Capítulo 4

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Ya más calmado llegué al hospital junto a Jasón, el cual siguió con sus tareas. Al entrar vi a la señorita Adetter demasiado pálida haciendo contraste con su pelo azabache, había vomitado lo que los enfermeros le proporcionaron así que el líquido de varios goteros se introducía en su cuerpo a través de unas vías. Le pedí al Duque un momento a solas con Diane y aunque le costó salir no tuvo más remedio que marcharse.

-Disculpe a mi padre, su majestad, supongo que aunque sea el emperador sigue viéndole como un hombre.

-No se preocupe, le entiendo. ¿Cómo se encuentra?

-Sigo con malestar general, y me siento algo culpable, no quería ver así de abatido a mi padre.

- ¿Por qué decidió consumir clecas entonces? ¿De dónde sacó esta variante?

- Yo... Mi familia, como usted ya sabe, se dedica a la construcción, su majestad. La escasez de madera debido a las revueltas de Yaereon han supuesto muchas pérdidas y por tanto mucho trabajo para mantenernos a flote. Mi padre se olvidaba de comer, sólo dormía cuando su cuerpo no aguantaba más despierto... Quise ayudar pero era mucha más responsabilidad de la que imaginaba. Tenía que terminar cuanto antes el trabajo, buscar una solución y hacerla realidad, la droga me mantenía despierta y la dosis en esta variante me dijeron que era más controlable así que lo probé... Lamento mucho haber mentido al doctor Jasón, su majestad.

- Las crisis son lo peor para la salud mental, pero a ésta no le ayuda que interfieras con tu propia salud física, y nunca deberías anteponer nada a ésta. Dime, ¿Estar aquí ingresada es más eficiente? - Se mostró pensativa y avergonzada, bajando su mirada dorada a las sábanas de la cama. - Eres perfectamente capaz de sacar las cosas adelante con tu propio cuerpo, no se lo hagas más difícil, hay gente que se enferma por mala suerte pero si tú lo haces a posta no sólo preocupas a quien te quiere, sino que le quitas tiempo a los médicos de curar a otros.

-De verdad lo lamento, su majestad. Empecé hace un mes y al no notar ningún efecto adverso me relajé y no reflexioné sobre mis actos.

-Espero que lo haga ahora y no se repita. ¿Puede darme alguna pista que me ayude a encontrar la raíz de este asunto? Si termino con la oferta es menos probable que haya demanda.

-Yo la conseguí en la fiesta de máscaras del Conde Grover, ya sabe, el músico. Pero las máscaras tapaban el rostro entero y los sombreros sólo dejaban entrever el cabello.

-Pediré la lista de invitados. Por el tipo de prenda imagino que no supo diferenciar el rango. - Negó con la cabeza.

-Todos eran nobles pudientes, su majestad.

Esto era más preocupante de lo que parecía, no sé quién está introduciendo las clecas para los plebeyos y es como buscar una aguja en un pajar, ya que mueren antes de poder darnos información. Sólo podía ocuparme de los nobles, buscando en la lista que mencionó Diane, lo que volvía a reflejar la brecha que había entre ambas clases sociales.

Vi la estación de tren del centro de la ciudad, estaba repleta de gente de todo tipo, aunque no todos se entremezclaban. Ojalá pudiera viajar en tren, lo probé en la inauguración y su velocidad y comodidad fueron fascinantes; pero podría haber un atentado contra mi persona y salpicaría a muchos inocentes...

Llegué a mi despacho y redacté las últimas pistas, adjuntando los informes que me proporcionó Orfeo. Ana trajo un sándwich tostado para que comiera mientras leía toda la investigación, de nuevo.

-Majestad, ¿mandó llamarme?

-Sí, necesito que vayas a casa del Conde Grover y le pidas la lista de invitados de la fiesta de máscaras que hizo para estrenar sus nuevas canciones. Y la de empleados a ser posible.

-Voy a ello, majestad.

Delegando eso a Julián, me dediqué a crear propuestas de campañas en pro a la salud, firmé el salario de los empleados del palacio según sus horas y seguí con las cartas del ministerio de educación.

En las escuelas públicas se priorizaron las matemáticas básicas, la construcción, la botánica y el lenguaje. Tras 5 años de proyecto, sobre todo en los 2 últimos, la cantidad de estudiantes aumentó y se ha podido organizar todo mejor por lo que han pedido dejar esas 4 asignaturas básicas para los cursos inferiores, dejando tiempo libre para que quien las curse pueda trabajar y mantener a su familia.

La propuesta de la carta que acababa de abrir eran las materias que se programarán para los cursos superiores de cara al año que viene. Darán economía básica para conocer los impuestos y en lenguaje se priorizará entender los documentos oficiales para saber qué se trata en cada uno de ellos para que puedan consultarlos según su criterio.

Construcción pasaría a artesanía, conociendo nuevos materiales y sus propiedades para el manejo y las matemáticas serían más complejas. En otra de las muchas cartas hablaban sobre especializar a los plebeyos en ámbitos como cuidado de animales o cocina, sé que esto sería muy útil para ellos, aunque me siento receloso en cuanto a la diferencia social.

Di luz verde a estas 2 propuestas, las transcribí a un documento oficial asegurándome de que los matices de éstas quedaran claros y no dejaran espacio a reclamaciones, sugerí una materia de salud dadas las circunstancias y plasmé mi firma al final de la hoja.

Había anochecido hacía unas horas cuando fui a darme una ducha corta antes de que trajeran mi cena a mis aposentos. Una vez limpio y con el estómago lleno Julián llamó a mi puerta.

-Disculpe que le moleste a estas horas, Majestad. - Me alcé en la cama moviendo la mano para indicarle que pasara. - La lista de invitados es de 157 personas, más 89 empleados entre cocineros, camareros, guardias y decoradores. Lo que nos da 246 sospechosos.

El número era abrumador, si lo hubiera sabido habría asistido a la dichosa fiesta, pero tuve una reunión en la escuela de magia. De mi boca se escapó un largo bostezo, llevaba trabajando más de 15 horas, no podía manejar esto ahora.

-Deberá esperar a mañana por la mañana, déjalo en mi despacho. Y hazme un favor, cuando salgas pásate por la cocina e informa de que necesitaré un desayuno contundente.

-Entendido. - Dijo en reverencia. - Recuerde descansar, majestad.

-Lo haré esta noche, buen trabajo.

¿Podré encontrar al culpable? Y aun si lo hiciera, ¿serviría de algo o tendré que estar el resto de mi vida luchando contra mis propios ciudadanos por su salud? ¿Es egoísta? 

Mi cabeza era una maraña de ruido inteligible, demasiadas cosas que pensar, demasiado que hacer. Me centré en mi respiración y cuando quise darme cuenta ya me encontraba en un profundo sueño.

El deseo del emperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora