad, el color rojo de la pasión, el azul de la calma, el morado del misterio, el naranja de la confianza. De pronto, su vida en blanco y negro ya no se sentía suficiente. Y poco a poco, y a medida que se alejó de las imposiciones de su madre, empezó a descubrir nuevos colores, combinaciones nuevas, infinitas posibilidades. Por primera vez en su vida, se sentía seguro de ser él mismo, de equivocarse y de exigir lo que creía justo, algo que antes hubiese sido imposible.

En aquel momento, aquel mundo en escala de grises se sentía muy ajeno: El olor a tortitas y el sonido de la risa de Jun llenaba cada rincón de la casa de Seokjin, mientras que Jungkook preparaba la merienda con ayuda de su sobrino. Por otro lado, Taehyung les observaba desde el marco de la puerta con una sonrisa embobada, pero ninguno de los Jeon parecía darse cuenta de su presencia. Estaban demasiado ocupados en pelearse entre ellos, Jun exigiendo ser quien echase la masa de las tortitas en la sartén mientras Jungkook hacía todo lo posible porque aquella iniciativa no terminase con un desastre.

Por primera vez en mucho tiempo, Seokjin le había preguntado a Jungkook si podía quedarse con Jun durante unas horas para poder salir a comer a solas con "alguien". Por supuesto, Jungkook estuvo encantado de hacerlo, especialmente cuando sabía perfectamente quién era ese alguien. Namjoon le confesó a Taehyung que Seokjin y él habían decidido volver a tener citas con la intención de descubrir si todavía existía una posibilidad entre ellos, o si había llegado el momento de pasar página, y por el momento parecía que su relación iba avanzando favorablemente.

— Jun, pon la mesa—le ordenó Jungkook a su sobrino.

— ¿Puedo ponerle lo que quiera a las tortitas? —preguntó el niño.

— Por supuesto que sí. ¿Qué tienes en mente? —preguntó Jungkook.

— ¡Nata montada, sirope de chocolate y chispas de colores! —exclamó el niño.

— ¿No te olvidas de algo? —intervino Taehyung con tono irónico.

— ¡Tienes razón! ¡También hay que ponerle trozos de galleta! ¡Y caramelo! —exclamó el niño, corriendo hacia el salón con un bote de nata montada bajo el brazo y una botella de sirope bajo el otro.

Jungkook puso los ojos en blanco mientras terminaba de preparar las bebidas, y Taehyung se acercó a él para darle un cariñoso beso en la mejilla y un abrazo.

— Debes estar aburriéndote muchísimo, estoy seguro que cuando te ofrecí pasar la tarde juntos no esperabas tener que encargarnos de este terremoto con piernas—dijo Jungkook, dándole un beso en la cabeza mientras le devolvía el abrazo.

Entre notas [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora