13.

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Enzo daba vueltas en la cama, nuevamente sin poder descansar apropiadamente. Eran las dos de la mañana, en tres horas debía levantarse y todavía no había podido pegar un ojo. Como todas las noches, decidió darse una vuelta por la terraza, con la esperanza de chocarse con Clara, pero esta vez no la encontró.

Pensó "probablemente este durmiendo con Cuti" y sintió bronca de solo imaginarlo.

Así que, muy abrigado, se sentó unos minutos en una reposera y se quedó mirando los altos edificios que rodeaban al hotel. Miraba a la nada, en realidad, pero pensaba en todo. En Valentina, en Clara, en Inglaterra, en los próximos partidos, en su carrera, en su vida, en cómo extrañaba a sus padres. Todo le dolía y no podía hacer nada al respecto.

Ya no sabía ni quién era.

Luego de congelarse durante un rato, decidió volver a su habitación, pero antes pasó por la de Clara. Se quedó del otro lado de la puerta, escuchando, sabiendo que ahí adentro estaba Cristian, probablemente abrazándola. Ella tendría una pierna encima de la de él y estarían calentitos, durmiendo juntos.

Sintió tantos celos que quiso bajar la puerta de una patada y no dejarlos dormir nada.

Sin embargo, se retiró luego de un minuto, llegando a su habitación. Se quedó dormido luego de una hora, aunque tuvo pesadillas todo el tiempo.

Por la mañana se odió a sí mismo, llegando un poco tarde al lobby, en donde todos lo estaban esperando a él.

— Al fin apareció la bella durmiente —dijo De Paul, chicaneándolo.

— No me jodan que dormí para el orto —murmuró Enzo, malhumorado.

Todos se rieron y De Paul le dio un leve golpe en el hombro, que a Enzo no le gusto para nada. Sin embargo, se la dejó pasar y se acercó a Julián, con quien compartía mates todas las mañanas.

Su amigo le pasó uno y lo miró preocupado, sabía muy bien de la ansiedad de Enzo y de los problemas que estaba pasando. Lo acompañaba como podía, escuchándolo y dándole consejos, pero su amigo no parecía aceptar ninguno.

— Enzo, creo que es momento de que hables con el psicólogo del equipo —dijo Julián, agarrando el mate.

Enzo se quedó en silencio unos segundos, pensando.

— ¿Tanto se nota que no estoy bien? —preguntó el mediocampista.

— Sí, amigo, no puedo verte así, me pone mal.

— Ya le voy a encontrar la vuelta —dijo Enzo.

El equipo partió para el entrenamiento, todos muy alegres, como siempre. Mañana era el primer amistoso, por lo que el ambiente estaba muy enérgico, preparándose para ganar.

El plantel entrenó durante la mañana y luego durante la tarde, Enzo aprovecho esas horas libres para dormir una siesta, aunque se despertó antes de la alarma, sintiéndose aún más cansado.

Estaba harto, confundido y agotado.

No había visto a Clara en todo el día, apenas había cruzado palabras con Cristian y Julián no dejaba de estarle encima. Necesitaba estar solo, escapar de todo, sintiéndose peor y peor.

Esa noche, alrededor de las diez, subió como siempre a la terraza. El frío lo calmaba, acompañado por las luces de la ciudad. Entonces se encontró con Clara, quien se encontraba fumando muy tranquilamente apoyada en uno de los barandales. Esta miraba su celular, seria. Algo no estaba bien.

— Hola —saludó Enzo, poniéndose a su lado.

— Enzo —le correspondió el saludo.

— Te veo muy seria, ¿está todo bien?

𝓛𝓪 𝓬𝓸𝓬𝓲𝓷𝓮𝓻𝓪 ɪɪ | ᴇɴᴢᴏ ꜰᴇʀɴᴀɴᴅᴇᴢ | ᴀᴍɪꜱᴛᴏꜱᴏꜱ | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora