Capítulo 13

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¿Cómo puedo ser humano?

Al salir me dolía la cabeza, quería retorcerme en el suelo como un gusano. Bien, eran solo palabras que muy difícilmente iban a cumplirse, no medicamentos. Con o sin las promesas de Johan mi situación continuaba siendo la misma: tenía un avanzado grado de confusión, casi de demencia. Ah, pero era tan pronto para comenzar a sentir los efectos, sabía que era demasiado pronto. Era yo tan joven, incluso bella, que me frustraba, justo cuando veía mis manos temblar involuntariamente pensaba: «Si mis manos son como una Antártida, ¿por qué no hay flores creciendo en ellas?» Y mis manos, alejadas de cualquier parecido con la vida, pálidas y delgadas sólo continuaban en su estado. Eso decía demasiado, revelaba mucho de lo maltrecho que se encontraba mi cuerpo.

No conservaba nada, al ver mi reflejo sólo encontraba un par ojos negros sin brillo. Ah no quería ver el resto de mi rostro, era suficiente.

Las lágrimas caían por mis mejillas mientras caminaba hasta mi lugar de trabajo, justo con el embrión de un cerdo con cerebro humano. Mientras observaba las células crecer, el pesar no se iba. No quería morir sin saber por qué los últimos días estaba empezando a vomitar sangre oscura y de mal olor. Vamos, no era tan exigente solo quería saber el porqué, moriría de todas formas.

—Pónganlo en la cámara de incubación. Hagan que nazca mañana.

Iban a depositar aquel pequeño trozo de carne en un vientre artificial. Fui de gran ayuda al construirlo, pues lo que parecían ser inmensas probetas llenas de sangre, en realidad se les podría considerar como algo vivo. Era mi extraño sello hacer cosas vivas que parecían una máquina más, o en su defecto fábricas de lo que nunca se pensó que se podría cultivar como alimentos, pero claro, de ninguna manera el gobierno iba a permitir que esto saliese fuera de las puertas del laboratorio, y esa sólo era la parte menos perjudicial.

—¿Estás segura de que no va a salirse de control? —preguntó con cierto aire de preocupación uno de mis ayudantes.

—Siempre corremos con ese riesgo —contesté sin ánimos mientras veía mi taza de café recién servida—. Pero bueno, es imposible que muera esta vez.

—Es una lástima que sea para unos pocos —opinó Alice. Tenía su mirada perdida usual.

—Mi padre murió por culpa de la fiebre ácida. Me habría gustado poder mostrarle que encontramos una cura o incluso haber podido salvarlo. —Él acomodó sus anteojos azules y llevó con cuidado la placa de Petri.

—El gobierno nunca debió meter sus narices aquí —musitó Alice con hartazgo.

—Ni yo —solté, casi como soltando una verdad desnuda.

Un toque repentino a la puerta interrumpió la amarga conversación.

—Señorita Julieth, el director necesita su presencia en la sala de reuniones —informó una secretaria pelirroja sin saludar.

—Dile que espere a que me cambie y por favor, no entres a esta planta sin protección —la regañé.

—Es urgente, así que no importa, venga conmigo —su voz sonaba casi como una orden.

—Por favor no descuides a Anderson, mientras puedas no le quites el ojo —susurré con prisa al oído de la rubia—. Tengo miedo de que pueda hacer algo malo consigo mismo o con alguien más.

—¿Pero qué?, ¿cómo lo sabes?

—Tiene una escopeta guardada entre sus cosas. Él intentó robar una vez una muestra de un virus y bueno, así me enteré.

—¿No que no podías recordar nada? —Alice se retiró con aún más indignación.

—¿Ya vas a salir? No hagas esperar a tu jefe. —Volvió a interrumpir.

—Fase 4 —dije en voz alta—. Avísenme cualquier irregularidad con el porcino.

Su cara pecosa se llenó de pena, y se retiró en silencio. Juraría que vi sus ojos comenzando a cristalizarse cuando cerré la puerta. 

Como lección, queridos lectores: no anden de drogos.

Ahora sí voy a intentar actualizar con más frecuencia, quizá en capítulos cortos, pero intentaré tener un mejor ritmo.

Fiebre ácida: Enfermedad causada por la lluvia ácida que cae. Usualmente comienza por una quemadura por esta, pero luego se infecta hasta hacer que el sistema inmune de una persona colapse. 

Jardín de rosas negrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora