Capítulo 21

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Fue una semana ocupada. Mi herida empezaba a cicatrizar y lo único que podía hacer era volcar todo mi tiempo en el trabajo. Lo único que conseguimos sacar en claro del interrogatorio fue un pequeño tatuaje de un león con dos espadas cruzadas, escudo de la ya sospechosa familia Biddercomb.

No sé qué les habremos hecho, pero no pensaba ir a preguntarlo así que cerramos todas las fronteras para que nadie pudiera entrar ni salir. Wyatt Biddercomb es el nuevo dictador del reino, ahora autoproclamado imperio, de Kaentis. Un error, si me preguntan a mí.

Desde que está en el poder lo único que ha hecho es gastar el dinero de las arcas públicas para invadir la zona de Qakya que le separa de Kacidral, ambos reinos muy comerciales y cualificados en sus comercios, cuyos beneficios se están resintiendo por la falta de mano de obra. Lo entiendo, si supiera que el dinero que gane no servirá para salvarme ¿para qué arriesgarse? Preferiría estar con mi familia.

Mandé una carta a Wyatt para tantearle, nunca le conocí en persona y espero no tener que perder mi tiempo haciéndolo, pero debo saber hasta dónde puede llegar. Obviamente tengo que contrastar todas las fuentes así que hace unos días mandé una carta a Hicura, reino que ya ha perdido parte de su territorio y que ya ha mandado su respuesta, la cual me recitó Julián.

- Buenas tardes, majestad Alwar Hakim. La situación aquí es cada vez peor, la última vez que le escribí aún manteníamos nuestras dos islas del norte y, gracias a su ayuda en la pequeña frontera contigua a vuestro imperio, sólo nos queda defender una pequeña zona de la península del este. Tememos que lleguen por cualquier punto, pues estamos rodeados de mar y, aunque nos desenvolvemos bien en él, seguimos sin ser suficientes. No te fíes de nadie, cualquier precaución es poca. Biddercomb está obsesionado con unificar el continente, al menos la parte este, no creo que se atreva a meterse con Oubrin, pero nunca se sabe. Cualquier otra consulta, hágamela llegar. Firmado por la reina Julia Hicura.

- No sé qué se le habrá metido a Biddercomb en la cabeza, pero que les dé problemas en el agua, que es la especialidad de Hicura...

- Al menos ya sabemos de dónde viene la amenaza, la zona baja de Hicura está cubierta por nosotros, así que ya hemos reforzado gran parte de la frontera del norte. - Asentí al apunte de Julián. - A través de Kacidral les será más difícil entrar y atacar por el sur les llevará mucho tiempo. De todas formas no debe olvidar que puede haber cómplices en el imperio aún.

- Lo sé, pero les hemos cortado cualquier camino para comunicarse. Usaré a la guardia real para ir casa por casa comprobando que no haya nadie, lo siento por los kaentis que vinieran sin malas intenciones, pero debo proteger a mi pueblo por encima de todo.

- No debe quedar expuesto, es el golpe más eficiente que podrían dar.

- No soy tonto, Julián. Tenemos guardias en el palacio como para cuidar a una familia de cinco, y yo también sé defenderme, no te preocupes. Además no hay nuevas contrataciones así que conocemos muy bien quiénes pueden estar en palacio y quiénes no.

La seguridad impuesta en el palacio tras la muerte de mi padre fue exagerada, me privaron de mis amigos y mi adolescencia con la excusa de que si me pasara algo, todo el imperio sucumbiría. ¿A qué? Nunca estuve seguro, sólo sospeche que sufriría a manos de los mal llamados consejeros. No quiero que se me malinterprete pero, si le hablas así a un niño que ha perdido a su padre el día anterior, no quiero imaginar la segregación que habrían intensificado entre las clases sociales. Estoy seguro de que habrían vendido hasta a sus hijos con la excusa de ser más fuertes. Fuerza. Eso es lo que se necesita para proteger a tu gente.

- Julián... Si me apresurara y declarara la guerra contra Kaentis, ¿moriría más gente?

Mi experimentada mano derecha clavó su vista en los grabados del borde de mi mesa de madera de roble mientras acariciaba con sosiego su perilla castaña, la cual ya albergaba algunas canas. Tardó unos minutos en volver a su posición inicial y encontrarse con mis ojos.

- Habría bastantes bajas, en especial de militares, además sé que ir con ellos como lo hacía su padre pasa por su mente. Descartelo. Además, eso no aseguraría que no atacaran desde dentro y entonces no habría tantos guardias para defender el imperio. Sé que el consejo le está presionando y haciéndole sentir inseguro, pero esa decisión sería apresurarse, como bien ha dicho.

- Es que siento que haga lo que haga siempre va a sufrir alguien por mi culpa.

- Es la otra cara del poder, majestad. Nunca vas a poder salvar a todos. Cada acción tiene una consecuencia pero nunca podrá, ni deberá, compararlas con el 'qué podría haber sido'. Es usted realista, así que no deje de serlo para poder hacerse daño. ¿O acaso le permite a los demás hablarle así?

El deseo del emperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora