18.

744 56 14
                                    

Clara no quería cortar el beso, en todo caso, quería profundizarlo. Sabía que esto calmaba a Enzo y que, además, lo anhelaba y ella también.

Sus labios chocaban desesperados por el otro en la oscuridad, hasta que sus lenguas comenzaron a rozarse y Clara empezaba a preocuparse hacia donde irían las cosas.

— Enzo, no, para...

— Clari —la nombró él, separándose apenas unos centímetros— Por favor, no me hagas esto ahora.

— Es que...

— Es que nada, por favor, por favor, te necesito —pidió Enzo.

Sus bocas estaban muy cerca de la otra, Clara podía sentir el aliento de él rozar sus labios. Asintió y entonces lo beso con ganas.

Enzo la acomodó en la cama, poniéndose encima de ella, llevando una de sus manos a la cintura de Clara y la otra a su mejilla, en donde la acariciaba para profundizar el beso.

Eran besos tiernos, cuidadosos, de esos que empiezan a quitarte el aliento y te dan ganas de más y más.

Clara envolvió a Enzo con las piernas, atrayéndolo contra sí misma. Acarició su piel, dibujando círculos en su espalda y luego llevó sus manos al pecho de él, trazando líneas encima de sus abdominales.

La ropa de ella empezaba a molestar, mientras que Enzo intentaba meter las manos debajo de su remera. Así que de un tirón se la saco, dejándola desnuda del torso. Los dos estaban serios, no querían romper la situación, arruinarla con todas las cosas que venían arrastrando.

El momento era ahora y Enzo quería aprovecharlo.

El jugador comenzó a masajear los pechos de ella, bajando con sus labios por su cuello, llegando finalmente hasta ellos, en donde se dedicó a besar, succionar y apretar a su antojo.

Clara suspiraba, cerrando los ojos.

Enzo empezó a bajar con los besos, pasando por el vientre de ella, deteniéndose en el borde de su short de pijama. Se lo bajó con cuidado, acompañado de la ropa interior, dejándola desnuda.

Se detuvo unos segundos para admirarla con la tenue luz que había en la habitación, preparado para todo lo que estaba por comer. Bajó hasta sus muslos, en donde se dispuso a besar y apretar, y luego enterró su cara entre sus piernas, pasando su lengua sobre su clítoris.

Ella dejó escapar un gemido, apretándose los pechos del placer. Respiraba profundo, intentando recuperar el aliento entre las succiones que Enzo realizaba.

En algún momento, él encontró el punto perfecto, haciendo que Clara respirara agitadamente, asfixiándolo entre sus piernas y agarrándolo por la cabeza. Luego de unos minutos en donde Enzo se dedicó a hacerle todo lo que quería, ella alcanzó el orgasmo, gimiendo suavemente.

Enzo volvió a subir, dejando besos en su cuerpo desnudo.

Cuando se recostó al lado de Clara, ella comenzó a besarlo nuevamente, subiendo encima de él. Como pudo, le quito la poca ropa que llevaba puesta y lo dejo desnudo.

A Enzo le costaba pensar entre besos, Clara le mordía el labio inferior y tironeaba un poco, provocándole algo entre el dolor y el placer. Estaba desesperado por estar dentro suyo, por sentirla.

— Clari, no podemos hacerlo —murmuró él entre besos.

— ¿Por qué no? —preguntó ella agitada, agarrándolo por la cara.

— Porque no tengo forros, perdón.

— Déjame a mí —dijo ella.

A Enzo no le gusto mucho esa respuesta, pero la dejo que siguiera con lo que sea que fuera a hacer.

𝓛𝓪 𝓬𝓸𝓬𝓲𝓷𝓮𝓻𝓪 ɪɪ | ᴇɴᴢᴏ ꜰᴇʀɴᴀɴᴅᴇᴢ | ᴀᴍɪꜱᴛᴏꜱᴏꜱ | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora