[10] Dialecto de lo Oculto

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DIEZ:  DIALECTO DE LO OCULTO

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—No vayas a echarte atrás, Duport. O todos aquí pensarán que eres una cobarde.

Hasta ese momento no reparé en la cantidad de estudiantes que nos rodean. Somos la atracción favorita, la película de acción más esperada del año, la frutilla del postre, el pase dorado en el paquete del chocolate más exquisito.

Ya no soy la hija de Roger Duport a la que todos quieren muerta, ahora soy la chica que sobrevivió a la flecha del mejor arquero de la academia, la cual tiene la valentía justa para aceptar un duelo que, tal vez, pueda catapultarme a lo más alto de la cima o al abismo.

—No lo haré—exclamo y aprieto los cuadernos contra mi pecho.

—Perfecto, entonces—exclama Damon.

Está a punto de darme la espalda cuando pronuncio su nombre.

—Pero si hacemos esto—signo ni bien se detiene. Hay un brillo tentador en sus ojos, como si estuviera tanteando mis próximas palabras—, será con mis reglas.

Un murmullo se extiende en torno a nosotros. Damon desliza la mirada hacia los estudiantes que forman un círculo a nuestro alrededor, hijos de asesinos que no pueden creer lo que acaban de escuchar. ¿Una novata chantajeando a uno de segundo? Hasta a mí me parece ridículo.

Damon ladea la cabeza a un lado en un acto reflejo por ocultar una sonrisa nerviosa, algo que no logra por más esfuerzo que ponga. Se rasca el caballete de la nariz y frunce el ceño.

—Deberías tener más cuidado con tu osadía, hay una fina línea entre la valentía y la estupidez. Y tú no distas mucho de romperla.

—¿Le temes a una de primero, Damon?

De nuevo, murmullos. Damon arruga por segunda vez la nariz, ahora en un gesto de ira. ¿Está enojado porque ahora soy yo quien lo desafía o ese brillo en sus ojos es por algo más?

—Si gano—exclama silenciando a los espectadores. Observa más allá de mí, a un punto lejano que lo hace dudar por unos segundos—, te unirás a nosotros y harás todo lo que te pidamos. Serás nuestra presa, estarás atada a nuestras normas, cumplirás con todo lo que te ordenemos.

—Ay, carajo, Damon—susurra Ramsey—. ¿Por qué tienen que hacer esto? Le disparaste, estuvo a punto de morir por tu culpa y ahora la quieres...

—No, está bien—interrumpo sus palabras—. Haré todo lo que quieran. Pero si gano—unas cuantas ideas me pasan por la mente. ¿Chantajear a Damon y a su grupo de amigos? —, dejarás de perseguirme, de querer asesinarme y pasarás a ser mi mula por el resto del año. Lo que equivale a ser mi prisionero.

A un lado, Angus se ríe como si eso no fuera a pasar.

—Bien—acepta su primo y estira un brazo hacia mí. Quiere que le estreche la mano, y estoy a punto de hacerlo, pero entonces saca una navaja del bolsillo de su abrigo y con un rápido movimiento se hace un tajo en la palma. Un hilillo de sangre no tarda en aparecer—. Si gano, serás mi presa. Si tú ganas, serás mi verdugo—mueve la mano con insistencia—. ¿Lo harás o no? Es un pacto de sangre, una vez hecho, no podrás romperlo.

La alarma de comienzo de clases inunda el pasillo como una catarata descontrolada. Nadie se mueve, no hasta que le tiendo la mano derecha a Damon para que también me corte la palma y así poder estrechármela. Me quedo viendo nuestras manos entrelazadas, un pacto irrompible que determinará mi valentía o mi estupidez.

Legado Carmesí [Academia para Asesinos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora