Capítulo 16

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No dormí mucho ni bien esa noche, las pesadillas no paraban de atormentarme cada vez que mis párpados se atrevían a juntarse. Mi día de reposo lo dediqué a las cartas, una a una, pensando en cómo hacer especial las de mis compañeros y en cómo no parecer que las hago por compromiso en las de los mineros y los comerciantes del mercado, todo ello mientras veía cómo enterraban a los perros fallecidos desde mi ventana.

Esta noche no ha sido muy diferente, pero estaba lo suficientemente agotado como para dormir. Y al parecer lo iba a necesitar.

- Las calles se han llenado de plebeyos exigiendo explicaciones, majestad. - Me informó Julián mientras Ana hacía lo que podía con mis ojos hinchados y mi estómago cerrado.

- ¿Qué explicaciones quieren que dé? No puedo decir que he sido un inútil que no ha visto venir algo así.

- ¡Majestad Alwar! No es ningún inútil, y no es culpa suya que haya malas personas, será el emperador, pero no es omnisciente.

- Lo sé, perdón... Es que no puedo evitarlo. Tengo que pensar una manera de arreglar todo y no se me ocurre nada, no sé qué hacer y no puedo contar con el consejo porque lo único que van a saber hacer va a ser juzgarme e incitar ir a la guerra.

- A veces es inevitable, majestad. - La declaración de Julián no era de mi agrado. - El consejo lo votan los nobles, no puede deshacerse de ellos así que es parte de su trabajo enfrentarlos, en especial cuando las influencias de las familias no cambian mucho de año en año.

- Pero yo tengo derecho a veto y no quiero sumir a mi pueblo en una guerra si la puedo evitar, sólo trae hambre, muertes y traumas, y al final, ¿Quién puede decir que tiene razón si en vez de convencer al resto lo que hace es imponer sus argumentos?

- Alwar, como criada y amiga de su madre, puedo decirle que con el simple hecho de pensar así ya tienes mucha razón ganada y que ella estaría muy orgullosa de ti.

Mi pecho se contrajo, pero el peso de mis hombros parecía haber menguado.

- Está bien. Julián, recolecta la información que puedas sobre la situación de Hicura y Kaentis y da la orden de cerrar la frontera de momento. Ana, ponme presentable y avisa a unos escoltas, veré qué es lo que piden los ciudadanos. Avisa también a los de los establos, que bañen a todos los perros que sobrevivieron.

- Respecto a eso, algunos están bastante nerviosos por el atentado y por... no entrenar. - Mierda.

- Habrá que desintoxicarlos, envíale una carta a Jasón y que vaya pensando en la manera de arreglar eso. A partir de ahora serán domésticos.

Se oían los gritos difuminados de las manifestaciones desde el parque real, la aglomeración de gente tras un atentado me producía bastante ansiedad, no voy a negarlo. Paramos el carruaje en la parte trasera de un edificio cuyo balcón principal daba a la plaza.

En cuanto asomé mi cabeza por el balcón los gritos menguaron, supongo que no esperaban que bajara hasta aquí a escucharles.

- ¡Siento mucho las consecuencias que habéis sufrido por los recientes sucesos, se me parte el alma ver cuánta gente ha perecido en los atentados del norte! ¡Y no puedo evitar pensar en los problemas que azotan la capital!

- ¡Eso pasó porque usted estaba allí!

- ¡Una disculpa no los traerá de vuelta!

- ¡¿Quién se cree para jugar con la vida de la gente?! - Entendía su ira, así que me limité a escucharles y tragarme todas esos hechos y preguntas para absorberlas por la noche.

- ¡¿Cómo vamos a defendernos nosotros si usted no hace nada?!

- ¡Mi hijo murió por intentar salvar unos plebeyos que ni siquiera querían ser salvados!

- La voz temblorosa de una mujer fue la que me clavó un puñal en el corazón que creí haber endurecido.

- No puedo devolveros a quienes hemos perdido... Lo único que puedo hacer es priorizar mejor mi atención a lo que importa. Seguiremos haciendo hincapié en la importancia de la salud, pero quien no quiera ser salvado... Me temo que tendrá que esperar, pues ahora hay un problema de seguridad. ¡Por eso les pido que confíen en mí una vez más, y si tienen peticiones haganmelas llegar! Pero por ahora necesito que no haya aglomeración en ningún sitio, pues será peligroso.

Los murmullos confusos y los gritos de a quienes no convencí quedaron atrás al deshacer mi camino hasta el palacio.

Me senté apoyado en el tronco de un olmo y quedé frente a las tumbas encabezadas por jóvenes árboles de dos savias. Quedé en silencio, pues no había mucho que pudiera decir o pensar, ya no me veía capaz ni de preguntar en voz alta qué habría hecho mi padre. Seguro él no hubiera metido la pata como lo he hecho yo.

La brisa movía mi pelo azabache, hacía que las hojas de los árboles sonaran como si cayera una lluvia torrencial capaz de lavar cualquier mal sentimiento.

El olor de la tierra removida, del césped que quedó intacto alrededor, de las flores que algunos de los agentes dejaron encima de las tumbas y de las comidas que preparaban en la cocina cuya ventana no quedaba muy lejos de aquí, todos se entremezclaban y me inundaban las fosas nasales mientras respiraba profundamente.

El sobre estímulo conseguía que no pensara en nada, pero mi cabeza tenía otros planes y seguía metiendo presión contra mis sienes causando un ligero dolor.

- Alwar, ¿Cómo te encuentras?

🐯¡Buenos días! ¿Qué tal estáis? A mí me dieron las notas el lunes, así que ya me quité un peso de encima jajaja 

Recordad que si os gusta el capítulo me llena el alma que comentéis y le deis una estrellita, ¡Muchas gracias por el apoyo! Nos vemos la semana que viene🐯

El deseo del emperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora