capitulo 6

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Otro día, otro baile. La temporada social de Londres continuaba con su brillo y esplendor, y esta noche no era la excepción. Elizabeth Sinclair se encontraba en una de las esquinas del jardín, observando a las parejas bailar bajo la luz de las lámparas colgantes. El ambiente estaba cargado de risas y música, pero Elizabeth, con su elegante vestido verde esmeralda, se sentía ligeramente distante, perdida en sus pensamientos.

Hacía un rato, se había encontrado con Penelope Featherington y la había abrazado cálidamente. A pesar de los años, su amistad con Penelope se había mantenido fuerte y sincera. Ahora, Elizabeth estaba entre la multitud, buscando a su primo Simon o a algunos amigos, mientras evitaba cualquier encuentro con Anthony Bridgerton. La tensión entre ellos seguía siendo palpable después de su última conversación en el jardín de los Bridgerton.

A unos metros, Elizabeth vio una escena que capturó su atención. Cressida Cowper, con su habitual aire de superioridad, arrojó su copa de vino sobre el vestido de Penelope, dejándola visiblemente avergonzada. Elizabeth sintió un impulso de salir en defensa de su amiga, pero antes de que pudiera moverse, Colin Bridgerton intervino. Con su característico encanto, llevó a Penelope a la pista de baile, transformando la situación incómoda en un momento de gracia y alivio. Elizabeth sonrió feliz al ver a Colin y Penelope bailar juntos, una señal de la bondad y el cariño que Colin siempre había mostrado.

Decidida a no dejar pasar la acción de Cressida, Elizabeth se abrió paso entre la gente. Al llegar junto a Cressida, fingió tropezar y derramó su propia copa sobre el vestido de la altanera joven.

—¡Oh, me tropecé! —exclamó Elizabeth con una sonrisa sarcástica—. Por cierto, hay cosas y personas en Londres que no cambian ni con los años.

Cressida se quedó boquiabierta, incapaz de reaccionar ante la elegante venganza de Elizabeth. Sin perder más tiempo, Elizabeth se dirigió hacia Daphne Bridgerton, quien estaba en el otro lado del jardín.

—Elizabeth, querida, ¿estás bien? —preguntó Daphne al verla llegar.

—Perfectamente bien, Daphne —respondió Elizabeth con una sonrisa, mirando de reojo a Cressida que intentaba limpiar su vestido—. A veces, una pequeña justicia poética es todo lo que se necesita.

Las dos amigas rieron y se dirigieron al lugar donde comenzaba el espectáculo de luces Elizabeth se sentía más ligera, satisfecha de haber defendido a su amiga y emocionada por disfrutar el resto de la velada en buena compañía.

Mientras las luces brillaban sobre ellas, Elizabeth y Daphne se sumergieron en una conversación sobre los eventos de la noche, los posibles pretendientes y los chismes más recientes de la alta sociedad londinense. 

Las luces continuaban iluminando el cielo nocturno, proyectando sombras danzantes sobre los rostros de los invitados. Elizabeth y Daphne, encantadas con el espectáculo, seguían observando la magia que desplegaban las lámparas de papel.

—Es hermoso, ¿verdad? —comentó Daphne, sus ojos brillando con entusiasmo.

—Sí, realmente lo es —asintió Elizabeth, dejando que la calma del momento la envolviera.

Mientras ambas disfrutaban del espectáculo, Anthony se acercó con una expresión seria. Elizabeth, al verlo, sintió una urgencia por escapar. No solo quería ignorarlo, sino que también sabía que su rostro no presagiaba buenas noticias. Sin embargo, Daphne la tenía agarrada del brazo, impidiéndole moverse.

—Mira, Anthony, ¿no es maravilloso? —comentó Daphne, tratando de aliviar la tensión con una sonrisa.

Anthony asintió brevemente, pero su atención estaba centrada en otro asunto.

Destinos Entrelazados (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora