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ᴅɪᴀʀʏ ᴘᴀɢᴇ 14
𝟐𝟎 𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐩𝐭𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 𝟏𝟗𝟕𝟒 Maratón 1/?
Era una tarde tranquila en el dormitorio de los Merodeadores. James había salido, probablemente para pasar tiempo con Lily, dejando a Sirius, Remus, Peter, Priscilla, Cassiopeia y Mayalen en la habitación. Priscilla estaba de pie frente al espejo, probándose diferentes atuendos para la próxima salida a Hogsmeade. Los demás la observaban en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos.
Priscilla se probó un suéter rojo y unos jeans ajustados, y se volvió hacia sus amigos con una expresión ansiosa.
—¿Qué tal este? —preguntó, girando lentamente.
Sirius frunció el ceño y se cruzó de brazos.
—Pero ese no es tu estilo, es el de Lily —dijo sin rodeos.
Priscilla se miró al espejo y su expresión se oscureció.
—Exacto, tal vez si uso ropa parecida a la de Lily, James se fijará en mí —dijo con seriedad—. Desearía verme como Lily, es decir, yo nunca me veré bien en estos jeans.
Se probó otro atuendo, una blusa verde esmeralda con una falda a cuadros, pero la inseguridad no desaparecía. Se miró en el espejo, tocando su cabello pelirrojo que no era tan liso como el de Lily y sus ojos color ámbar que no parecían tan brillantes como los ojos verdes de Lily.
—Desearía ser como ella, una pelirroja de ojos verdes, cuerpo perfecto —dijo Priscilla, casi en un susurro, mientras se miraba con tristeza—. Mi cabello nunca se verá tan bien y mis ojos... nunca serán como los de ella.
Cassiopeia, sentada en una de las camas, observó a su amiga con una mezcla de preocupación y compasión.
—Pris, no necesitas parecerte a Lily para ser hermosa. Eres única y eso es lo que te hace especial —dijo con firmeza.
Priscilla suspiró, sin poder evitar sentir la comparación.
—No lo entiendes, Cass. James solo tiene ojos para Lily. Nunca me verá de otra manera —murmuró, sintiendo una opresión en el pecho.
Mayalen, que había estado en silencio hasta entonces, se acercó y le tomó la mano a Priscilla.
—No debes cambiar quién eres para gustarle a alguien, Pris. Si James no puede ver lo increíble que eres, es su pérdida —dijo con suavidad.
Sirius se levantó y caminó hacia Priscilla, poniéndole una mano en el hombro.
—No tienes que ser como Lily para ser valorada. Tienes una luz propia, Priscilla. No dejes que nadie te haga sentir que no eres suficiente —dijo con seriedad.
