CAPÍTULO 13

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Eran las cuatro de la mañana y, alertada por ruidos provenientes de abajo, me levanté de la cama con cautela.

«Otra vez no por favor», pensé acercándome a la puerta.

Me pellizqué la mano para estar segura de que no estaba soñando y bajé las escaleras en completo silencio. Juraba que como fuese ese demonio de nuevo le decapitaría la cabeza con lo primero que encontrase.

En la entrada, percibí claramente que el sonido provenía de la biblioteca. Opté por usar la pequeña lámpara de mesa del vestíbulo como una especie de arma improvisada. Avancé con cuidado hacia el origen del ruido, pero la oscuridad no revelaba ninguna figura ni sombra.

El sonido persistente emanaba de la última fila de estanterías.

Tomé una profunda bocanada de aire para tranquilizar mis latidos acelerados. Con precaución, me aproximé lentamente, y de repente, una cabeza se asomó por la estantería. Sin pensarlo dos veces, ataqué con la lámpara, pero en un hábil movimiento, Adham esquivó mi golpe y encendió las luces.

—¡Adham! ¡Casi me matas del susto! Pensé que me encontraría otra vez con ese maldito demonio —suspiré aliviada, dejando la lámpara en el suelo—. ¿Se puede saber qué estás haciendo en la biblioteca a las cuatro de la mañana? —pregunté, apartando el pelo de mi cara.

Adham actuó de manera nerviosa, dejando un libro apresuradamente sobre el estante.

—Nada, es que no podía dormir.

Fruncí el ceño y miré el libro que había guardado.

—¿Sobre qué estabas leyendo?

—Sobre nada, no te preocupes. Vuelve a la cama; ahora subiré yo también.

Con un pequeño empujón, conseguí alcanzar el libro que había dejado sobre la estantería. La cubierta mostraba signos evidentes de antigüedad, con dibujos extraños que parecían runas, y en la parte superior, un sol y una luna entrelazados.

"Owia ne slnku a mesiaci".

Observé las primeras hojas del libro, pero todo eran textos sin ningún dibujo explicativo.

—No sabía que supieras leer el antiguo Hylario —comenté, ojeando las primeras hojas del libro sin entender nada.

Era un libro corto, con alrededor de cien páginas, y parecía contener información valiosa. Sin embargo, Adham parecía incómodo y, en lugar de compartir su conocimiento, me instó a devolverle el libro.

—Devuélveme el libro Kyra —contestó ignorándome.

Giré la cabeza, extrañada por su actitud, y decidí poner el libro en mi espalda, provocando una reacción aún más inusual por parte de Adham.

—¿Se puede saber que te pasa? Relájate anda, ni que te hubiese pillado hojeando el kama-sutra —comenté con una pequeña sonrisa, intentando aligerar el ambiente.

—Kyra, que me devuelvas el libro y dejes de incordiar.

No entendía por qué Adham se ponía tan a la defensiva, y la curiosidad me carcomía. No podía soportar su actitud evasiva.

—¿Qué lees, Adham? —pregunté, de nuevo intentando mantener la calma.

Su respuesta fue un simple "nada" dicho de manera cortante, lo que aumentó mi frustración. Mi paciencia, afectada por la hora y mi estado de ánimo, se desgastaba rápidamente.

—Kyra, dame el libro.

—No hasta que me digas qué estabas leyendo.

La respuesta de Adham fue más de lo mismo, y mi tolerancia llegó a su límite. Mordiéndome el cachete por dentro para no explotar, decidí poner fin a la situación.

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