capitulo 10

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El salón de baile estaba resplandeciente, las luces brillaban intensamente y la música llenaba el aire. Elizabeth Sinclair, con un vestido de terciopelo azul adornado con encaje plateado, se movía grácilmente junto a su padre en la pista de baile. El ambiente era animado, y los invitados disfrutaban de la velada.

De repente, un murmullo recorrió la sala. Elizabeth y su padre miraron hacia la entrada y vieron a Daphne Bridgerton haciendo su entrada. Daphne se veía radiante en un vestido blanco con bordados dorados, y había una confianza en su porte que la hacía destacar aún más.

Cuando Daphne llegó a la pista de baile, el príncipe Friedrich se acercó a ella con una sonrisa encantadora. En un gesto coqueto, Daphne dejó caer su abanico, que el príncipe recogió rápidamente, inclinándose para devolvérselo. Los dos comenzaron a bailar, sus movimientos perfectamente sincronizados.

Elizabeth observaba la escena con una mezcla de admiración y melancolía. Notaba la forma en que Daphne y el príncipe se miraban,pero no destilaban emocion. 

—Padre, voy a seguir a Simon. Hay algo que necesito discutir con él. Volveré pronto —dijo Elizabeth, su mirada fija en Simon Basset, que se alejaba apresuradamente del grupo de conversación con Lady Danbury.

—Está bien, querida. Pero no tardes demasiado —respondió su padre con una leve preocupación en su voz.

Elizabeth salió del salón rápidamente, siguiendo a Simon hasta los carruajes. Simon subió a su carruaje y partió. Sin perder tiempo, Elizabeth tomó otro carruaje y ordenó al conductor que siguiera al de Simon.

El camino estaba oscuro y silencioso, y Elizabeth sentía una mezcla de ansiedad y determinación. Finalmente, los carruajes se detuvieron en la mansión de lady danbury, Elizabeth bajó rápidamente y vio a Simon dirigiéndose hacia la entrada.

—Simon, espera —llamó Elizabeth, su voz resonando en la noche tranquila.

Simon se detuvo y se giró, sorprendido de verla. —Elizabeth, ¿qué haces aquí?

—Tenía que hablar contigo. ¿En serio te irás? Hace años que no nos vemos y ahora piensas marcharte. Lo sé, Simon. Amas a Daphne. Puedo ver cómo se miran, sus sonrisas, su complicidad. Nunca te he visto así. ¿Estás huyendo por ella? —preguntó Elizabeth, su voz temblando ligeramente.

Simon suspiró, pasándose una mano por el cabello. —Estoy haciendo lo mismo que tú, Elizabeth. Huyendo de alguien. Tú huiste de Anthony y yo de Daphne. Ambos estamos huyendo de los Bridgerton.

Elizabeth se sintió herida por sus palabras. —Sabes por qué huí de Anthony. Conoces la humillación y el daño que me hizo. No es lo mismo, Simon.

Simon la miró con tristeza. —Sabes que no puedo, Lizzi. No puedo casarme ni quiero tener hijos. Lo sabes. Ambos escapamos para no sufrir.

Elizabeth respiró hondo, tratando de mantener la calma. —No eres como él, Simon. No eres un monstruo como tu padre. Mereces ser feliz. No deberías vivir así. Eres feliz con Daphne. Una promesa a una persona muerta y cruel no debería cambiar tu vida, tu futuro y tu felicidad.

Simon negó con la cabeza. —Estamos mal los dos, prima. Y lo sabes. Sabes que quieres correr a sus brazos, que lo amas, que te cuesta estar lejos de él. Pero te lastimó y no puedes olvidar eso. Pero siempre será Anthony en tu vida, la persona más importante. Ambos fuimos heridos por los Bridgerton.

Elizabeth sintió una mezcla de tristeza y comprensión. Sabía que Simon tenía razón en muchas cosas. Ambos habían sufrido y escapado para encontrar paz. Pero ahora, enfrentaban un futuro incierto, cada uno con sus propios demonios.

La conversación entre los primos fue interrumpida por el sonido de un carruaje acercándose. Elizabeth y Simon se miraron, sabiendo que su charla debía terminar por el momento.

Destinos Entrelazados (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora