CAPÍTULO 42

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Caminé con serenidad mientras contemplaba el atardecer de ese día cálido.

A lo lejos, divisé la mansión que una vez me retuvo y se convirtió en mi hogar durante varios meses, un lugar que, con el tiempo, se transformó en mi pesadilla.

Hice crujir mi cuello y esbocé una sonrisa para mis adentros.

Por fin, llegaría el momento de obtener la venganza que tanto había anhelado. Estaba decidida a devolver todo el dolor que me habían causado a lo largo de los años.

Mi lema siempre fue el mismo: como amiga, podía llegar a arrastrarme por defender a quienes amo, pero como enemiga... estás muerto. Por esta razón, casi no tenía enemigos, ya que me había dedicado a eliminarlos uno por uno sin piedad.

Sin dudarlo, toqué el timbre de la casa, a pesar de que estaba segura de que me habían visto desde que crucé la campa. Enseguida, Hunter abrió la puerta y se situó en medio de ella impidiendo mi paso.

—Kyra, qué sorpresa —dijo, observándome de arriba a abajo—. No esperaba que volviese a verte.

—Sí, la verdad que ha pasado mucho tiempo... Bueno, no tanto para nosotros, ¿verdad? —respondí con una sonrisa.

—No, la verdad que no —dijo, apoyándose en el marco de la puerta.

—¿No me ofreces entrar? —pregunté arrugando el ceño de manera teatral.

—Sí, claro, pasa. Esta es tu segunda casa, ya lo sabes —respondió apartándose de la puerta.

—Lo era hasta que me echasteis de ella —comenté sin perder la sonrisa, cerrando la puerta tras de mí.

Observé el lugar detenidamente. Todo seguía igual que cuando me fui. Era como si el tiempo no hubiera pasado.

—Veo que has tenido un cambio de estilo —observó Hunter, manteniendo las distancias.

—Sí, estaba cansada del pelo largo. Necesitaba un cambio de aires —expliqué, dando una pequeña vuelta a la entrada y observando si había alguien más en la casa.

—¿Y a qué se debe esta visita, si se puede saber?

—Si te lo dijese, ¿no crees que perdería la gracia, Hunter? —respondí misteriosa, con una media sonrisa.

Nos quedamos observándonos en silencio. Él sabía perfectamente a lo que había venido, y la tensión que había en el ambiente lo reafirmaba a cada instante.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —preguntó Hunter.

—Las que quieras —respondí curiosa.

—¿Cómo es que has recuperado tu memoria? —inquirió, apoyándose en la mesa de la entrada.

Me mordí la lengua tratando de mantenerme serena. Le arrancaría los ojos con mucho más placer ahora.

—Ya os dije que lo haría, ¿acaso te sorprende? —respondí con cierta altivez.

—Bueno, un poco la verdad, teniendo en cuenta que ese hechizo era definitivo —contestó.

—Vamos a decir que pude encontrar su una pequeña puerta trasera —dije con una sonrisa que no ocultaba mi satisfacción.

—Si estás buscando a Adham, no está en casa —añadió cambiando el tema—. Estoy solo.

Resoplé aburrida.

—Una pena, la verdad. Tenía ganas de ese reencuentro familiar, pero ya veo que va a tener que esperar —dije, dándome pequeños toques en la barbilla mientras pensaba que hacer ahora—. ¿Y ahora qué hago contigo, Hunter?

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