CAPITULO 19

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Con el curso de las semanas, Chispita, junto con Safiro y Ashtar, lograron crear un antídoto para eliminar la droga del cuerpo de Rodrick.

—Al fin —dijo Safiro, con un suspiro de alivio— Mi tío estará bien y volverá a la normalidad.

—Sí —respondió Ashtar— ¿Cuánto tiempo crees que tomará el antídoto en su cuerpo? —preguntó, dirigiéndose a Chispita con una mirada inquisitiva.

—Supongo que, por el peso y la musculatura de Rodrick —respondió Chispita, pensativo— podría tomarle una semana eliminar la droga por completo y que su mente empiece a estar lúcida. Además, hay que tomar en cuenta que estuvo tres años en manos de Belial, y Sadeth estuvo administrándole la droga constantemente. Ahora, sin la diadema en la cabeza, la droga no podrá seguir su curso natural. Deberemos hacerle un seguimiento constante para asegurarnos de que su cuerpo no rechace el antídoto.

—¿Puede suceder algo así? —preguntó Safiro, preocupado.

—En efecto —respondió Chispita, con un tono serio— Recordemos que esta droga no es una hierba común. Belial también utilizó magia oscura para hacer que el cerebro de Rodrick generara un caos y liberara su

demonio interno. Tanto tiempo con esta droga en su cuerpo pudo haber creado una dependencia. Hay muchos factores que deberemos analizar y observar durante todo el proceso. Además, realizaré sanaciones energéticas para limpiar su cerebro y su cuerpo de toda influencia demoníaca que Belial le haya impuesto.

El laboratorio estaba lleno de frascos y equipos científicos, iluminados por la tenue luz de las lámparas de alquimia. Chispita, con su bata blanca, parecía una alquimista salida de las leyendas. Safiro y Ashtar intercambiaron miradas, reflejando tanto esperanza como temor.

—Chispita, eres nuestra última esperanza —dijo Ashtar con voz firme pero llena de gratitud— No podemos perder a Rodrick.

—Lo sé —respondió Chispita, mirando a sus compañeros— Haremos todo lo posible por salvarlo.

Los tres se dirigieron al cuarto donde Rodrick yacía inconsciente, su respiración pesada y su rostro marcado por cicatrices de batallas pasadas. La atmósfera en la habitación era tensa, llena de anticipación y miedo a lo desconocido.

—Esperemos que todo salga bien y que el cuerpo de Rodrick no rechace el tratamiento —dijo Ashtar, con la preocupación reflejada en su mirada.

—Eso esperamos —respondió Chispita, con un tono decidido, aunque una sombra de duda cruzó su rostro por un instante.

Ashtar se acercó a la Cámara de Reposo Regenerativo Asistido (CRRA), donde Rodrick yacía inmóvil. Los monitores emitían un suave zumbido, y la luz azulada de los indicadores daba al cuarto una atmósfera etérea. La fragilidad en el rostro de Rodrick, un guerrero indomable en el pasado, era un recordatorio de las luchas y sacrificios que habían soportado.

Chispita, ajustando cuidadosamente la ampolla para colocarla en un dispositivo en el CRRA y revisando los sistemas vitales de Rodrick, se movía con una precisión casi ritualista. Su mente trabajaba incansablemente, asegurándose de que cada paso en la administración del antídoto fuera perfecto. Cada gesto reflejaba la mezcla de esperanza y responsabilidad que sentía.

—Rodrick ha sido fuerte toda su vida —murmuró Ashtar, más para sí mismo que para nadie en particular— No puede terminar así.

—Lo sé —respondió Chispita, con voz suave pero firme— Y no lo hará. Hemos hecho todo lo posible hasta ahora. Ahora debemos confiar en nuestro trabajo y en la fuerza de Rodrick.

Safiro, que había permanecido en silencio, se acercó a la CRRA para ver a su tío, su rostro una máscara de determinación y preocupación.

—Rodrick es más fuerte de lo que creemos. Ha sobrevivido a cosas que romperían a otros hombres. Si alguien puede superar esto, es él —dijo Safiro con una mezcla de esperanza y desesperación.

FRONTERAS DEL INFINITO: La Ultima Batalla de Aetheris - Libro 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora