Candy no se movía. Era como si al escuchar su voz su piernas pesaran una tonelada, y aunque sus pensamientos y deseos eran el de salir corriendo su cuerpo pareciera decir otra cosa.
—Candy... —murmuró Terry con impaciencia al ver que ella tardaba en contestar.
—¿Como sabes que yo...?
—Ven acércate por favor.
Candy camino temerosa no sabía como sus piernas la sostenían.
«Pero qué diablos es esto, parezco colegiala, controlarte Candy y recuerda todo lo que te ha hecho» —pensó mientras se dirigía a su lado.
—Sigues usando el mismo perfume.
Candy se sorprendió al ver que él recordaba aquel perfume, habían pasado por infinidad de ellos a lo largo de su vida, pero ese en especial se lo regalaba su padre pues era el mismo que usara su madre, recordó que en la época que estuviera con Terry también lo uso.
—Por favor apiadate de mi, y acércate un poco más no te voy a morder, no me puedo mover.
Ella se acercó un poco más y pudo observar su cuerpo fuerte sus hombros marcados y su abdomen enredado por vendas. No pudo evitar sentir un estremecimiento en su vientre y sentir un nudo en su garganta unas lagrimas recorrieron sus mejillas y sacudió su cabeza para tratar de esconderlas.
—¡Pero mírate Terry!
Él sonrió al mirar sus lágrimas. Y pudo admirar su hermosos rostro, ese con el que no dejara de pensar y soñar a lo largo de más de un año.
Su ojos verdes tan perfectos las lágrimas los hacian ver mas bellos en ese momento para él. No importaba que trajera puestos unos jeans y una blusa negra, con lo que se pusiera era perfecta y nunca dejaría de serlo.
«fui un idiota, no sé cómo lograré que me perdone; lo haré, te amo nunca he dejado de hacerlo» pensó.
—Mirame Candy, —le pidió, podía verla luchar consigo misma, y él sabía muy bien que fue un miserable con ella, quería mirarla a los ojos y saber si lo odiaba, o tendría la esperanza de algún día volver a estar a su lado, y conocer a su hijo.
—¡Por favor! no te preocupes Candy, estaré más que listo para la próxima temporada, para poder correr.
—¡Estas hablando en serio! Estuviste apunto de morir y en lo único que piensas es en correr, no lo puedo creer Terrence Granchester.
Él sintió un golpe en el estómago al escuchar llamarlo así, y ya no ser más Terry. Antes al mirarse tan solo podían devorarse con la mirada y lo que veía en ella era acaso ¿odio? ¿desprecio? oh si corría con suerte tal vez resentimiento, que pudiera sanar con amor y ser perdonado algún día. Ella lo observó quedarse en total silencio.
—¿Qué sucede? ¿estas bien? —iba tomar su mano, se arrepintió de hacerlo pero él fue más rápido que ella y logró agarrar la suya con fuerza.
—Estoy bien Candy.
Antes de que pudiera decirle otra cosa la puerta se abrió y la enfermera entró apresurada.
—Creo que la visita de su esposa le ha hecho mucho bien, su semblante cambio.
—Si ella lo cambia todo —mencionó con un dejo de tristeza.
Candy trató de soltarse, pero él apretó su mano con más fuerza.
Mientras la enfermera tomba anotaciones, y la presión, lo único que logro decir Candy fue:
—Siento lo de Charly —murmuró con dolor.
El pequeño monitor que tomaba la presión, mostró un cambio repentino, y soltó su mano.
Candy se arrepintió de haber mencionado a Charly.

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AL LIMITE
Fiksi PenggemarLa muerte de su madre lo marcó, las exigencias de su padre lo hicieron duro. Lo único que lo hace sentirse vivo es la adrenalina y la emoción qué provoca correr a más de 330K/h. Un automóvil de la F1. Al posar sus manos sobre el volante ahuyenta su...