Candy estaba parada al lado de la cuna de su bebé en el hospital, lo miraba dormir plácidamente, pareciera mentira que estuviera tan enfermo, sin duda estar en el hospital lo había hecho mejorar un poco pero la realidad es que el pequeño necesitaba un trasplante de médula ósea. Se sintió devastada cuando el doctor confirmó sus sospechas Liam tenía leucemia, pero tan pequeño no se le podía hacer un trasplante debía por lo menos tener seis meses y alcanzar el peso necesario. Así que básicamente se quedó a vivir a unas cuadras en una casa para familias de niños como su pequeño donde los padres no podían alejarse del hospital.
—Oh mi pequeño Liam, —le hablaba en voz baja—. Por un momento pensé que yo podría ser compatible contigo pero hoy me han dado los resultados y no es así, he postergado el momento de decirle a la familia sobre tu existencia no porque no quiera que te conozcan, si no por el hecho que yo quiero ser la única que sienta este dolor. —derramó una lágrimas mientras le seguía hablando—. Hace unos días Michael me dijo que es hora de poner tu información en el banco de trasplantes, buscaré a tu padre tal vez él... sea compatible contigo. Perdóname por no hacerlo antes, es solo que no quería turbar su placentera vida.
Recordó el periódico que miró cuando estuvo apunto de marcarle a Terry.
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Una mañana de dos meses atrás, el doctor Michael Bennet la había convencido de ir a desayunar, ella se había negado a todas las invitaciones del doctor pues trataba de estar el mayor tiempo posible con Liam, si el personal médico se lo permitía. Sin pensarlo había hecho muy buena amistad con una de las enfermeras ella se llamaba Flammy.
—Candy deberías aceptar salir a desayunar con el doctor Michael, no tiene nada de malo, la comida de aquí no es mala pero después de un tiempo apesta —le guiñó el ojo—. No te sientas mal por dejar a Liam unas horas, yo estoy al cuidado de él al igual que Melani, acepta creo que el pobre ha insistido tanto que se lo merece no lo crees.
—Es que no quiero que piense que le estoy dando esperanza de algo, no soy tonta he visto como me mira y yo no tengo cabeza para nada de esto, la prioridad solo es mi hijo. —Pues bueno con mayor razón, un desayuno es perfecto para dejar en claro que solo es un buen amigo no lo crees.
—Creo que tienes razón, él ha sido muy amable conmigo y estoy muy agradecida por ello pero entre más pronto entienda que no quiero, ni necesito un hombre en mi vida por ahora será mejor. —Así se habla Candy, el doctor es muy guapo y hay varias enfermeras que suspiran aquí por él.
—Incluyéndote a ti —mencionó Candy. —Ay no para nada, yo no lo veo de ese modo él es un buen amigo solamente; él ha sido un gran apoyo para mí siempre me brindó su amistad desinteresada y hace algunos años cuando era estudiante se dio cuenta que no tenía ni para comer, me permitió vivir en la casa de su hermana, yo le dije que no tendría cómo pagar y él dijo que el pago era cuidar la casa pues su hermana se había ido a vivir a Estados Unidos. Eso me permitió terminar mi carrera de enfermería especializada, es un buen hombre y entre más pronto le hagas ver que no tienes ningún tipo de interés por él, será mejor. —Si, eso haré.
Candy tomaba un té en una de las cafeterías de la plaza de Edimburgo, estaba decidida a dejarle muy en claro al doctor Michael que sólo eran amigos, un pequeño niño pasó y le ofreció un diario —No me compra un periódico señorita —ella lo aceptó pagando por él y mencionó: —No crees que eres muy pequeño para estar trabajando. —No, no lo soy, soy el hombre de la casa y debo ayudar a mi mamá. Y este solo es un trabajo de fin de semana cuando no voy a la escuela. —Entiendo y te felicito tu madre es muy afortunada.
—Gracias señorita que tenga un buen día.
Candy lo observó alejarse y se preguntó si acaso podría ver algún día a su hijo de esa edad, no pudo evitar derramar unas lágrimas. Sacó un pañuelo de su bolso, se limpió el rostro y dio un sorbo a su té. En esos momentos supo que Terry debía saber la situación de su hijo así que sacó su celular; su antiguo teléfono había permanecido apagado desde que abordó el avión a Edimburgo, sabía muy bien que así nadie podría ubicarlo pues el último lugar de estar prendido había sido en el aeropuerto. Su destino podía ser cualquier lugar si alguien indagaba. Estaba a punto de prenderlo cuando miró la primera página del diario en la mesa. En primera plana se veía al piloto Terrence Granchester abrazado con una mujer, ella no reconocía quién era la mujer pues estaba de espaldas y el titular decía: "Piloto Terrence Granchester abandona el campeonato" y con letras más pequeñas mencionaba "Acaso es porque ha encontrado el amor o de verdad es por su rodilla" se recargó en el respaldo de su silla y dio un largo suspiro. Dejó el teléfono en la mesa al lado de su taza de té.
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AL LIMITE
FanfictionLa muerte de su madre lo marcó, las exigencias de su padre lo hicieron duro. Lo único que lo hacía sentir vivo era la adrenalina y la emoción correr a más de 330K/h. Al posar sus manos sobre el volante ahuyentaba los demonios y así sentía poder mant...