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Cancún era tan lindo. Me levante, me puse ropa para ir al club y baje las escaleras.

— Alma, ¿Mi padre?— pregunte a la señora del servicio que estaba con nosotros desde que cumplí 13.

— Llego gente del trabajo, me parece estan donde siempre, señorita Natalia.

Le agradecí y me dirigí al patio, siempre estaban ahí, en la terraza principal del jardín, la que daba acceso a este. Siempre se reunían en la parte de la barra con el comedor de a fuera y la sala.

Era una casa muy grande y moderna.

— Perdón que interrumpa— digo y mi padre se acerca— voy al club, con Danna. La quería invitar después, pero seguramente seguirán aquí.

— Si, mejor váyanse a comer en el club, yo invito— me dice.

— Desayunaré fruta y me voy. Te aviso cuando venga, me llevó mi camioneta.

— Con los escoltas detrás, Natalia.

— Pero no me hagas llevar las seis camionetas, papá. Con dos bastan e incluso con una. Además mi madre se llevó dos y mi hermano una.

— Lleva dos. Ordenaré que las preparen y tu mercedes— me da un beso en la frente y regresa con los demás hombres.

Incluido el hombre al que estaba a su lado. El hijo de el amigo de mi padre. Ovidio Guzmán.

Me estaba viendo tambien. No fue hasta que otro hombre le dio un leve codazo que reaccionó, y yo tambien. Iván.

El se paró y me saludo.

— ¿Como vas con los estudios?— pregunta saludándome de beso.

— Bien, planeo irme a New York cuando acabe— le respondo, aún que sigo algo distraída por Ovidio, que seguía mirándome de reojo.

— En cuánto más lejos, mejor ¿no?— dice y yo asiento totalmente de acuerdo.

Me despido y volví al interior de mi casa y me dirigí a la cocina.

Busque entre el refrigerador, no encontraba mi yogurt.

— ¿Alma, ya no hay yogurt?— pregunto.

— Ay, guerita, creo que me lo comí.

Al girar mi mirada, vi al hombre de nuevo.

— Tome lo que quiera, no hay problema— le digo distante.

— Si quiere le traigo uno, veinte, o cien— dice y yo suelto una risa nerviosa.

— No es para tanto, no se preocupe— le respondo y el sigue ahí parado viéndome— ¿Le puedo ayudar en algo más?

— Vine por agua pero no se preocupe, yo me encargo.

"Señorita Natalia, las camionetas estan listas para llevarla al club"

— Gracias, ya voy— aviso y el escolta se va.

— Un placer conocerte por fin, Natalia— me dice... el.

— Igualmente...— digo esperando su nombre.

"Ovidio" dice.

— Un placer conocerte, Ovidio.

Tome un platano para desayunar y me fui.

Subí a mi camioneta, la cual ya me estaba esperando y comencé a manejar hacía allá.

Mi padre llevaba años conociendo a la familia Guzmán. Probablemente han sido contadas las veces que yo los llegue a ver. Incluido al señor Joaquín.

Aún que entre el y mi padre había una gran amistad, a mi papá no le había gustado nunca involucrarnos en el negocio, o presentar a su familia.

Herencia prohibida | OVIDIO GUZMÁN |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora