[08] Un soldado de armadura dorada

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OCHO: UN SOLDADO DE ARMADURA DORADA


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Cuando despierto por primera vez, un agudo dolor se instala en lo profundo de mi ser. Es intenso, quema allí en donde la tela suave me roza la piel. La textura se siente acogedora, pero fría, algo que calma el fuego que se extiende por mis venas como veneno.

La agonía se convierte en placer y me vuelvo a dormir.

Alguien toma mi mano, un soldado de armadura dorada, de ojos color ámbar, me muestra el camino que se ilumina por una tenue luz blanquecina frente a ambos. El suelo a mis pies se tiñe de rojo, ahora él y yo somos uno.

En el sueño, porque estoy soñando, aparece un túnel. La oscuridad se disuelve, el mundo se pinta del color de mis venas. Avanzamos a paso lento. El soldado de armadura dorada insiste en alcanzar la luz, pero la frustración se hace evidente al no poder dar con él.

Cuando despierto por segunda vez ya no hay miedo ni dolor. Escucho voces conocidas que opacan el canto de los pájaros. Un olor peculiar a desinfectante se mezcla con el perfume a chocolate y el intenso aroma a sábanas nuevas.

—Debí advertirle sobre la cacería—es una mujer la que habla y suena...abatida—, debí hablar con ella antes de los exámenes. Si Bella se entera sobre esto...

—No habría marcado diferencia alguna.

—Podría haber terminado en buenas condiciones. Dios, ¿en qué pensaba? La arrastré a su propia muerte. No podemos dejarla sola, no después de que el Círculo diera con ella. La academia entera la quiere muerta, si ellos lo saben...—silencio, una pausa—. No sabe luchar, no sabe defenderse. Morirá en el próximo encuentro.

—No es mi tarea.

Nox. Sí, es él. Nox Leroy. ¿Quién es la mujer con la que habla?

—Marcus no era tu tarea y así terminó.

Un gruñido de advertencia.

—Es diferente, Caroline.

—No, no lo es—insiste ella—. Lo entrenaste para ser un asesino como tu, ¿por qué no puedes hacer lo mismo por ella?

—Porque Marcus era mi familia—Caroline no reprocha—. Y ella es...es el enemigo. Lo sabes tan bien como yo.

—Marlot no es su padre, tu más que nadie debería comprenderlo. No tuvo opción.

—No pongas en mis manos algo que soy capaz de destruir.

Lo primero que veo al abrir los ojos es la silueta de Nox a unos pasos de mí. La luz que entra por el ventanal lo ilumina de frente. Observa más allá del cristal, pensativo, con la vista perdida en algún punto inconcreto, rehén de los recuerdos. Se rasca la barbilla angulosa con una mano, tiene los brazos cruzados sobre el pecho y los nudillos se le marcan de rojo, la piel inflamada allí, como si hubiera pasado varias horas masacrando a golpes a alguien.

La camisa blanca que lleva puesta se arruga en los pliegues correctos, donde los músculos intentan escapar.

Se ve...como un ángel. Letal y hermoso.

—Pides cosas que no puedo darte, Caroline.

—La salvaste.

—La diferencia entre presa y cazador, es la misericordia—susurra Nox seguro de cada palabra modulada—. Es lo que decía mi padre, ¿cierto? La presa huye, el cazador pelea.

Legado Carmesí [Academia para Asesinos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora